Cuestión de dignidad (por Carlos Ugarte)

MSF
20/12/2010

A menudo se oyen críticas que identifican a los haitianos con la violencia. Los medios de comunicación airean con frecuencia sus llamados excesos: atacan a los cascos azules a los que acusan de haber llevado el cólera a su país, reaccionan violentamente ante lo que consideran un fraude electoral, levantan barricadas, incendian neumáticos…..

Uno mira su historia reciente y no puede por menos que comprender su frustración y su ira. Un pueblo abandonado por sus propias élites cómodamente asentadas en el extranjero , que no dudan en anteponer sus privilegios aún a costa del sufrimiento de su propia gente. Un gobierno débil acusado de corrupto y sin capacidad de reacción, tutelado por los cascos azules de la ONU, percibidos por la población como fuerzas de ocupación, que a pesar de los años transcurridos no han aportado nada a su país. Un país pobre y abandonado por la llamada comunidad internacional, que de la noche a la mañana descubre que en Haití existe gente que sufre y, al hilo de su desgracia, sus líderes no dudan en fotografiarse entre los escombros y prometer con gesto firme soluciones a su sufrimiento que hasta hoy nadie ha visto

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