“La respuesta internacional al conflicto en RCA, desalentadora”

Albert Caramés regresa a Barcelona después de nueve meses trabajando como responsable de asuntos humanitarios en Bangui, capital de la convulsa República Centroafricana, que con el golpe de Estado de la coalición Séléka de hace poco más de un año inició un conflicto civil que ha situado a un país ya muy frágil y vulnerable, uno de los más pobres del mundo, en caída libre.

MSF
03/04/2014

Bangui sufrió enfrentamientos muy graves en diciembre, el presidente Michel Djotodia impuesto en el poder por la Séléka dimitió en enero, ha habido un aumento de tropas francesas y de la Unión Africana. ¿Cómo está la situación ahora?

La capital ha vuelto a sufrir estos pasados fines de semana episodios de gran violencia. Esto es una muestra de que la situación lejos de estabilizarse o pacificarse sigue siendo convulsa y volátil y de ahí que se renueve la petición de MSF para la protección de la población civil. Y cada vez que hay olas de violencia en la ciudad los campos de desplazados vuelven a llenarse de gente o se crean nuevos, muy precarios. También, desafortunadamente, nuestra constante petición de más ayuda humanitaria sigue cobrando vigencia.

Llegaste en mayo, apenas dos meses después del golpe de Estado. ¿Se preveía que la situación podía deteriorarse hasta la situación actual?

En muchos momentos la sensación ha sido de vértigo, de sucesos precipitándose de manera extremadamente veloz. Pero no. Se podía prever una descomposición interna de la Séléka, porque era una coalición de diversos grupos políticos procedentes del norte del país, pero con diferentes afinidades, diferentes intereses políticos, étnicos, etc. No se preveía una oposición externa de la envergadura que han adquirido los anti-Balaka. Tampoco se anticipaba que en la capital, ni siquiera en diciembre tras los combates, el conflicto cobrara visos de odio sectario de esta magnitud.

¿Cuál es la situación de la población?

Estamos hablando de hasta un millón de desplazados y refugiados, de una población de 4.6 millones. Eso es un 20% de la población, una barbaridad para unas comunidades que ya eran muy frágiles, en un país desestructurado, donde los servicios sanitarios fuera de Bangui serían casi inexistentes de no ser por la presencia de MSF en siete regiones diferentes. Este último año ha situado a la población al borde del abismo y/o en caída libre y lo peor es que todavía no han llegado al fondo. El despliegue de MSF ha sido enorme, espectacular, de respuesta rápida, para procurar atención médica de urgencia. Pero las necesidades no son sólo médicas, son enormes en todos los sentidos, pero uno básico, el de protección, todavía no ha sido cubierto.

¿Cuál ha sido la respuesta de la comunidad internacional?

En materia humanitaria, insuficiente, desalentadora y todavía demasiado centrada en Bangui. No se ha hecho un buen análisis de contexto, ha faltado reacción y si en la capital, donde trabajar es relativamente más fácil, sigue habiendo carencias enormes, imagínate en las provincias.

Y por parte de los donantes, también. Sólo se ha cubierto un 15% de lo que se considera necesario para lidiar con esta emergencia.

¿Alguna previsión de cómo puede evolucionar el conflicto?

Difícil. Por un lado tenemos ahora la situación de las comunidades musulmanas, forzadas a huir del país o atrapadas en territorio anti-Balaka en diferentes localidades del Oeste del país. Por otro lado, tenemos a la población en el Este, dominado por miembros de la antigua coalición Séléka y de la situación en esta zona va a depender mucho de si hay una reorganización de las fuerzas que conformaban la Séléka para reagruparse y hacerse fuertes en el territorio.

Has trabajado en Costa de Marfil y en Congo Brazzaville. ¿Qué te ha llamado la atención de la RCA?

La RCA, en comparación, sería como el marginado de la clase, el que se queda en la última fila sin que nadie le preste atención, el olvidado de los olvidados. Y la zona Norte, además, lo último de lo último, lo que explica en parte la situación actual. Es algo que desde MSF ya hemos venido denunciando durante años.

¿Cómo has visto a la gente en general?, ¿cómo defines el país ahora?


Con miedo, tristeza, resignación. Es duro.