Brasil: migrantes venezolanos sin acceso a salud, refugio y servicios básicos en Roraima

Unas 500 personas hacen el viaje a través de caminos improvisados llamados ‘las trochas’, mientras que la oficina de migración de la pequeña ciudad fronteriza solo procesa 65 solicitudes de regularización migratoria, diariamente. Dicen, casi de manera unánime, que prefieren estar en situación de calle en Brasil que quedarse en Venezuela.

MSF
29/12/2021

Desde que la frontera entre Brasil y Venezuela fue abierta parcialmente en julio de este año, un alto número de migrantes y solicitantes de asilo han cruzado la frontera solo para encontrarse viviendo en las calles, con un precario acceso a salud y otros servicios básicos en el estado de Roraima.

Pacaraima, una ciudad de 20.000 habitantes en el norte de Roraima, es el primer lugar de llegar de cientos de venezolanos que cruzan la frontera con Brasil, diariamente, con la esperanza de encontrar mejores condiciones de vida y seguridad para ellos y sus familias. Se estima que cada día 500 personas hacen el viaje a través de caminos improvisados llamados ‘las trochas’, mientras que la oficina de migración de la pequeña ciudad fronteriza solo procesa 65 solicitudes de regularización migratoria, diariamente.

“En contraste con su esperanza, la mayoría de las personas enfrentan una difícil realidad", dice Michael Parker, coordinador de nuestro proyecto en Roraima. “Las personas que llegan a través de ‘las trochas’ usualmente se que quedan en Pacaraima hasta que su estatus migratorio es aclarado, el cual es un proceso muy lento”.

“El sistema de salud es precario y no hay infraestructuras suficientes para albergar a las personas migrantes”, explica Parker. “Como resultado, cientos de hombres, mujeres e infantes viven en malas condiciones sin acceso a servicios básicos de salud”.

En noviembre, según la Organización Internacional de Migración (OIM) más de 3.000 personas se encuentran viviendo en situación de calle en Pacaraima, mientras esperan que su estatus migratorio sea aclarado, debido a la falta de albergues.

“De acuerdo a la ley brasileña, toda persona tiene derecho al acceso a los servicios de salud pública, no importa el estado en el que su proceso migratorio se encuentre”, agrega Parker. “Pero la realidad es que, inclusive con este derecho, actualmente los servicios se encuentran saturados y limitados en el estado de Roraima”.

En respuesta a la falta de servicios de salud y acceso a la información, contamos con servicios médicos primarios, de salud sexual y reproductiva, y salud mental, por medio de clínicas móbiles en las ciudades de Pacaraima y Boa Vista, donde se estima que otras 2.000 personas se encuentran sin acceso a albergues, de acuerdo a OIM. De enero a octubre de 2021, nuestros equipos atendieron a 37.517 pacientes en todos sus servicios.

MSF fuimos testigos de un claro incremento en la demanda de atención cuando la frontera fue abierta parcialmente después que las restricciones por la pandemia de COVID-19 se retiraran en julio. De julio hasta el fin de septiembre nuestros equipos atendieron 14.511 pacientes y el 56% del total de las consultas de los primeros nueve meses del año fueron realizadas en esos tres meses. Los principales diagnósticos que se han visto en las consultas son infecciones respiratorias y ginecológicas. Los equipos de salud mental han identificado síntomas de depresión, ansiedad y estrés agudo en 69% de sus pacientes. Las principales causas fueron desplazamiento, separación familiar, caminar largas distancias y situaciones de violencia.

“Cuando la gente llega y nos ve, la principal pregunta que nos hacen es sobre los servicios de salud y como acceder a ellos”, dijo Alvilyn Bravo, promotora de salud en el proyecto de Roraima. “Se encuentran en un país con una cultura diferente y enfrentan barreras culturales, tal como lo es el idioma, entender cómo funcionan los servicios de salud o cuales hay disponibles”.

También llevamos a cabo actividades de promoción de salud donde nos centramos en mensajes de salud sexual y reproductiva.

“Cuando llegué a Brasil, hace dos años, no había tanta gente como la hay ahora”, menciona Alejandra*, una de nuestras pacientes. “Los servicios que podíamos acudir, cuando recién llegamos, como tener una cita con el médico, ahora no están disponible. El único servicio de salud al que puedo acudir es esta clínica".

Pude traer a mi hija de Venezuela hace un par de meses”, agregó Alejandra. “Su proceso de migración aún no está completo y siempre que vamos a ver como van, la oficina siempre está llevan, las calles llenas, y solo sigue llegando más gente".

Y aún con la precariedad extrema que se vive en Pacaraima, migrantes y solicitantes de asilo dicen, casi de manera unánime, que prefieren estar en situación de calle en Brasil que quedarse en Venezuela.

“Al llegar aquí, dormía en el piso sobre una caja, y eso era mejor que estar en Venezuela”, finalizó Alejandra.

“Nuestros pacientes nos cuentan que migrar no era parte de su plan de vida, lo consideraban un último recurso para escapar de la inseguridad social, financiera y alimentaria de su país de origen", confiesa Parker. “Durante el trayecto, enfrentan hambre y peligros mientras intentan huir a un lugar estable y seguro. A pesar del contexto difícil, escuchamos historias de esperanza y deseos para una mejor vida".

Nuestros equipos son testigos de la llegada de familias, mujeres, menores de edad y hombres a Brasil en busca de seguridad y una mejor vida. Hacemos un llamamiento por más apoyo en los servicios de salud e infraestructura, como albergues y servicios básicos, para migrantes y solicitantes de asilo en Pacaraima y Boa Vista.

*Los nombres han sido cambiados por protección de la paciente.