Cirugía de urgencias para heridos de guerra sirios en Jordania

“Iba a sacar algo del coche; oí el ruido de proyectiles y bombas y pensé que tenía que meterme dentro. Antes de que pudiera hacerlo, bombardearon la zona. No pude respirar durante casi un minuto, y después empecé a gritar y a llamar a mi padre. Él me llevó al hospital de campaña. No recuerdo nada después de eso. Me dolía muchísimo, me golpeaba la cara de dolor”. Paciente de MSF Qusay, niño de 12 años de Dara, (Siria) que perdió ambas piernas.

MSF
20/12/2013

La ciudad de Ar-Ramtha se encuentra en la frontera con Jordania de la gobernación de Dara, en el sur de Siria. En esta zona se producen algunos de los combates más intensos del conflicto. La mayor parte de los heridos de guerra que llegan a Jordania van al hospital de Ar-Ramtha, un edificio del Ministerio de Salud que dista menos de cinco kilómetros de la frontera.

El programa de cirugía urgencias que MSF tiene en el hospital público de Ar-Ramtha consta de dos quirófanos y salas de posoperatorio, además de dos salas con un total de 33 camas.
Desde septiembre de 2013 MSF ha realizado 309 operaciones quirúrgicas de vida o muerte a más de 140 pacientes, entre los que se encuentran personas que han necesitado varias amputaciones y otras con graves heridas abdominales, torácicas o musculoesqueléticas. Proporcionamos tratamiento quirúrgico a los pacientes con heridas musculoesqueléticas y torácicas; ofrecemos terapia física y mental y cuidados hospitalarios a pacientes internados. Paralelamente se realizan consultas de salud mental.

“Tengo cuatro hijas y dos hijos. Eran casi las cinco de la tarde. Queríamos sentarnos delante de la casa con unos amigos y luego ir a rezar a la mezquita. Cinco minutos después, bombardearon con misiles un lugar cercano. Oímos gritar y llorar a la gente, así que fuimos para ayudarles, y mientras estábamos allí nos alcanzó otro misil. Cuando me desperté, estaba en Jordania. No sabía lo que había ocurrido después del ataque. Me habían amputado la pierna izquierda. Tenía rotas las manos y la pierna derecha. Pensé que estaba muerto. No podía imaginar que estaría vivo en este momento. Ni siquiera sé quién me trajo aquí. Toda mi familia sigue en Siria, no sé qué les habrá pasado. Ni siquiera conseguí llamarles. Mi familia pensó que había muerto”. Hombre de 41 años de la gobernación de Dara (Siria).

La mayor parte de los pacientes es atendida en primer lugar por uno de los 14 hospitales de campaña de la gobernación de Dara, que se ocupan de una zona muy amplia y carecen de muchos artículos básicos. Los pacientes suelen llegar a MSF a través de una red de médicos sirios de Ar-Ramtha que proporciona apoyo logístico para el traslado de los pacientes a Jordania y mantiene contacto directo con los hospitales de campaña.

“Se trata de un proyecto destinado a las víctimas de la guerra, específicamente a los heridos de guerra que cruzan la frontera de Jordania desde Siria”, comenta el doctor Amber Alyan coordinador del equipo médico de Ar-Ramtha. “Los pacientes cruzan la frontera tras recibir heridas de guerra y son clasificados en la misma frontera, donde se determina si pueden cruzar hacia Jordania. MSF recibe en torno al 80 % de los casos que llegan a Ar-Ramtha desde la frontera. Cuando iniciamos este proyecto, pensamos que los pacientes necesitarían una o dos operaciones quirúrgicas inicialmente. Pero nos ocupamos de casos tan graves que muchos pacientes necesitan cuatro o cinco operaciones.”

Las necesidades de los pacientes a largo plazo suelen incluir elementos de rehabilitación, como prótesis (miembros artificiales) y fisioterapia. MSF está derivando tales pacientes a la organización Handicap International. Otros pacientes necesitan también atención mental a largo plazo y algunos son atendidos por otras ONG en Jordania.

Los heridos de guerra atendidos en el hospital público de Ar-Ramtha no están registrados como refugiados en Jordania. Al recibir el alta hospitalaria, algunos vuelven a Siria cuando no necesitan más seguimiento médico. Otros buscan refugio en uno de los campos de refugiados de Jordania, como el de Az-Za’atri en Mafraq. También, si los patrocina una familia jordana, pueden recibir permiso para residir en una comunidad.
 

Los historiales que MSF recoge de sus pacientes hablan de sus heridas y de sus esperanzas y temores ante el futuro:

Niño de once años de Dara, (Siria)

“Fui consciente de todo el incidente y de cómo me hirieron. Cayó una bomba en una zona cercana a nuestra casa. La metralla dio en la pared que tenía al lado. Y empecé a pensar dónde podría esconderme. Intenté ocultarme tras el motor, pero me di cuenta de que estaba a punto de estallar; entonces vi el coche, pero también estaba a punto de estallar. Así que decidí esconderme tras la columna, pero cayó otra bomba sobre ella. Arrancó la columna del suelo. La explosión me lanzó por el aire y quedé colgado en un poste eléctrico. Entonces caí al suelo. Vino gente a ayudarme y me llevaron en autobús al hospital de campaña, pero uno de los amigos de mi padre iba diciendo: “Este chico está muerto, este chico está muerto”. Pero yo me daba cuenta de todo. Y oía a la gente hablando de mí. Conseguí gritar y la gente se dio cuenta de que seguía vivo. Fuimos al hospital de campaña. Y después entré en coma. Me cortaron la mano y la pierna, pero me dolía tanto que empecé a gritar. Me enviaron a Jordania para que me trataran.

“¿Qué puedo hacer yo? Es la voluntad de Dios. No tengo nada que decir. Me quedaré en Jordania hasta que tenga una mano y una pierna nuevas, y luego volveré a Siria. Me da miedo volver a Siria porque hay muchos misiles y bombas. Pero me encantaría volver. Quiero volver porque mis amigos y mi familia siguen allí. Aquí no tengo a nadie. Mi padre está ahora conmigo, hasta que me recupere. Tengo cuatro hermanos y una hermana. Cuando salimos de Siria, yo no quería venir a Jordania, pero mi padre me dijo que solo nos quedaríamos dos o tres semanas. Pero eso lo decía para que yo aceptara venir a Jordania y recibir tratamiento. Ahora tenemos que quedarnos más de tres meses.”


Padre de Ourjwan, hombre de 33 años de la gobernación de Dara

“Nuestra casa fue bombardeada por dos misiles de tanque; en el edificio vivían cinco familias. Creo que murió la mayor parte de las familias del edificio. Mi hija Ourjwan y yo somos los únicos que seguimos vivos. La madre de Ourjwan y su hermanita Yara (10 meses) fallecieron.

“Cuando el misil nos alcanzó, pensé que habían muerto todos los habitantes del edificio, porque no oía voces ni movimientos. Media hora después llegó gente para ayudarnos. Para mi sorpresa, en el hospital me enseñaron una foto en un móvil y me preguntaron si era mi hija, y me dijeron que está viva. Gracias a Dios, está viva. Pero me gustaría que Dios me hubiera permitido morir a mí también. Sería mejor para mí que vivir de esta manera. Estaré en la miseria después de lo que ha ocurrido. Mi mujer siempre me decía: “Por favor, vámonos de Siria”. Yo me negaba y siempre decía que las cosas seguramente mejorarían, pero eso no ha ocurrido.

“Estaba casi inconsciente cuando me trasladaron de Dara para entrar en Jordania. Cuando desperté tras el bombardeo, noté que me faltaba la pierna y que tenía rota la mano y todos los dedos. Cuando llegó gente empecé a gritar diciendo que estaba vivo; vinieron y me salvaron de los proyectiles. El combate seguía activo en la carretera por la que íbamos desde mi casa hasta Jordania. Para mí fue muy duro, porque sentía mucho dolor.

“Cuando vi que Ourjwan estaba viva, olvidé mi dolor. Es una niña, ¿qué culpa tiene de esto? Tengo que cuidar de ella. No les permití salir de Siria; tenía que haber huido de Siria. El destino fue más rápido que mi decisión de huir.”

Hanan, niña de seis años que perdió una pierna y está bajo el cuidado de su abuela.
“Estaba tras la ventana con mi madre; mirando los problemas  que veíamos fuera y entonces caí al suelo y me herí. Después me llevaron al hospital. Ahora estoy bien, ya no me duele. Aquí paso los días dibujando a la gente del hospital. No sé dónde está mi madre, pero mi abuela está aquí conmigo.”
“El caso de Hanan me ha afectado mucho; es una niña con una pierna amputada y no tiene a su madre cerca. “Los primeros dos días que pasó aquí estaba en shock; no tenía aquí a su madre ni a nadie de su familia y no sabía dónde estaban sus padres. El primer día lo paso entero durmiendo, pero cada vez que se despertaba empezaba a gritar “mi pierna, mi pierna”. Le dimos asistencia psicológica. Intentamos averiguar qué le hace feliz y qué le llama la atención en el hospital. Observamos que le encanta dibujar, así que para Hanan la estrategia para afrontar los hechos se basó en dibujos y colores. Poco a poco comenzó a recuperarse. Dibuja a cualquier persona que entre en la habitación. Antes no quería hablar con nadie. Ahora habla con otros pacientes y con el personal médico”. Ibtasim, responsable de salud mental de MSF, hablando de una paciente.


Mujer de 20 años de la gobernación de Dara (Siria)

“Estábamos sentados detrás de la casa mi madre, mi hermano pequeño y yo, que tenía a mi hermano en brazos. Vino mi padre a decirnos: “Están bombardeando el barrio, vamos dentro”. Nos bombardearon antes de que acabara la frase. En ese momento no sentí nada. Pensé que estaba bajo los proyectiles, pero tenía el cuerpo bien. Cuando abrí los ojos vi a mi madre gravemente herida a mi lado; mi hermano pequeño sobrevivió, no le ocurrió nada. Pero mi padre estaba herido. Yo tenía metralla en la espalda, en las piernas... Tenía metralla en todo el cuerpo. Mi padre empezó a gritar para que vinieran a ayudarnos. Cuando se acercaron a verme, yo les decía: “No os preocupéis, dejadme, yo estoy bien”. No me di cuenta de que estaba herida hasta que llegué al hospital de campaña y el médico empezó a curarme. Entonces decidieron enviarme a Jordania porque tenía heridas por todo el cuerpo. Pero yo no quería marcharme; me obligaron a hacerlo porque necesitaba más tratamiento del que podían proporcionarme en el hospital de campaña. Por eso estoy en el hospital de Ar-Ramtha y mi padre está en otro hospital de Jordania; mi hermano sigue en Dara con mi tío y mi madre ha muerto.

“Nos habíamos acostumbrado a esto. En Siria, todo el mundo está pasando por lo mismo. Al principio, cuando empezó el conflicto, nos asustábamos con el ruido de las bombas, pero después dejamos de sentirlo. Llegó a parecernos algo normal. Pero ahora, después de que me hirieran, estoy aterrada.

“Me hirieron alrededor de las 11:00. A las 15:00 estaba en Jordania, en el hospital. Es muy buena la ayuda que me prestan en este hospital, me siento como si estuviera en familia. Sigo sintiendo dolor, aún no me puedo sentar porque me hirieron en la espalda, pero me siento mucho mejor que antes de que me trataran aquí.

“No sé si volveré a Siria después de esto. Mi tratamiento y el de mi padre durarán algún tiempo, pero si traen a mis dos hermanos de Siria y mi padre accede a vivir en Jordania, nos quedaremos aquí; si no, volveremos a Siria.

“Hasta el momento he tenido cuatro operaciones quirúrgicas para extraerme la metralla del cuerpo. Aquí me siento segura y protegida. Sigo tratamiento con regularidad: he tenido sesiones de salud mental y psicoterapia. Necesitaba la asistencia psicológica. Sentía que mi madre había muerto, pero no estaba segura. Mi familia prefirió ocultarme esa información, pero luego decidieron decírmelo y fue un gran golpe para mí. No me resulta fácil sobrellevar la pérdida de mi madre.”