Desesperados en el mar enardecido

MSF acaba de iniciar un nuevo proyecto en Yemen para asistir a los inmigrantes que llegan en masa a la costa meridional del país

MSF
03/10/2007

La mayoría de estos inmigrantes vienen de Somalia y Etiopía y cruzan el Golfo de Aden en condiciones asombrosas. Desde el principio del año, se calcula que unas 14.000 personas intentaron cruzar el Golfo. Más de 350 murieron en el intento y 272 siguen desaparecidas. Este es un extracto del diario de Ibrahim Younis, el coordinador general de MSF en Yemen:

Llevamos tres meses en una misión exploratoria en el sur de Yemen; nuestro objetivo es identificar las necesidades médicas de los inmigrantes africanos que atraviesan las aguas bravas del Golfo de Aden en busca de una vida mejor. En junio y julio, mientras recabamos información en el país antes de llegar a la costa meridional, nos contaron muchas historias duras acerca de los inmigrantes. Pero aun así, cuando llegamos aquí y vimos la cantidad de barcos que llegaban día y noche a las costas, la sensación fue muy distinta. Es duro ver a tanta gente arriesgar la vida de esta forma. Niños, mujeres y hombres, todos dejaron Somalia y Etiopía en busca de otra vida y algo de seguridad en las tierras árabes.

Las historias que nos cuentan los inmigrantes son terribles. El viaje dura entre tres y cuatro días, entre Bossaso, en Somalia, y una franja de costa de unos 400 kilómetros entre Bir Ali y Ahwar, en Yemen. Suelen atravesar en pequeños barcos de pescadores con capacidad para 30 personas pero que llenan con 90 o 100 personas, tres veces la capacidad normal. Para evitar que los barcos vuelquen obligan a los pasajeros a quedarse sentados sin moverse, ni siquiera para orinar, durante al menos tres días; algunas veces atan a los pasajeros. No pueden llevar nada consigo durante la travesía, a veces ni siquiera comida y muy poca agua. Algunos no resisten estas durísimas condiciones y se mueren en el camino; los cuerpos se tiran simplemente al agua. Como las fuerzas de seguridad yemeníes persiguen a los traficantes en toda la costa, muchas veces los pasajeros deben saltar al agua a una buena distancia de la playa y en plena noche. Unos inmigrantes saben nadar, otros no. Y aunque supieran, a veces, cuando es noche cerrada, ni saben en qué dirección nadar.

Ahwar, sur de Yemen. 15 de septiembre de 2007. 0.34 horas.
Uno de los integrantes de nuestra red de informantes nos ha mandado un mensaje urgente para que vayamos de inmediato a la zona de Hessin Bel Eid, a unos 34 kilómetros de nuestra base de Ahwar. En Hessin Bel Eid se encuentra uno de los cuatro puestos de salud que tenemos posicionados a lo largo de la costa entre Ahwar y Bir Ali. Mandamos dos coches con alimentos, agua, un equipo médico y todo el material de primer auxilio necesario, incluyendo ropa y mantas.

Es noche cerrada cuando llegamos; no se ve nada. Nos guiamos por los focos de las antorchas de los guardacostas yemeníes. Los soldados tienen pánico. Cuando llegamos se nota que se sienten aliviados. Nos piden que atendamos a 94 supervivientes muy debilitados. Llegaron en dos barcos sobre las 19 horas, pero debido a problemas de comunicación no pudieron contactarnos antes. Al mismo tiempo, nos piden que nos hagamos cargo de los muertos que se encuentran en la playa, cerca del puesto de guardacostas.

Ofrecemos un tratamiento médico de urgencia a los supervivientes e identificamos a los más débiles; distribuimos agua, alimentos y ropa.

Los síntomas más comunes que observamos en los inmigrantes son signos de deshidratación, de abusos físicos y dolores musculares ya que deben quedarse sentados sin mover durante tres días. También observamos signos de estrés postraumático; están asustados y necesitan que les den seguridad, lo que hace enseguida nuestro equipo de psicólogos.

Después de atender a los supervivientes también debemos hacernos cargo de los muertos. Esta es la peor parte. Recorremos cerca de un kilómetro y medio y pronto llegamos a la playa. En todas partes se ven cuerpos de personas de distintas edades; en la noche parecen como rocas. Cuando nos acercamos vemos que los cangrejos han empezado a comer los cadáveres. Con la ayuda de unos voluntarios logramos llevarles a suelo más firme y los cubrimos ya que muchos de ellos están desnudos. Luego empezamos a ver con las autoridades cuáles son los requisitos legales para poder enterrar a estas 30 personas.

Mismo día; 8 de la mañana.
La gente de la agencia de refugiados ha llegado y lleva a los inmigrantes al centro de recepción de Mayfa, a unos 80 kilómetros de la costa, donde los registrarán antes de llevarles a un campo de refugiados en la región de Kharaz.

Cuando vuelvo a pensar en estos acontecimientos, me asombra lo fuerte que es esta gente. Compartimos con ellos sus miedos y debilidades en su momento de mayor necesidad, pero se mantienen dignos en cada instante. Son verdaderos supervivientes. Cuando hablamos con ellos, las historias que nos cuentan son tan horrible que nos hacen temblar. La mayoría dicen que huyeron de la guerra en Somalia, pero no esperaban que el viaje fuera a ser tan duro. Algunos me contaron: “Preferimos la guerra al viaje en barco. Si por lo menos tuviéramos algo de comer en Somalia”.

Las infraestructuras locales yemeníes se ven claramente desbordadas por la llegada masiva de barcos de inmigrantes. Después de un viaje tan largo y peligroso, los inmigrantes no reciben casi ninguna asistencia cuando finalmente consiguen llegar a la costa yemení. De momento, la intervención de MSF permite por lo menos cubrir sus necesidades más urgentes.