"Si no se hace nada en términos de agua y saneamiento, dentro de un año o dos volveremos aquí por otra epidemia"
David Noguera es el coordinador de la intervención de emergencia contra el cólera en Luanda. Mientras la epidemia parece remitir, el médico de MSF alerta sobre las causas que han llevado a la crisis actual y que siguen vigentes.
¿En qué estado de la epidemia nos encontramos?
Creo que ya hemos pasado el pico, que nos encontramos en la cola descendiente de la epidemia. Es difícil calcular el tiempo que nos queda, pero diría que entre cuatro y seis semanas. El problema es que incluso ahora que nos encontramos en esta cola descendiente seguimos teniendo unos 1.500 casos por semana sólo en Luanda. Si comparamos con otras epidemias son cifras enormes. En Lusaka [capital de Zambia], donde intervenimos a principios de año, tuvimos 6.000 casos en toda la epidemia. Aquí calculo que sólo la cola de la epidemia va a significar cerca de 10.000 casos. En total, para toda la epidemia y en todo el país se van a superar los 40.000 casos. Son cifras sin precedentes.
¿Se puede considerar que la epidemia está bajo control?
Si sigue el patrón típico de una epidemia urbana, sí. Normalmente pasan 90 días entre el momento en el que estalla y el final de la epidemia. Hasta ahora esta epidemia no ha seguido exactamente ese patrón, y en las provincias, como se trata de un medio rural, puede que la bajada sea más lenta, pero aun así creo que no debería haber un repunte. Si se miran las epidemias anteriores en Angola, vemos que nunca ha habido casos en el mes de julio. En todo caso, en Luanda por lo menos, creo que con las estructuras que hemos instalado estamos preparados para hacer frente a un nuevo incremento de casos si llega a producirse.
MSF apuntó a la dramática situación de agua y saneamiento en Luanda como una de las principales causas de esta epidemia. ¿Qué se ha hecho en este terreno?
MSF ha hecho poco, pero condicionado por la gran carga de trabajo. El número de casos es realmente impresionante y hemos tenido que centrarnos en la parte curativa de la intervención en detrimento de la parte preventiva. En caso de cólera la prevención tiene básicamente dos vías: la distribución de agua potable y la desinfección de casas. Pero con más de 3.000 casos por semana en Luanda en el momento del pico de la epidemia era muy difícil desinfectar las casas de cada uno. Lo mismo para la distribución de agua. Hablamos de una población en riesgo de más de cuatro millones de personas, lo que representa una cantidad de agua enorme. No teníamos la capacidad logística para hacerlo. Lo que sí hemos hecho, y muy bien, es asegurar la cloración de los camiones de agua en el principal punto de abastecimiento de la ciudad. Son 500 camiones por un total de cinco millones de litros diarios.
¿Si MSF no tenía la capacidad, quién entonces podía asegurar esta acción preventiva?
El Gobierno angoleño, con la ayuda de otras organizaciones y de los donadores. Pero no se ha hecho casi nada.
Esta epidemia parece acercarse a su fin. Pero para el futuro, ¿cómo se podrán evitar nuevos brotes?
Una cosa que se puede hacer a corto plazo y perfectamente sostenible es asegurar que se sigan clorando los camiones de agua. A más largo plazo, se deberían eliminar las barreras, tanto económicas como físicas, que impiden el acceso de la población al agua potable. Luego se debería asegurar el saneamiento de los barrios de chabolas. Es una tarea inmensa –hablamos seguramente de millones de dólares–, pero es absolutamente necesaria. Porque si no se hace estamos seguros de que dentro de un año o dos volveremos aquí por otra epidemia. Y por otro lado, el Gobierno debe implementar un plan de respuesta de emergencia en caso de cólera con el material y los protocolos adecuados. Vemos que todos los países africanos se están dotando de sistemas de respuesta a la gripe aviar, una enfermedad de moda, pero la realidad es que cada año se producen epidemias de cólera y nadie está preparado para responder.