¿Qué llevó a MSF a Zuara?
Zuara es algo diferente a otros lugares de Libia. Es una población costera de 45.000 habitantes cerca de la frontera con Túnez; todo un oasis de calma. Aun así, la situación sanitaria es tan preocupante como en el resto del país. En septiembre del año pasado, MSF empezó a proporcionar apoyo al Hospital Marítimo de Zuara, que carecía de medicamentos y de personal debidamente cualificado. Igual que en otros lugares de Libia, muchos trabajadores sanitarios cualificados huyeron y los asistentes de enfermería tuvieron que hacerse cargo del trabajo de las enfermeras. Entre septiembre y febrero, con el objetivo de paliar la escasez de personal biomédico cualificado, proporcionamos un técnico al hospital de Zuara para realizar tareas de reparación y mantenimiento de los equipos médicos averiados e hicimos formación al personal sanitario libio. También hemos podido dar apoyo a los policlínicos de Jedi Ibrahim y Abu Kammash atendiendo a menores de 15 años, tratando los casos más urgentes y remitiendo los pacientes más críticos a Zuara. Puesto que el dinero en efectivo constituye un gran problema en Libia, estamos costeando los salarios del personal de ambos policlínicos, que llevaban dos o tres meses sin cobrar. La mayoría de los centros de salud y hospitales ni siquiera tienen fondos suficientes para cubrir los sueldos o para comprar fármacos.
¿Ha resultado difícil ampliar las actividades más allá de Zuara?
Zuara es una zona pacífica, pero a poca distancia la tensión aumenta. Al este, la carretera Sabratha-Trípoli es escenario de frecuentes ataques armados, y al oeste, a una hora de distancia por carretera, la frontera con Túnez se cierra a menudo por razones de seguridad o para evitar el contrabando. Además, al sur de Zuara, que es un pueblo amazigh, se encuentran las zonas habitadas por árabes, en las que es imposible acceder debido a las tensiones que hay entre las distintas tribus. Hasta principios de abril, la carretera de Zuara a Al Jumail, otra localidad ubicada a tan solo 8 km, permaneció cerrada debido a las barricadas que se habían levantado entre las dos poblaciones. Cuando a finales del pasado mes de abril se abrió de nuevo la carretera, pudimos empezar a apoyar la unidad pediátrica de un hospital situado en Al Jumail mediante la prestación de atención primaria y secundaria a niños menores de 15 años. Nuestro equipo médico forma a personal médico y paramédico sobre diversos protocolos de tratamiento y distribuye fármacos en la unidad.
¿Hay personas desplazadas en la región?
Los movimientos poblacionales son más frecuentes en el este, cerca de Misrata y hacia la zona de Bengasi, ya que hay más enfrentamientos armados. Sin embargo, estamos viendo a migrantes y refugiados procedentes de Sudán, Nigeria, Mali y otros países de África Occidental. Suelen viajar por carretera a través de Níger y terminan en las principales ciudades portuarias de Misrata, Trípoli, Tobruk, Zawiya y Zuara. Trabajan para ahorrar antes de decidirse a embarcar para cruzar el Mediterráneo y llegar a Europa, o para quedarse y enviar dinero a sus familias. Sin embargo, las autoridades locales han formado un equipo de hombres enmascarados para perseguir a los traficantes de personas y nadie ha logrado salir de Zuara desde principios de año. Los migrantes y refugiados son fácilmente localizables, ya que son una fuente de mano de obra barata y muchos encuentran trabajo como vendedores ambulantes. Son vulnerables y duermen en casas abandonadas o a medio construir que no disponen de saneamiento. A pesar de que la atención médica es gratuita en Libia, los migrantes no tienen derecho a ella y tienen que pagar por los tratamientos. En Jedi Ibrahim estamos planeando ampliar nuestras consultas también a los adultos, ya que muchos de ellos no pueden costear el precio de los tratamientos que necesitan.