Los refugiados malienses viven en condiciones precarias

El conflicto en el norte de Malí está causando movimientos de población a lo largo del Sahel y las condiciones en los campos donde viven los refugiados son inaceptables.

MSF
14/02/2013

Aproximadamente 150.000 refugiados, según el Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (ACNUR), están viviendo en campos situados en Burkina Faso (Ferrerio, Dibissi, Ngatourou-niénié y Gandafabou), Mauritania (Mbera) y Níger (Abala, Mangaize y Ayorou). Médicos Sin Fronteras (MSF) ha estado trabajando en ocho de estos campos desde marzo de 2012 ofreciendo atención primaria y materno-infantil y luchando contra la malnutrición. MSF también está administrando vacunas a los niños de entre 6 meses y 15 años. Los equipos médicos han llevado a cabo 12.000 consultas y han vacunado a 5.000 personas desde el inicio de este año.

Casi 67.000 refugiados (sobre todo mujeres y niños) han llegado a la localidad mauritana de Fassala, fronteriza con Malí, desde enero de 2012. Muchos se habían desplazado en camionetas y burros. “En el paso fronterizo de Fassala, la gente llega sedienta y con signos de fatiga”, cuenta Karl Nawezi, coordinador de MSF en Mauritania. Tras pasar por un proceso de registro, los refugiados esperan en un campo de tránsito hasta que son trasladados a Mbera, una localidad aislada del desierto mauritano, a unos 30 kilómetros de la frontera con Malí.

Precarias condiciones en los campos


En Mbera, los refugiados dependen de la ayuda humanitaria. El número de tiendas de campaña que se han distribuido hasta ahora es insuficiente. Las familias se han agrupado bajo grandes tiendas, algo que las hace más vulnerables. Cansados de esperar, muchos han construido sus propios refugios con esterillas y otros materiales para protegerse de las tormentas de arena. “En Mauritania, como en otros sitios, la gente sufre diarreas, infecciones respiratorias y de la piel a causa de las precarias condiciones de los campos”, resume Nawezi.

El año pasado, la población cruzaba la frontera de una forma más o menos organizada, pero después del incremento de la actividad militar en Malí, unos 14.000 refugiados han huido de Tombuctú, Léré, Goundam, Larnab y Nianfuke. Muchos han llegado prácticamente sin nada después de viajes de muchos días. “Los últimos episodios del conflicto han causado pánico. La gente ha huido por miedo a verse atrapada en el fuego cruzado”, explica Nawezi.

Refugiados malnutridos


La malnutrición es el principal problema en los campos. En noviembre de 2012, una encuesta nutricional reveló que el 17 por ciento de los niños estaba malnutrido y el 4,6 por ciento sufría el tipo más severo de malnutrición al llegar al campo. Los equipos médicos de MSF han ampliado sus actividades para evitar y tratar los casos de malnutrición severa. “El principal reto es asegurarse de que los niños son vacunados, protegidos contra la malaria y tienen acceso a una alimentación apropiada”, considera Nawezi.

MSF ha habilitado centros de nutrición terapéutica y ha ingresado a unos 1.000 niños en los tres países vecinos de Malí. Los pacientes toman leche y alimentos terapéuticos. Los niños malnutridos son más susceptibles de contraer enfermedades como el sarampión, la malaria o la diarrea; su salud debe ser vigilada.

 


MSF es una organización independiente que ofrece ayuda médica bajo los principios de imparcialidad y neutralidad. MSF no recibe ninguna ayuda de los Gobiernos para desarrollar sus actividades en Malí. La organización trabaja en Gao, Ansongo, Douentza, Konna y Mopti, áreas situadas en el norte del país. MSF también gestiona un hospital pediátrico de 350 camas en Koutiala (sur). La organización trabaja en Malí desde 1992.