Guatemala: "El Chagas tiene que ver directamente con la pobreza"

Acompañamos a Jorge un día de visita a las casas de los pacientes con Chagas, en el municipio de Olopa, Guatemala.

MSF
14/11/2005

En esta visita, pudimos conocer más de cerca la enfermedad y las dificultades que entraña su tratamiento. El acceso a las comunidades de las montañas de Olopa se vuelve muy complicado en época de lluvias, pero éste es sólo uno más de los problemas tras los que el Chagas se esconde.

“La niña se llama Reina”, me la presenta Jorge al llegar a su casa, después de alejarnos de una de las casas en un día de visitas domiciliarias por las montañas de este municipio. Jorge es el médico de terreno del proyecto que MSF desarrolla para el diagnóstico y el tratamiento de Chagas en Olopa, Guatemala. “En su casa piensan que no tiene ninguna enfermedad, porque el concepto de enfermedad que tienen es otro, va asociado a cuando la ven en forma de vómitos, diarrea, fiebre. Pero el caso del Chagas cambia un poco el concepto de enfermedad, porque nada de eso ocurre, menos aún en un niño de diez años.”

Es difícil explicar en qué consiste esta enfermedad y que además requiere un tratamiento. Cuando le pregunto si él destacaría algún paciente a cuya familia le costara aceptar especialmente esta realidad invisible del Chagas, Jorge me cuenta que sería complicado destacar alguno en particular, porque toda la gente de estas comunidades viven la misma realidad.

¿Cómo es esa realidad? “Una realidad de subsistencia” responde Jorge rápidamente. “Tienen su pequeña parcela, su cultivo de maíz. Es una vida muy de la montaña. La mujer suele dedicarse a los trabajos pesados de la casa: criar a los niños, cuidar de la casa, buscar leña; los hijos cuidan de su hermanito más pequeño. El marido sale a trabajar en la mañana temprano y vuelve en la noche. Viéndolo un poco desde afuera, se trata de una vida que transcurre de una manera muy rutinaria.”

“Hay que ganarse un espacio con la gente de la montaña”

Jorge cuenta que, como en todas partes, al principio suele costar que las comunidades acepten la presencia de los equipos. “Es como en todas partes, sólo que en este caso hay que ganarse un espacio con la gente de la montaña, que tiene sus propios códigos y que no suele ser tan abierta como en otros lados. Nuestra ventaja es la continuidad. Es decir, no somos una ONG que pasa a vuelo de pájaro, que hace alguna cosa y que en dos meses ya no se le ve más. En estos casi tres años que llevamos aquí, la gente nos conoce muy bien. Nos ve caminando por las aldeas, haciendo las visitas, ve pasar los carros varias veces al día por delante de las casas, ve a los trabajadores locales e internacionales trabajando con ellos en el puesto de Salud...”

A veces se dice que el problema de Chagas es un problema de acceso a medicamentos. Pero ya en el terreno no se ven las cosas tan simples, como dice Jorge. “Además del medicamento, el Chagas tiene que ver directamente con la pobreza, con los hábitos de vida, con el desconocimiento no solamente de las personas que padecen la enfermedad, sino de las autoridades, del personal que lo trata, de los políticos”

Le pregunto al médico de MSF qué se llevará guardado cuando se marche de Olopa y qué inquietud piensa que puede quedarle también y responde sin dudar “que conozco mejor de qué va esta enfermedad, porque antes no la conocía bien. Yo vengo de un lugar en la Argentina, donde el Chagas es endémico. En la Universidad veíamos algunos casos de cardiopatía chagásica, pero después si no te dedicas a eso, ya te olvidas. Al estar aquí, uno aprenda más que lo que dicen los libros, la realidad detrás de la enfermedad, el modo de vida de la gente, la situación en la que viven...”

El proyecto de MSF en Olopa pretende ser un revulsivo que anime a las autoridades del Ministerio de Salud a ampliar su cobertura de la enfermedad en las regiones más aisladas. En Guatemala ya existe un programa nacional de Chagas y eso es muy importante para los pacientes de todo el país. La presencia de MSF ha demostrado la posibilidad de tratar con éxito a los pacientes a pesar de las dificultades de acceso. Al mismo tiempo la Agencia de Cooperación Japonesa está invirtiendo mucho en el control vectorial. Hay todavía deficiencias, como las del acceso a medicamentos, pero se están dando pasos que indican un avance importante.

De vuelta, en la casa donde se encuentran las oficinas de MSF, veo que en la mesa hay un libro editado por MSF y dedicado a los maestros. Forma parte de una iniciativa de educación a nivel comunitario muy importante, precisamente para familiarizar a los educadores y alumnos de las escuelas rurales con esta enfermedad. “Es otra forma de atajar las peores consecuencias de esta enfermedad e intervenir desde el principio en la intervención. No podemos actuar sin pensar en el futuro. Los maestros tienen en su mano una llave muy importante para abrir en la memoria de los pequeños el recuerdo de prevenir esta enfermedad”

Hasta el momento, en el proyecto de Chagas en Guatemala, MSF ha realizado tomas de muestra a 2.566 niños menores de 15 años y se espera seguir haciéndolo hasta completar la población de casi 9.000 niños en el municipio. Se espera haber tratado y curado totalmente a unos doscientos pacientes a finales del próximo año.

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