“El conflicto armado en Colombia es invisible sólo para aquellos que no desean verlo”

Fernanda Méndez, coordinadora médica de MSF en Colombia, nos habla de la situación de la población más desfavorecida en el sur del país, donde MSF lleva a cabo proyectos de atención primaria y salud mental.

MSF
28/07/2011

¿Cuál es la situación de la población en las zonas donde trabaja MSF?

MSF asiste mayoritariamente a las comunidades rurales afectadas por el conflicto armado en los departamentos de Caquetá, Putumayo, Nariño y Cauca, al sur del país. Son zonas en las que los civiles son sometidos constantemente a amenazas, masacres, desapariciones forzadas, reclutamientos y desplazamientos forzados.
Estas poblaciones flotantes a la fuerza se movilizan huyendo de la violencia, en busca de trabajo, de un nuevo hogar y, fundamentalmente, de la paz que difícilmente encuentran.

Son comunidades compuestas por un crisol demográfico de colonos, afrocolombianos e indígenas, viven aisladas y los servicios de salud de estas zonas son prácticamente inexistentes. En caso de enfermedad deben recorrer grandes distancias, con el coste económico que esto implica y la consecuencia evidente de postergar las consultas por falta de medios económicos. Cuando logran llegar a los hospitales de referencia, la burocracia y el complejo sistema de salud nacional son una traba más y un límite contundente al acceso a la salud.

Sufren, en general, todas las consecuencias derivadas de las acciones de guerra, incluidas sus secuelas en la salud mental y las repercusiones físicas de la falta de acceso a los servicios de salud.

Un componente muy importante de los proyectos de MSF en Colombia son las clínicas móviles en zona rural. ¿En qué consisten?

Nuestros equipos, formados por médicos, enfermeros, auxiliares de enfermería, psicólogos, odontólogos y logistas, prestan atención primaria en aquellas zonas más afectadas por el conflicto a las que no acceden otras organizaciones y mucho menos el Estado Colombiano. La frecuencia de las clínicas móviles va de uno a tres meses, en función de la población de referencia de cada zona.

Además, desde este año contamos también con dos puntos de atención permanente en la zona de la costa pacífica del Cauca. Un médico, una matrona y un enfermero se quedan 20 días al mes de forma permanente en el puesto de salud de la zona, permitiendo así un acceso regular de las comunidades a las consultas que nos permite mejorar el manejo de enfermedades crónicas, responder a eventos agudos e incluso atender a heridos a causa de los enfrentamientos.

En zona urbana, hacemos clínicas de atención de salud mental en seis capitales de municipio, en el departamento de Caquetá, y en seis municipios del norte del Cauca.   

¿Cuáles son las principales patologías atendidas?

Como patologías frecuentes vemos las relacionadas con el excesivo trabajo de estas comunidades, como dolores osteomusculares y cefaleas, y patologías relacionadas con el agua no tratada, como diarreas, y dermatopatías, patologías gastrointestinales e infecciones respiratorias altas y bajas. Como patologías crónicas, destaca la hipertensión arterial.  Un alto porcentaje de mujeres acude a su primer control prenatal con nosotros en el segundo o tercer trimestre de embarazo. También debemos remarcar las patologías de salud mental, quizá las más notables.

Los equipos de MSF son testigos de las dificultades que tienen las personas más desfavorecidas para acceder a la salud. ¿Por qué esta falta de acceso?

Al final, las dificultades de acceso a la salud se pueden dividir en las originadas por el propio sistema de salud y su implementación, por un lado, y el conflicto armado interno, por el otro.

En relación a las barreras que tienen que ver con el propio sistema de salud colombiano, es notable la falta de estructuras equipadas en las zonas rurales, la falta de sistemas de referencia para las urgencias, el copago de la atención, el pago de los medicamentos, la discriminación, la falta de información en relación a los propios derechos de los pacientes y las trabas administrativas o burocráticas. El componente económico es un muro infranqueable. Las comunidades carecen de medios para el pago de transporte, del propio servicio de salud, de los medicamentos y de la alimentación y alojamiento necesario para permanecer, a veces durante semanas, lejos de sus hogares esperando la atención médica.

En cuanto a las barreras que tienen su origen en el propio conflicto armado colombiano, se puede mencionar la presencia de actores armados que limitan el movimiento de la población, la presencia de minas, las amenazas a la misión médica y ciertas consecuencias indirectas del conflicto que propician el abandono de algunas estructuras de salud. En algunos casos, el conflicto puede ser utilizado por el Estado como un pretexto para no abordar problemas estructurales o de cobertura.
 
La salud mental es un componente muy importante en los proyectos de MSF. ¿Podrías explicarnos por qué?

El concepto integral de salud que articula salud física y mental con el mismo peso, toma una relevancia especial en Colombia. El escenario planteado previamente, las persecuciones, el confinamiento, las desapariciones, las muertes violentas de personas cercanas y de familiares dejan su huella en la salud mental. Las secuelas más graves y frecuentes de la problemática del conflicto en Colombia repercuten en las comunidades, rompiendo la estabilidad emocional.

Además de las alteraciones en la conducta habitualmente asociadas con un conflicto armado, nuestros pacientes muestran con frecuencia problemas de adaptación y un mayor grado de exposición a otros tipos de violencia (intrafamiliar, sexual o social), como suele ocurrir en contextos de conflicto armado.

Como agravante, la problemática de la salud mental está completamente olvidada en las estructuras estatales. Hay falta de espacios, de personal cualificado, de protocolos y en general de voluntad para abordar estas cuestiones.

¿Cuáles son los principales retos para MSF en Colombia?

El principal reto para MSF en Colombia es lograr el acceso (y mantenerlo) en aquellas zonas donde se encuentra la población más afectada por el conflicto armado y donde se hace más evidente la falta de acceso a los servicios de salud. La aceptación de nuestra presencia en zonas con fuerte dominio de los diversos actores armados es un desafío permanente, que debe ir siempre acompañado de la voluntad de testimoniar en relación a la precaria situación de la población y el olvido de parte de las instituciones de salud estatales.

¿Cómo es la situación actual en el país?

El conflicto armado en Colombia es invisible sólo para aquellos que no desean verlo, y  lleva dos años recrudeciéndose. Sin ir más lejos, el pasado 9 de julio, el municipio de Toribío fue atacado simultáneamente a otros cinco municipios en la misma zona. El resultado de estos ataques fue de ocho muertos entre civiles y militares, más de 100 heridos y 300 casas destruidas. Nuestros equipos que trabajan normalmente en esta zona tuvieron que organizar una intervención de emergencia para atender a la población afectada en el ámbito de la salud mental.

Una vez más, nuestro papel en Colombia es estar al lado y atender a las víctimas de un conflicto armado que tiene duras consecuencias en el día a día de la población y que incide fuertemente en la capacidad de acceder a la salud de la población que vive en las zonas rurales del país.


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