Guatemala: "La rapidez en la respuesta era un imperativo humanitario"

Alfonso Verdú, Coordinador de MSF España en Guatemala, explica las primeras acciones de nuestros equipos en la respuesta de emergencia a la catástrofe producida por la tormenta tropical Stan.

MSF
20/10/2005

La población guatemalteca fue golpeada recientemente por la tormenta tropical Stan que asoló la costa Pacífico del país, dejando un saldo de muertos, damnificados y daños materiales que ha triplicado el que provocó en su día el Huracán Mitch. Aunque ya había trabajado en la misión de MSF España en Guatemala, Alfonso Verdú asumió recientemente la coordinación temporal del equipo en el país centroamericano y se vio sorprendido por la llegada del Stan, tras la cual puso en marcha evaluaciones rápidas y envíos de ayuda humanitaria de emergencia, especialmente en el departamento de Solola.
Desde hace varios años, MSF tiene varios proyectos de VIH/SIDA en ciudad de Guatemala, Coatepeque y Puerto Barrios, además de uno de Chagas en Olopa. Parte de estos equipos han sido movilizados para participar en las tareas de evaluación y atención médica y de agua y saneamiento que implica esta emergencia. En estos momentos, más equipos enviados por las diferentes secciones que trabajan en el país han llegado para sumarse a las intervenciones de MSF.


¿Cuándo tuvisteis una idea más clara de lo que estaba ocurriendo en la parte occidental del país por el paso del Stan?

La CONRED (Coordinadora Nacional para la Reducción de Desastres) alertó a sus delegaciones departamentales sobre la tormenta tropical el lunes día 3 por la tarde; yo estaba en Puerto Barrios (proyecto VIH/SIDA) en una visita de apoyo y decidimos ir, junto con María Torre, la coordinadora de terreno (CTE) a recabar información. En aquellos momentos se daba la alerta naranja para el país y sólo al día siguiente se confirmó la alerta roja para toda Guatemala. En el período de tiempo transcurrido entre el martes 4 y el miércoles 5, la información era extremadamente confusa y contradictoria. No obstante, y como medida preventiva, decidí convocar el Comité de Emergencias (MSF-E tiene el turno de guardia para emergencias establecido por las tres secciones presentes en el país) el jueves 6 a primera hora. En ese momento empezamos a “echar mano” de los contactos que cada sección, cada coordinador general (CG), tenía. Por nuestra parte, tuvimos la “suerte” de contar con un psicólogo de MSF Francia que estaba precisamente en San Lucas Tolimán, uno de los pueblos aledaños al lago que estaba bloqueado. La información que nos daba, junto con el seguimiento constante por parte de todo el equipo de coordinación (Guillermo López, logista, Regina Escudero, médico, Gemma Vilalta, administradora) empezó a darnos una fotografía más o menos clara de la magnitud de la tormenta, además del hecho de que no paraba de llover de forma torrencial en ciertos departamentos.

¿Cuál fue la primera impresión de los equipos al llegar al lago Atitlan?

Fue una sensación de vacío y de hacinamiento al mismo tiempo. No había llegado ninguna ayuda internacional. Nadie estaba presente en el área a excepción de las capacidades locales. El lago Atitlán es el principal atractivo turístico de Guatemala, rodeado por tres volcanes de más de 3.000 metros de altura cada uno, una serie de pueblecitos alrededor, todos con nombres de apóstol, que están habitados por indígenas de la etnia tzutuhil. A pesar de la magnitud de la tormenta y de la tragedia vivida en el lago (en Santiago ya se hablaba de la desaparición de 1.400 personas en un solo pueblo como consecuencia de un deslave del volcán) la población afectada sólo era asistida... ¡por ellos mismos!. Además, las poblaciones que en un primer momento fueron evaluadas provenían de muchas comunidades indígenas que, ante la presencia de lluvia torrencial, deslaves y derrumbes, habían tomado la decisión de dejar sus aldeas y refugiarse en los pueblos más cercanos; de ahí que la primera impresión, de hecho, uno de los problemas principales de la intervención, fuera de hacinamiento. Unas 10.000 personas en el área del Lago buscaron albergue temporal en cualquier estructura que tuviera un techo, así que iglesias, gimnasios, municipalidades y hasta casas privadas fueron “invadidos” por gente que lo habían perdido absolutamente todo, menos la vida a duras penas..

Imagino que uno de las primeras dificultades es decidir y elegir prioridades como objetivo de la ayuda.

Efectivamente, es un proceso de toma de decisión que ha de ser rápido y efectivo y en el que siempre te queda una sensación de que estás olvidando o dejando algo que no debería quedar fuera de tu objetivo. Es, con diferencia, uno de los momentos estratégicos clave a la hora de definir la primera respuesta de emergencia. En una situación así, todo el mundo necesita lo más básico, incluyendo agua potable, víveres, cobijo y medicamentos. Cuando hablo de “todo el mundo”, me refiero a 3.5 millones de personas en un país de 12 millones. Afortunadamente, la distribución por áreas de influencia entre las diferentes secciones (MSF Suiza en occidente, MSF Francia en oriente y MSF España en la región central) hizo que pudiéramos maximizar los esfuerzos tanto a la hora de la evaluación como de la intervención. Al mismo tiempo, el hecho de contar con una Bodega Internacional compartida, en la que teníamos kits de emergencia, junto con gran cantidad de material útil excedente del Mitch, hizo que la respuesta de MSF fuera muy rápida. Por ponerte un ejemplo, en Santiago Atitlán hubo acceso por primera vez el viernes 7 (antes no se podía ni por vía terrestre ni por vía aérea, para nadie); el sábado 8 ya habíamos hecho llegar un primer envío de 7.000 kilos de ayuda humanitaria de emergencia. No obstante, siempre queda esa sensación de que si la ayuda internacional se canalizase de forma más rápida y efectiva (por ejemplo, la AECI sólo contaba con un presupuesto de 200.000 euros hasta el sábado día 8 para cubrir TODO el país; ECHO abrió su línea de financiación a partir del día 11...) los recursos hubieran estado disponibles a tiempo y de forma mejor.

¿Cuántas personas formaron los primeros equipos de MSF que se movilizaron?

El primer equipo, formado por una médico, un logista experto en agua y saneamiento y un chofer-logista, llegó a Santiago de Atitlán a través de los Bomberos Voluntarios (guatemaltecos), que por primera vez en 3 días lograban abrir una vía de acceso; un equipo “paralelo”, compuesto por una enfermera y otro logista, estaba preparado para salir en helicóptero. La llegada del primer equipo a Santiago se completó después con el que estaba preparado para el helicóptero, juntándose un total de 5 recursos humanos. Posteriormente, se ha unido a este equipo una psicóloga y un epidemiólogo (el equipo sanitario y logístico ha sido reforzado con recursos de la Unidad de Emergencia). A partir de ahora se irá completando en función de las necesidades; ya tenemos identificado un puesto de enfermero y un logista más. Por lo que se refiere a Nueva Concepción (Escuintla), actualmente contamos con un logista experto en agua y saneamiento que está evaluando e interviniendo en pozos y letrinas, además de otro chofer-logista y un apoyo epidemiológico.

¿En qué han consistido hasta el momento los envíos de ayuda?

De forma general, lo más importante tanto en la primera respuesta de emergencia como en la fase en la que estamos ahora es garantizar el agua potable; si bien en un primer momento la necesidad nos llevó a suministrar agua embotellada comprada desde la capital, la idea desde el principio fue garantizarla de forma permanente. Para ello, desplazamos equipos de almacenamiento de agua (“burbujas”) con capacidad para 30.000 litros que instalamos estratégicamente cerca de los albergues más numerosos de Santiago de Atitlán, garantizándola para casi totalidad de las 2.700 personas que permanecen allí. Además enviamos mantas, jabón y medicamentos para unas 3.000 personas; asimismo, nos concentramos en el envío de utensilios de plástico para la construcción de refugios provisionales, así como sacos que garantizasen la cobertura a la hora de dormir (la gente estaba durmiendo en el suelo). El envío de bolsas de basura (más de 3.000) también fue clave para poder organizar y mejorar el entorno higiénico de algunos albergues. En estos momentos, las diferentes organizaciones, principalmente locales, cubren de mejor o peor forma las necesidades básicas, pero la situación queda lejos de normalizarse: a modo de ejemplo, un único camión de bomberos era el encargado de llenar las burbujas, pero actualmente está fuera de uso por lo que MSF ha tenido que alquilar uno y seguir suministrando agua a los albergues.

A partir de ahora, ¿qué perspectivas hay para la intervención de MSF?

La prioridad ahora es la población de los albergues. Actualmente un equipo formado por una médico, un enfermero, una psicóloga, un epidemiólogo y un logista experto en agua y saneamiento está en proceso de diagnóstico de la situación real de los mismos: censo, necesidades médico-sanitarias, necesidades de salud mental y necesidades de agua y saneamiento. Asimismo, también se valora la capacidad de respuesta, a corto y medio plazo, de los recursos locales. A partir de ahí, y paralelamente a las acciones que ya estamos implementando, se cubrirán aquellos escenarios en los que la capacidad local no esté dando respuesta. La idea es siempre centrarse en la población de los albergues, en la lógica de descargar los recursos municipales para asistir al resto de la población.

El mayor riesgo a día de hoy es el plan de realojamiento que existe por parte de las autoridades para estas personas. Las últimas noticias hablan de la construcción de un “campo de albergados” que estaría compuesto por 20 módulos de 15 por 35 metros que acogerían entre 100 y 150 personas por módulo. Además, el gobierno sólo se ha comprometido a construir la infraestructura de este campo, dejando los sistemas (agua, saneamiento, educación...) en manos de la municipalidad. Este panorama es de todo menos positivo para la población que sea realojada en este lugar, por lo que se hace necesario un estricto seguimiento de la atención médico-humanitaria que se brinde a la población.


¿Es posible que todavía haya comunidades a las que no llegara la ayuda humanitaria? ¿Poblaciones aún aisladas?

Es más que probable; hace tan sólo 3 días aún se hablaba de más de 118 comunidades aisladas, según el diario Prensalibre. No obstante, MSF lo ha podido comprobar con sus propios equipos: en Nueva Concepción (Escuintla), por ejemplo, nuestro logista experto en agua y saneamiento conseguía llegar hoy a tres aldeas que habíamos divisado en la exploratoria por helicóptero y con las que no habían tenido contacto alguno desde el inicio de las lluvias, hace ahora más de dos semanas. Por otro lado, en Sololá, en el municipio de Santa Caterina Ixtahuacán, se habla de una población total de 2.500 personas ubicadas en varias aldeas con la que tampoco han tenido contacto desde la declaración de la alerta; en estos precisos momentos, un equipo formado por nuestro Coordinador Logístico (Guillermo López) y nuestro Coordinador de Emergencias (Chema Bruscas) trata de acceder a alguna de estas comunidades para evaluar la situación y actuar en consecuencia. Se estima que podremos tardar entre 4 y 8 horas para recorrer en un 4x4 unas distancias que no superan los 50 kilómetros.


¿Hemos realizado alguna valoración del impacto a nivel de la salud mental de los afectados?

Sí, hemos integrado en nuestros equipos una psicóloga profesional casi desde el primer momento. Nuestra responsable en salud mental (Zohra Abakoouk) está evaluando los diferentes albergues para identificar y sistematizar aquellos casos que requieran una atención psicológica especializada; no podemos olvidar que en Santiago de Atitlán se ha producido la mayor catástrofe ocasionada por Stan: el derrumbe de parte de la falda del volcán enterró completamente uno de los barrios del pueblo (Panabaj), con una capa de lodo y fango de unos 3,5 metros de espesor. Se estima que entre 800 y 1.400 personas podrían haber quedado enterradas vivas. Por otro lado, este derrumbe sucedió de noche, a las 3.00 de la madrugada y el barrio llevaba varios días sin luz, por lo que el trauma generado puede ser enorme. Eso sin contar la multitud de casas afectadas parcialmente por la trayectoria del derrumbe. En breve dispondremos de un diagnóstico claro de la situación, pero los primeros casos de cefaleas o depresiones a consecuencia de estos acontecimientos y de la situación general que vive esta población ya han aparecido y requieren de nuestra atención.


¿Puedes ya imaginarte lo que nunca olvidarás de esta tragedia?

Nunca olvidaré lo silencioso que fue el efecto devastador de la tormenta; coordinando la intervención desde Capital, la información que llegaba era escasísima y contradictoria en muchas ocasiones, lo que dificultaba mucho la toma de decisiones. Por otro lado, tampoco puedo olvidar la lentitud de algunas agencias internacionales de ayuda a la hora de reaccionar; Guatemala es uno de los países con mayor presencia de ONGs (españolas, por ejemplo). En este tipo de situaciones, MSF tiene el valor añadido de su experiencia en la respuesta inmediata a emergencias, y en este caso la rapidez de esa respuesta era un imperativo humanitario que tratamos de cumplir debidamente.