No son las balas lo que más mata en Tigray; es el abandono de la población a su suerte
Ken, Bayesh y Aster son algunas de las personas desplazadas a la fuerza con las que hemos hablado en los últimos meses. Son supervivientes de la cruenta violencia que atraviesa Tigray, en Etiopía, desde enero, donde hemos visitado más de 100 ubicaciones en clínicas móviles para brindar atención médica vital.
Ken Alew Gebrekristos
“Algunos días no comíamos nada. Una chica desplazada dio a luz, sin ningún médico cerca, así que hicimos un fuego para calentar al bebé. Solo teníamos una sábana para ofrecerle”. Ken huyó a las colinas con su familia, llevándose nada más que su ropa. Permanece en Adwa porque la presencia de organizaciones como la nuestra les hace sentirse más seguros.
Aster*
30 años, madre de dos hijos y embarazada de ocho meses.
No he recibido ninguna ayuda alimentaria. Algunos días, salgo a mendigar. Si no me dan nada, nos vamos a dormir sin haber comido nada. Es duro depender de la gente. Hace que me sienta vacía”. Aster* huyó de su pueblo con su familia. Tomamos esta foto mientras esperaba a un chequeo prenatal en la clínica de atención primaria que tenemos en un centro de desplazados en Shire. *El nombre ha sido cambiado por deseo de la persona entrevistada.
Bayesh Danyo
25 años, de Humera, madre de un bebé y un niño pequeño
No hemos podido lavarnos desde que llegamos y mi bebé está enfermo por culpa de las duras condiciones en las que dormimos”. En respuesta a la llegada de tantas personas desplazadas, nos estamos centrando en actividades de agua y saneamiento en algunas de las principales ciudades de Tigray.
Demsas*
60 años, tiene diabetes de tipo 2
El médico me ha aconsejado que coma alimentos variados:
carne, leche, injera [un tipo de pan etíope]… Pero ahora no puedo permitírmelo. Antes era agricultor y carnicero y comía bien”. Recientemente, Demsas* ha recibido tratamiento para su diabetes en el hospital. Pero, como la mayoría de desplazados, su dieta consiste solo de pan y carece de suficientes nutrientes.
*El nombre ha sido cambiado por deseo de la persona entrevistada.
Leterbrhan (seudónimo) yace con su hija de 5 años en una pequeña habitación donde duermen unas 20 personas en la escuela primaria de Abi Adi, una ciudad en el centro de Tigray. Las escuelas se han convertido en asentamientos informales para las personas desplazadas que huyen del conflicto en esta región del norte de Etiopía.
Wagiha, de Humera, se sienta con sus hijos en la escuela preparatoria en Abi Adi, una ciudad en el centro de Tigray.
Sesel Gorohat, de Sheraro, con su hija de 2 años, y Salam, de Humera, con su bebé de 4 meses, frente a un mapa de la región de Tigray en la escuela Basin en Axum, una ciudad en central de Tigray que ha recibido a miles de personas recién desplazadas en las últimas semanas.
Bereha Abebe, de Humera, con su hijo de 2 años, prepara café en la escuela Basin, actualmente utilizada como asentamiento informal para personas desplazadas en la ciudad de Axum, en el centro de Tigray.
Haragu Masfem, de 40 años, madre de cinco hijos, se sienta fuera de la escuela Basin en Axum, una ciudad en el centro de Tigray que ha recibido a miles de personas desplazadas en las últimas semanas.
Mebrehit Gebreslassie, de 38 años, es de Mai Kadra en el oeste de Tigray, pero ahora está desplazada con sus cuatro hijos y se aloja en la casa de un pariente en Axum, en el centro de Trigray. La foto fue tomada en la escuela Kundeya, donde había ido a buscar ayuda humanitaria.
Dehab*, de 35 años, ha venido a nuestra clínica para buscar ayuda para sus problemas de salud mental. Es madre soltera de cuatro hijos y dice que se siente constantemente estresada. Ella es de Shire y dice que no ha recibido atención médica durante tres meses. “Solo usé agua bendita de la iglesia para curar mis problemas”. * El nombre ha sido cambiado por deseo de la persona entrevistada.