“El conflicto sigue haciendo estragos y las necesidades humanitarias no harán más que crecer”

Entrevista con Renzo Fricke, jefe de misión de Médicos Sin Fronteras en Afganistán.

MSF
10/09/2013

¿Se está deteriorando la situación de seguridad en Afganistán?

Afganistán es un país que sigue estando en guerra. Justo ahora, estamos justo en medio de la ofensiva que anualmente se laza en primavera, conocida como “estación de combates”. La oleada de ataques en Kabul en junio y julio refleja esto, pero la población sigue viéndose afectada por el conflicto durante todo el año en grandes partes del país. Durante esta última década, el acceso para las organizaciones humanitarias, incluida MSF, a las zonas más volátiles, donde las personas padecen más directamente el impacto de la guerra, se ha reducido drásticamente. Una llamativa consecuencia de esto es la ausencia de datos fiables para darnos una idea realmente precisa de las necesidades de las personas que viven en las zonas más inseguras.


¿Es posible tener una visión precisa de la situación de seguridad en Afganistán en este momento?


Basándonos en nuestra propia experiencia trabajando allí, sabemos que las necesidades humanitarias en Afganistán son enormes y siguen sin estar cubiertas. El país tiene uno de los peores indicadores de salud del mundo, es uno de los peores lugares para ser una mujer embarazada o un niño. Hay brotes recurrentes de enfermedades potencialmente mortales como el sarampión, y el país también es propenso a catástrofes naturales como inundaciones y terremotos. Muchas clínicas de salud rurales no funcionan, el personal sanitario cualificado se ha marchado de las zonas inseguras, y el suministro de medicamentos y material médico es irregular o inexistente. La inseguridad puede impedir que comunidades enteras se desplacen libremente para llegar hasta los hospitales. Y este deterioro de la atención sanitaria se hará más pronunciado cuanto más se alargue el conflicto.


Durante los últimos 12 años, se han gastado miles de millones de dólares de ayuda en Afganistán. ¿Qué impacto ha tenido esto en lo que a la salud se refiere?


Con la enorme cantidad de dinero inyectado en el país, pueden verse algunos resultados. El sistema nacional de salud se ha reestructurado y se ha ampliado la infraestructura médica en muchas partes del país. Sin embargo, la discrepancia entre lo que existe sobre el papel y la realidad en el terreno es enorme. Muchos de estos edificios están vacíos: no hay material, ni medicamentos, ni personal, ni pacientes. El sistema que se ha implementado se basa en la premisa de que Afganistán está en fase de ‘post-conflicto’, algo que no refleja la realidad de un país que sigue en guerra. Vemos que las personas siguen luchando para conseguir acceso a una atención sanitaria adecuada debido a la inseguridad, los costes, la distancia o el hecho de que muchos servicios de salud en realidad no funcionan.


¿Cómo se ha prestado la ayuda?


Desde que empezó la guerra, Afganistán ha sido un campo de pruebas para un enfoque integrado militar, político y humanitario por parte de las fuerzas de la coalición internacional encabezadas por la OTAN. Esto significa que hemos visto cómo la ayuda humanitaria se ha utilizado sistemáticamente para servir los objetivos de una agenda militar, con peligrosos resultados. La ayuda no se ha prestado basándose en las necesidades de las personas, sino siguiendo los designios de los intereses de seguridad nacional y de política exterior de los países implicados en el conflicto.

Se han invertido grandes cantidades de dinero en el país para desarrollar proyectos de ‘impacto rápido’, supuestamente para ganarse el corazón y las mentes de la población afgana. Por ejemplo, las fuerzas internacionales iniciaron actividades sanitarias a corto plazo en zonas cerca de la línea del frente. Al mismo tiempo que se proporcionaba atención médica, recababan información para fines militares como parte de su estrategia de contrainsurgencia.

Esta militarización de la ayuda ha desdibujado la separación de roles entre militares y actores imparciales y neutrales independientes, poniendo a los afganos en peligro cuando acuden en busca de asistencia. Algunos pacientes nos han dicho que prefieren tardar varias horas en llegar a un hospital de MSF antes que acercarse a una clínica gestionada por los militares, pues temen represalias de algún grupo de la oposición.


¿Qué papel desempeñan las ONG internacionales en el momento de prestar ayuda humanitaria?


Ha habido una falta significativa de ONG sanitarias imparciales y neutrales independientes en el país en los diez últimos años. Como la mayoría de los principales países financiadores de la ayuda humanitaria tienen tropas desplegadas en el conflicto, los fondos se han desviado considerablemente hacia una agenda de desarrollo o ‘estabilización’. En 2009, los fondos destinados a proyectos de desarrollo multiplicaban por 12 los destinados a asistencia humanitaria. Este enfoque ignora por completo la realidad en el terreno y las principales necesidades humanitarias existentes. Con algunas excepciones, un gran número de ONG internacionales han desempeñado un papel activo en esta agenda de estabilización, aceptando fondos afectados a lugares en los que las tropas de sus financiadores estaban desplegadas. Adoptaron un enfoque oportunista, olvidando su experiencia humanitaria para conseguir los fondos para el desarrollo que estaban disponibles. Junto con la militarización de la ayuda, esto ha mermado seriamente la capacidad de prestar una ayuda humanitaria neutral e imparcial independiente en el país.


¿Qué efecto tendrá la retirada de las fuerzas militares sobre la situación humanitaria?


Cuando las fuerzas se retiren, una cantidad significativa de dinero inevitablemente se irá con ellas. Un cambio importante será el cierre de las clínicas y hospitales gestionados o apoyados por los gobiernos implicados en el conflicto. Tanto si MSF está de acuerdo con los objetivos de estas estructuras como si no, reconocemos que ofrecían servicios a la población en algunas zonas. Está claro que los niveles ya insuficientes de los servicios médicos disponibles se reducirán todavía más. Al mismo tiempo, la inseguridad sin duda va a incrementarse y, casi con total seguridad, las necesidades humanitarias aumentarán. Lo que esperamos es que, cuando las fuerzas internacionales se reduzcan, las líneas entre la agenda militar y la asistencia humanitaria estén más claras. Queremos ver cómo se restaura la acción humanitaria imparcial independiente en Afganistán.


¿Cómo ha afectado al trabajo de MSF el ataque contra el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) el pasado mayo?


Nos tomamos el ataque contra el CICR muy seriamente. No está claro todavía si se trata de un incidente aislado o si refleja una nueva dinámica en el conflicto. Sea lo que sea, un ataque selectivo contra un reputado actor neutral obviamente resulta extremadamente preocupante. Es fundamental que todas las partes en conflicto respeten a los trabajadores humanitarios y las estructuras médicas, que deben seguir siendo lugares seguros y neutrales. La violencia merma la capacidad de las organizaciones humanitarias a la hora de realizar su trabajo, lo que tendrá graves consecuencias para el pueblo afgano que depende de su asistencia.


¿Qué medidas ha tomado MSF para garantizar la seguridad de su personal tras el incidente?


En Afganistán, como en otras partes, tenemos que encontrar un equilibrio inteligente entre la seguridad de nuestro personal y de nuestros pacientes, y la respuesta a las necesidades de las comunidades a las que asistimos. Nuestro enfoque siempre se ha basado en una estrategia de aceptación: nuestra protección viene dada por el hecho de que la comunidad quiere que estemos allí. Ofrecemos atención médica de calidad basada únicamente en las necesidades mientras respetamos la cultura local y los valores religiosos. El incidente del CICR nos muestra que se ha reducido el nivel de seguridad que esta estrategia de aceptación puede proporcionar. Hemos revisado nuestras operaciones en Afganistán a la luz de este suceso. Creemos que nuestras actividades médicas son significativas, pertinentes y muy necesarias para las comunidades con las que trabajamos. Por este motivo, seguimos comprometidos con nuestros programas actuales, pero hemos decidido reducir el número de trabajadores internacionales en el terreno en un 20 por ciento aproximadamente para mitigar algunos de los riesgos existentes.


¿Cuáles son los planes futuros de MSF en Afganistán?


Dadas las enormes y crecientes necesidades humanitarias no cubiertas en el país, queremos ampliar nuestra presencia en Afganistán más allá de nuestros cuatro proyectos actuales. En los próximos años, esperamos desarrollar nuevos proyectos en diferentes áreas, especialmente en zonas fuera del control gubernamental, pero también ir más allá de los muros de nuestros hospitales e intentar llegar a las personas directamente en sus comunidades, algo que ha sido extremadamente difícil hasta ahora dada la situación de seguridad. Recientemente, hemos empezado a organizar clínicas móviles preventivas en los barrios a las afueras de Kabul, para llegar a las comunidades aisladas que tienen dificultades para acceder a los servicios de salud. También estamos llevando a cabo un estudio en todos nuestros proyectos para entender mejor las barreras a las que se enfrentan los pacientes cuando intentan acceder a la atención sanitaria.

 


MSF trabaja en Afganistán en el hospital de Ahmad Shah Baba (en el este de Kabul) y en el hospital de Boost (en Lashkargah, provincia de Helmand). La organización también gestiona un centro quirúrgico en Kunduz, desde el que ofrece servicios de cirugía vital a la población del norte de Afganistán, así como una maternidad en Khost, en el este del país. En todos estos lugares, MSF dispensa atención médica de forma gratuita y trabaja en todas las salas de los hospitales. MSF únicamente depende de fondos privados para su trabajo en Afganistán y no acepta aportaciones de ningún gobierno para su trabajo en este país.