Bangui: la lluvia no lava la sangre (por José Mas, coord. emergencias de MSF en Bangui, RCA )

MSF
16/01/2014

La madrugada del 5 de diciembre amaneció diferente en Bangui. No se escuchaban cantos mañaneros de gallos madrugadores ni de cigarras extemporáneas; tampoco se percibía el murmullo de las gentes atareándose en los mercados y las calzadas. Como en sordina y amortiguado por la distancia, se intuía lo que rompía la fresca rutina de una mañana soleada: el sobrecogedor ruido de los morteros.

Los cañones y metralletas prosiguieron su trémolo de estruendos en la lejanía hasta que en torno al mediodía por fin cesaron. Desde entonces, disparos y explosiones retemblaban en la distancia llenando el pentagrama de sonidos de la ciudad de ecos, cacofonías y malos presagios. Mientras, nuestros médicos y enfermeros, veteranos curtidos de Médicos Sin Fronteras (MSF), se dejaban la piel en uno de los días más caóticos y sangrientos que sus memorias recuerdan.

En el Hospital Comunitario de Bangui, decenas de heridos arreciaban contra las puertas del hospital, las armas se amartillaban amenazantes y los hombres que las detentaban sacaban heridos “sospechosos” de las camas de los hospitales para no retornarlos jamás, pese a los esfuerzos desarmados de trabajadores humanitarios que interponían su vida entre la de la víctima y sus captores.

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