Cuando la malaria se complica aún hay esperanza… siempre que dispongas de un médico y que el tratamiento esté a tu alcance

La doctora de MSF Josine Blanksma ha trabajado en el hospital de Baraka, en el este de la República Democrática del Congo (RDC), durante ocho meses. Durante ese tiempo Josine ha tratado a cientos de pacientes por malaria, una infección parasitaria que puede ser letal, especialmente entre los niños.

MSF
25/04/2014

En la sala, los enfermeros están siempre ocupados: de un lado para otro, toman temperaturas, controlan los ritmos cardíacos de los pequeños, vigilan cómo respiran, administran las medicinas o buscan una vía intravenosa para aquellos que están demasiado débiles como para tomar pastillas.

Voy de cama en cama examinando a los pacientes. Cuando se trata de niños, la malaria puede ser mortal, así que es muy importante prestar mucha atención a todos sus síntomas. ¿Respiran pausadamente o tienen algún problema para inhalar?, ¿pierden consciencia o tienen espasmos? Si llegan a este estado de gravedad, significa que su organismo ya ha perdido muchas células rojas y que el cerebro y otros órganos no están recibiendo oxígeno suficiente. Así que, cuando esto ocurre, llevamos a los niños inmediatamente a la Unidad de Cuidados Intensivos y les administramos oxígeno y transfusiones de sangre en el caso de que sea necesario. Siempre trabajamos contrarreloj, haciendo todo lo posible por salvarles la vida.

Cuando llega la estación de malaria, el número de pacientes con malaria aguda que llega hasta el hospital se multiplica exponencialmente. En estos casos, su vida está bajo un serio riesgo, pero por suerte, a pesar de su delicada situación, en la mayoría de las ocasiones aún podemos ayudarles. “Hace días que mi hijo empezó a tener fiebre. Ha estado vomitando”, me dice una joven madre mientras acuna a su bebé de tres años. El niño está inconsciente y muy pálido.

Analizamos su sangre inmediatamente y nuestras sospechas se confirman: el pequeño tiene malaria. Lo medicamos vía intravenosa y le hacemos una transfusión de sangre. Le proporcionamos oxígeno con una máscara y lo alimentamos vía nasogástrica. Hemos hecho cuanto está en nuestras manos. Ahora ya sólo queda esperar y ver si su cuerpo puede defenderse de la enfermedad. Tememos por su vida.

Cuando llego al hospital al día siguiente y le veo despierto, me llevo una enorme alegría. Observo con una sonrisa cómo su madre le da de comer una papilla de avena. Se le ve mucho mejor, parece que podrá salir de esta.

Recuerdo otro día en el que dos niños con malaria aguda llegaron al mismo tiempo hasta el hospital. El niño, de cinco años, perdía la consciencia intermitentemente, la niña, de tres, estaba en coma. La cosa no pintaba nada bien y lógicamente estábamos todos muy preocupamos. Sin embargo, al día siguiente, la niña ya estaba despierta y miraba a todos lados con atención, mientras que el niño se encontraba sentado en la cama, comiendo.

La estación de malaria de este año ha sido muy dura, pero somos conscientes de que nuestra ayuda ha marcado la diferencia para muchas de estas familias: en muchos lugares de la RDC, puesto que MSF es la única organización que ofrece cuidados médicos gratuitos. Nuestros equipos logran sacar adelante decenas de niños como estos cada día, niños que de no recibir la atención médica adecuada estarían condenados. Yo, que voy a ser tía pronto, me siento cada día más sensible ante este tipo de situaciones: son sólo niños… y soy consciente de que en muchos otros lugares del país mueren simplemente por no poder pagar un médico o porque simplemente no lo tienen. Y eso es algo intolerable.


La malaria es una enfermedad tropical prevalente en África. Está causada por una serie de parásitos que se transmiten por la picadura de mosquitos y que destruyen las células rojas que llevan el oxígeno en el cuerpo. Sin tratamiento, los pacientes desarrollan anemia y sus órganos vitales no reciben oxígeno suficiente. Para tratar la malaria, MSF usa una combinación terapéutica con base de artemisina. En 2012 los equipos de MSF trataron 1.6 millones de pacientes de malaria en todo el mundo.