Los servicios psicosociales ayudan a la población de Complexo do Alemão a gestionar la violencia diaria y el estrés

Milena Osório, psicóloga responsable del programa en Río de Janeiro (Brasil) , habla de los retos que supone ayudar a la población a mejorar su calidad de vida en un entorno dominado por el miedo y el estrés

MSF
09/09/2008

Situado en la parte occidental de Río de Janeiro, Complexo do Alemão está formado por 13 comunidades muy pobres marcadas por la violencia y unas míseras condiciones de vida. Episodios frecuentes de violencia dejan a la población atrapada, con poco acceso a la atención sanitaria y viviendo en un entorno dominado por el miedo y el estrés.

Desde octubre de 2007, MSF ha estado proporcionando atención psicológica para ayudar a la población a gestionar problemas generados por la violencia, como ansiedad y depresión. Los equipos de MSF han realizado más de 1.300 consultas con pacientes de todas las edades pero sobre todo niños y adolescentes.

¿Hasta qué punto son importantes los servicios psicológicos en un proyecto como el de Complexo do Alemão?
El aspecto de la salud mental es probablemente lo que mejor responde a las necesidades de la población. Naturalmente hay muchas necesidades médicas, pero el programa psicosocial es un espacio privado, confidencial y neutral en el que se escucha a la gente sin juzgarla. Es un lugar en el que se pueden sentar y hablar de sus problemas con psicólogos que pueden ayudarles a movilizar sus propios recursos a fin de gestionar el estrés. Esto es algo completamente nuevo para esta comunidad tan acostumbrada a vivir rodeada por la sospecha, siempre atentos a lo que dicen y a quien se lo dicen. Hablar con alguien más acerca de un incidente violento del que hayan podido ser testigos puede malinterpretarse y entenderse como una denuncia por ejemplo. Y esto podría tener un impacto sobre su seguridad. A menudo no quieren hablar con los miembros de su familia para no preocuparles. Es muy difícil.

En tu opinión, ¿cuál es la necesidad más apremiante?
Aquí existe este círculo de silencio que la gente debe mantener para poder sobrevivir. Y esto tiene que romperse. Es muy importante dar a la población la oportunidad de expresar lo que se guardan para sí. También está la cuestión de los niños: la mayoría de la gente quería apoyo para los niños, porque tenían problemas en la escuela y tenían miedo y problemas de incontinencia.

¿Cómo funciona el servicio?
Tenemos un equipo de dos psicólogos que hacen de 5 a 15 sesiones, aunque hay flexibilidad. Son terapias breves, muy objetivas, porque MSF no quería proporcionar ningún tipo de apoyo que hiciera a la gente dependiente. La meta es ayudar a la gente a aprender a vivir mejor con los problemas que tiene, porque tendrá que enfrentarse a las mismas dificultades una y otra vez. Es muy diferente de lo que haces en casos en los que el paciente se ve expuesto a un solo acontecimiento traumático en su vida. Si tienes una mala experiencia, es muy difícil vivir en un lugar que a diario te recuerda esa experiencia. Tenemos que trabajar para ayudar a la gente a encontrar alguna solución, alguna alternativa.

¿Trabajas con referencias a otras estructuras de salud como ocurre en el caso de las consultas médicas?
Si nos damos cuenta de que alguien necesita un seguimiento más largo, referimos al paciente. Si se trata de un adolescente, le referimos a contrapartes que ofrecen actividades como capoeira o graffiti. Pero depende de cada caso, puesto que el sistema de atención primaria de salud en Brasil no puede hacer frente a la demanda. Desgraciadamente, en muchos casos no tenemos ningún sitio a donde enviar a los pacientes. De momento, nos las hemos arreglado con algunos puestos de salud aunque suelen estar llenos.

¿Se planificó el servicio psicosocial desde el principio del programa?
Este proyecto se inspiró en otros gestionados por MSF en contextos de violencia urbana, como Haití y Colombia. Por lo tanto, el componente de salud mental ya estaba planificado. Sin embargo, el tipo de apoyo que íbamos a proporcionar era un poco una incógnita cuando empezamos. Al realizar una evaluación en 2007, investigamos para averiguar cuáles eran las principales necesidades. Esto nos permitió moldear el enfoque adecuado.

¿Cómo fue crear este servicio en un entorno en el que la gente constantemente sospecha de todo y de todos?
Cuando hicimos la evaluación, pude conocer a las comunidades y personas entrevistadas en cada una de ellas. Les preguntamos si querían tener este tipo de servicio y siempre obtuvimos una respuesta positiva. Durante los primeros meses, tuvimos entre 3 y 4 pacientes cada día. La gente al principio probaba hasta llegar al día de hoy, con ya más de 1.300 consultas realizadas.

¿Cuáles son los principales problemas que se encuentran en un entorno marcado por la violencia?
La violencia física, psicológica y social a la que se enfrenta la población en comunidades pobres va desde una herida en un enfrentamiento a la estigmatización, los prejuicios y otras formas de violencia. Existe un alto nivel de problemas asociados al estrés lo que puede provocar ataques de pánico, hipertensión, ahogo y palpitaciones, entre otras cosas. También hay muchos casos de depresión en personas que han perdido a algún miembro de su familia. La gente no puede hablar de ello, o sobre cómo ocurrió, no pueden librarse de la carga que supone la muerte de alguien. Con esto, las pérdidas son muy negativas. Hay mucha tristeza cuando se pierde a un hijo, cuando no se puede aspirar a un futuro mejor, cuando se padecen malos tratos.

¿Cómo ve el proyecto el rol del testimonio?
Asegurar la confidencialidad sobre lo que los pacientes te cuentan es la clave del éxito del proyecto. Ha habido un incremento del número de pacientes precisamente porque saben que nos tomamos en serio la cuestión de la confidencialidad. Sabemos que el testimonio es importante y pensamos utilizar algunos datos en un futuro, aunque siempre guardando la promesa de confidencialidad que hacemos a nuestros pacientes.

Has dicho que muchos pacientes son niños. ¿Cómo trabajáis con ellos?
Trabajar con niños no es fácil, porque también tenemos que trabajar con sus padres. Muchas veces los padres también tienen miedo y no saben cómo hacer frente a la situación o cómo ayudar a sus hijos. Tenemos que enseñarles a darse cuenta de cómo reacciona el niño ante el miedo, ante un ruido que le disgusta. Ésta es una de las partes más difíciles de nuestro trabajo.

¿Cómo se ajusta el trabajo del psicólogo al programa médico?
Siempre van unidos. Si un paciente muestra algún problema emocional cuando le ve el servicio médico, se le ofrece atención psicológica de urgencia. En este caso, el médico llama al psicólogo para que dé apoyo al paciente. Cuando un paciente pasa por un reconocimiento médico, el enfermero o técnico sanitario a menudo se da cuenta de que se trata de un problema psicológico y no médico, entonces refiere al paciente a los servicios de psicología.