El desesperado viaje de los eritreos en busca de seguridad

En un nuevo informe, subrayamos las consecuencias del peligroso viaje que miles de eritreos emprenden a través del desierto y el mar hacia Europa, un claro ejemplo de cómo las políticas restrictivas de migración tienen un devastador impacto en las personas que buscan seguridad fuera de sus países.

MSF
27/02/2017

En 2015, la mayoría de personas que cruzaron el Mediterráneo central hacia Europa fueron eritreos, un dato considerable si tenemos en cuenta que la población de este país del noreste de África solo cuenta con una población de cinco millones de personas. En esta peligrosa travesía, un 90% lograron llegar a Europa y conseguir asilo. No obstante, el viaje que emprenden es sumamente peligroso.

Así lo reflejamos en 'Morir de camino a Europa: eritreos en busca de seguridad', un nuevo informe que busca señalar las consecuencias del peligroso viaje que miles de eritreos emprenden a través del desierto y el mar hacia Europa. Esta travesía supone un claro ejemplo de cómo las políticas restrictivas de migración tienen un devastador impacto en las personas que buscan seguridad fuera de sus países.

Dicho informe está basado en testimonios de refugiados que han huido de Eritrea -un país pequeño pero altamente militarizado- y que denuncian la ausencia de libertades y el reclutamiento forzado desde hace años, incluso décadas. Los desertores corren el riesgo de ser detenidos, encarcelados, torturados y asesinados.

“El 90% de los eritreos que logran llegar a Europa por tierra y mar tienen el asilo asegurado. Los gobiernos europeos reconocen sus demandas como genuinas pero, a pesar de ello, están haciendo todo lo que pueden para impedir a eritreos y otros solocitantes de asilo llegar a las costas de la Unión Europea (UE)”, explica Arjan Hehenkamp, nuestro director general en Holanda.

Cicatrices, heridas y secuelas

A diario, nuestros equipos son testigos de las desgarradoras consecuencias médicas y humanitarias de las cada vez más restrictivas políticas de migración. En el caso de Eritrea, atienden a refugiados de este país directamente en los programas de Etiopía, Libia y el Mediterráneo, y comprueban las condiciones en que se encuentran, que incluyen profundas cicatrices, heridas y secuelas psicológicas que concuerdan con sus testimonios.

Son testigos de la desesperación fruto del hacinamiento en los campos de refugiados de Etiopía, donde las personas dependen únicamente de la ayuda humanitaria para sobrevivir. En Sudán, el acceso a la protección y a la asistencia es deficiente, y los refugiados eritreos corren el riesgo de ser detenidos y deportados a su país. En lugar de esperar, muchos piensan que no tienen otra alternativa que correr un riesgo físico y psicológico y enfrentarse a la violencia sexual, las detenciones arbitrarias y las deportaciones en Libia. Así como a un peligroso viaje cruzando el mar, con la esperanza de llegar sanos, salvos y libres a Europa.

En 2015, los refugiados eritreos fueron el grupo más numeroso en cruzar le Mediterráneo: 39.162 hombres, mujeres, niños y niñas llegaron a Italia. En 2016, fueron el segundo grupo, con 20.718 personas rescatadas de barcazas que fueron traídas a Europa.

En lugar de establecer vías legales y seguras para aquellos que buscan protección internacional, la UE está incrementando la colaboración con Eritrea, Libia, Sudán y Etiopía para impedir a los eritreos dejar su país y transitar a través de estos países hacia Europa. La UE trata de cortar de raíz la migración fortaleciendo las fronteras nacionales y facilitando las detenciones fuera de sus fronteras, dejando a las personas sin otra opción que pagar a los traficantes para atravesar puestos de control, fronteras y vallas, salir de las prisiones y finalmente subirse en botes para cruzar en el Mediterráneo.

Cada eritreo que hemos entrevistado en los barcos de búsqueda y rescate del Mediterráneo ha declarado ser víctima o testigo de altos niveles de violencia, incluida la tortura, en muchos de los puntos de su viaje y haber sufrido algún tipo de privación de su libertad. La mitad ha señalado ver morir a otros refugiados, solicitantes de asilo o migrantes, muchas veces como consecuencia de la violencia. Cada mujer eritrea ha experimentado directamente, o conoce a alguna otra mujer, que ha sufrido violencia sexual, incluidas violaciones.

“Es vital que la UE, los estados miembros y otros gobiernos provean de vías seguras y de protección a los eritreos y a cualquier otra persona que huya de conflicto y persecución. Los esfuerzos para gestionar la migración no deberían incluir la externalización del control de fronteras ni condicionar la ayuda económica a la prevención de la migración. Las personas que buscan protección no deben ser abandonadas en lugares inseguros sin otra opción que arriesgar su vida en un peligroso viaje. La contención no es la respuesta, las políticas de migración nunca deberían dejar atrapadas a las personas en zonas de riesgo o conducirlas hacia el peligro. Desgraciadamente, las actuales políticas hacen justamente eso”, avisa Hehenkamp.