Angola: remite el segundo brote de cólera en Lubango

En tres meses y medio se han reportado 3.626 casos de cólera y 94 muertes en Lubango, según los datos recogidos el 28 de enero. Este segundo brote de cólera ha sido especialmente virulento. Mariano Lugli, coordinador de la emergencia, analiza la situación.

MSF
09/02/2007

¿Cuál es el balance de la intervención de MSF después de este segundo brote de cólera en Lubango, Angola?
Actualmente el balance es bueno, sobre todo cuando vemos la situación en Lubango y analizamos la curva epidemiológica, ya que estamos llegando al fin de este segundo brote epidémico del año que se produjo en octubre. No obstante, lo que ocurrió en 2006 y a principios de 2007 muestra claramente que las autoridades sanitarias deben prepararse para nuevos brotes. Deben imperiosamente preparar estructuras de aislamiento y de tratamiento adaptadas, disponibles y equipadas para tratar de forma constante los casos de cólera que vayan apareciendo. También tienen que continuar apoyando acciones de sensibilización de la población así como también asegurar la calidad del agua distribuida.

Pero el año pasado las autoridades se vieron sobrepasadas por la situación y fue necesaria la intervención de MSF. ¿La situación es diferente después de este segundo brote?

Durante este segundo brote, las autoridades sanitarias a nivel central finalmente se implicaron, empujando a las de la provincia a reaccionar, lo que es una buena señal. ¿Tendrá esta implicación algún efecto en el futuro? Es difícil afirmarlo. Hoy, quedan pocos pacientes. La semana del 20 de enero de 2007 quedaban 23, frente a los 414 pacientes que había la semana del 4 de diciembre de 2006 y hemos podido planificar el traspaso de la atención a los pacientes al servicio de salud público. La verdad es que los representantes locales de salud, cuando celebramos la última reunión, se mostraron mucho más predispuestos que antes. Ahora todo esto tiene que traducirse en hechos.

Concretamente, ¿qué deben asegurar los responsables sanitarios locales de ahora en adelante?
En primer lugar, que el traspaso de las actividades en curso en los centros de tratamiento se desarrolle de una forma normal. Para ello, hemos propuesto que por lo menos el personal que se movilizó para trabajar en los centros de tratamiento continúe recibiendo apoyo por parte del servicio de salud a fin de garantizar la continuidad del servicio en los centros a los que lo referimos. Esta disposición es indispensable para asegurar una buena asistencia directa de los pacientes e indirectamente para evitar una eventual nueva propagación del cólera, lo que ocurrió en Lubango a finales del verano cuando sin duda la contaminación que se produjo en centros mal gestionados contribuyó a que se originará el segundo brote mortal.
Después el gobierno se comprometió a construir una estructura permanente donde montar un centro de tratamiento de cólera si surgiese la necesidad. Nuestros equipos participaron en la identificación del lugar más propicio. Y ahora es cuando las autoridades tienen que llevar esto a la práctica. Los medios existen en Angola como todos sabemos. Aunque, por experiencia, sabemos que invertir en la construcción de estructuras no garantiza un buen funcionamiento, a pesar de todo sería un signo positivo.

En Lubango has coordinado la asistencia prestada por MSF durante dos meses, ¿qué ha sido lo más difícil de gestionar?
En realidad, durante esta epidemia de cólera, hemos tenido que hacer frente a numerosas dificultades, especialmente al principio, ligadas a la falta de voluntad por parte de las contrapartes de implicarse en el trabajo y en la labor de sensibilización. Después, también tuvimos que hacer frente a una epidemia de diarrea con sangre especialmente aguda. Asimismo, en dos semanas, durante la segunda mitad de noviembre, de los 26 pacientes que acudieron al centro de tratamiento, 14 murieron, sin que fuera posible hacer nada. Es algo muy duro de aceptar.
Quisimos, de acuerdo con el servicio de salud, hacer análisis más minuciosos a fin de proponer un tratamiento adecuado. En realidad, esto supuso un verdadero dolor de cabeza que jamás llegó a materializarse. No conseguimos acabar con los obstáculos administrativos existentes para permitir que las muestras lleguen a tiempo a un laboratorio competente en el extranjero. Imposible de obtener un apoyo eficaz de la oficina de la OMS y a día de hoy no entendemos el por qué de todos estos impedimentos. Incluso temimos que se produjese un brote de fiebres hemorrágicas, pero al final todo esto topó con un muro de cemento que nos fue imposible de salvar. A día de hoy, todavía no sabemos lo que ocurrió.

¿Cuál sería tu deseo para el futuro?

A pesar de estas dificultades relativas a las investigaciones sobre la diarrea con sangre y teniendo en cuenta lo que he podido ver al fin de la misión, soy bastante optimista sobre la asunción de responsabilidades por parte de los actores provinciales, en todo caso en Lubango. Espero no equivocarme. No obstante, la organización de la atención sanitaria del cólera no es una medida suficiente para responder a las necesidades futuras. Hay que hacerse con el control sanitario de la ciudad y no sólo clorando el agua sino también rehaciendo las infraestructuras y mejorando el nivel educativo de las personas. Pero esto es otra realidad sobre la que no podemos actuar.
Ahora, en el plano directamente médico, Angola es un país con un terreno extremadamente propicio a que se propaguen potenciales epidemias y no sólo de cólera. Cuando me fui de Luanda, unas terribles lluvias hacían estragos en la capital. Los pozos sin duda deben estar sucios y desgraciadamente podemos esperar nuevos brotes y nuevas llamadas para que nos hagamos cargo de los enfermos. No nos quepa la menor duda de que nuestra organización no ha acabado de a responder a las necesidades de los angoleños, excepto si el gobierno pone los medios necesario...