“Lo perdimos todo, ese día pensamos que se venía el fin del mundo”, cuenta Manuel, de 65 años, del barrio de Tamarindo. “Algunos de los vecinos se fueron al campo para escapar de los temblores y otros se refugiaron en el estadio de Pedernales. El que huye, vive”.
MSF en Pedernales
Médicos Sin Fronteras (MSF) cuenta con seis puntos de atención psicosocial en Pedernales. Algunos se encuentran en los albergues, y otros, en un barrio de la localidad. Néstor Rubiano, coordinador del equipo de Colombia de MSF en Ecuador, cuenta que por lo general, se trata de zonas donde hay más de 40 personas albergadas o de zonas donde la ayuda no llega. “Estamos haciendo intervenciones psicosociales donde buscamos reestablecer lo más rápido posible las actividades cotidianas de la población”, sostiene.
En Pedernales alrededor del 80% de las propiedades de la comunidad resultaron afectadas durante el terremoto. Durante la última semana, si bien ha habido ayuda oficial, de instituciones privadas y de la sociedad civil, “el problema, como suele suceder en este tipo de desastres naturales que generan un gran número de necesidades, continúa siendo la falta de coordinación entre todos los actores presentes en esta emergencia”, menciona el coordinador.
“En relación a la atención psicosocial, estamos tratando colaborar con psicólogos locales, aunque muchos se encuentran más ocupados dando ayuda humanitaria como comida y agua. Y en los pocos casos en los que se hace, no se realiza de manera organizada ni con un plan de seguimiento. Eso genera un vacío y es por este motivo por el cual MSF está realizando asistencia psicosocial”, explica Rubiano. Además, en algunas zonas de Pedernales, MSF realiza donaciones de tanques de agua y tiendas de campaña.
“Ayuda, estamos albergados aquí”
Si bien en cuanto ocurrió el terremoto muchas familias decidieron ir a buscar refugio en albergues de la zona, con el correr de los días, algunas de ellas han decidido volver a la ciudad. “Somos Pedernalistas y tenemos que quedarnos aquí. Sólo nos iremos si las autoridades nos piden que desalojemos el lugar, porque si tenemos que evacuar hacia otro sitio, no tenemos donde ir”, dice Cusme, 40 años, que vive en el barrio de Tamarindo junto a su hija de 4 años. “Nuestras familias nos alojarán semanas o meses, pero lo que quedó de mi casa es mío y aquí, en mi lugar, nadie me dice cuándo me tengo que levantar o me pone mala cara”.
Las personas que aún viven en Pedernales o que decidieron volver a la ciudad, transitan por las calles usando barbijos para protegerse del polvillo de aquellas construcciones que están siendo demolidas por posibles derrumbes. Pero también, porque aún, en ciertas zonas, puede olerse el hedor de los cadáveres.
La Secretaría Nacional de Gestión de Riesgos de Ecuador reportó hoy más de 29000 personas albergadas en todo el país por el terremoto, y de ellas, más de 24100 corresponden a la provincia de Manabí. “Al principio hubo un crecimiento exponencial en la cantidad de personas que se refugiaron en los albergues. Sin embargo, a raíz de la lluvia que hubo días atrás, las condiciones de vida allí empeoraron y muchas personas volvieron a sus casas, quedando en esos casos sin ayuda porque todo está centralizado en los albergues”, menciona Néstor Rubiano. También, aquellos que no pudieron volver a sus hogares, se han organizado en pequeños albergues improvisados construidos sólo con plásticos y palos de guadua. Ellos tratan de pedir asistencia a través de carteles que indican “Ayuda. Estamos albergados aquí”.
“Ahora tenemos que aprender a vivir con las réplicas. A veces seguimos sintiendo que el piso se mueve por los nervios que nos quedó, aunque no siempre la tierra tiemble. Tenemos que aprender a vivir con lo que nos pasó”, sostiene Cusme.