Pedimos que se analicen de forma crítica las deficiencias de COVAX

Es necesario un cambio drástico de modelo para pandemias futuras en vísperas de la reunión de la junta directiva de Gavi.

MSF
22/06/2021
La pandemia no se termina hasta que se termine para todas las personas

La junta directiva de Gavi se reunirá mañana y pasado y uno de los temas sobre la mesa será la modificación del mecanismo COVAX. COVAX es el mecanismo de adquisición global que se suponía que iba a proporcionar equidad en el acceso a las vacunas contra la COVID-19. Esta iniciativa multilateral está coordinada y administrada por Gavi, la Alianza para las Vacunación. Mientras se concebía y se configuraba COVAX, Médicos Sin Fronteras advirtimos ya en junio de 2020 a Gavi que no debería repetir los errores cometidos en un mecanismo anterior creado para la vacuna contra la neumonía.

En la actualidad, COVAX lleva un gran retraso en la consecución de sus objetivos. COVAX se había propuesto suministrar 2.000 millones de dosis para finales de 2021, pero hasta ahora solo ha distribuido 88 millones (el objetivo a finales de junio era de unos 337 millones de dosis). Menos del 0,5% de la población total de los países de COVAX ha recibido al menos una primera dosis de la vacuna a través de COVAX. Mientras la comunidad sanitaria mundial discute cada vez más los modelos para estar preparados para futuras pandemias, advertimos que las deficiencias del modelo COVAX no deben repetirse.

 

Kate Elder, asesora de Políticas de Vacunas de la Campaña de Acceso de MSF:

"COVAX está muy lejos de alcanzar sus objetivos, y la creciente brecha mundial entre quienes tienen y quienes no tienen vacunas es un testimonio evidente de las principales deficiencias de este modelo. Muchos de los países en los que trabajamos ni siquiera tienen suficientes dosis para cubrir a sus trabajadores sanitarios y a las personas más vulnerables.

Al comienzo de la pandemia, se ignoraron los llamamientos en favor de dejar de hacer las cosas como hasta ahora y de alejarnos del enfoque de negocio habitual. Las corporaciones farmacéuticas que desarrollaban vacunas recibieron miles de millones de los gobiernos sin ningún compromiso, por lo que eran libres de cobrar los precios que quisieran y vender al mejor postor. Como era de esperar, esto llevó a los mismos gobiernos que habían pregonado la importancia de la equidad en el lanzamiento del Acelerador del Acceso a Herramientas contra la COVID-19 (ACT-Accelerator) –y los gobiernos a los que Gavi pasó tanto tiempo cortejando para unirse al mecanismos COVAX–, a perseguir sus intereses nacionales y garantizarse el grueso de las vacunas futuras prometidas.

COVAX no se creó para tener éxito. Se diseñó para funcionar dentro de los parámetros actuales del mercado farmacéutico, en el que se ve cuánto dinero se puede recaudar y, posteriormente, se piensa lo que se puede negociar con la industria a cambio de esos fondos. COVAX se quedó atrás, ya que los Gobiernos de los países ricos se aseguraron sus dosis a través de acuerdos bilaterales con una industria que actuó como se esperaba: vendiendo las dosis primero a los compradores que podían pagar más.

Aunque al principio COVAX se presentaba como el comprador más atractivo del planeta, ya que decía representar a la mayoría de los estados del mundo, ahora el modelo depende en gran medida de la caridad de los países ricos en forma de donaciones para tapar el enorme vacío.

El hecho de que el Consejo de Gavi esté revisando ahora la forma en que los países más ricos (los llamados 'participantes autofinanciados') pueden continuar participando en el mecanismo es, en parte, un reconocimiento de que la configuración del mecanismo no funciona. Permitir a los países ricos tanta flexibilidad para decidir cómo se unen a COVAX y cuántas vacunas adquieren ha provocado retrasos y minado sus objetivos. Un modelo más equitativo habría alentado el liderazgo regional con métodos descentralizados de compras. En el futuro, debemos apoyar estas iniciativas regionales que apuntan a la autosuficiencia y a la autonomía.

Cualquier modelo futuro de respuesta a una pandemia debe romper con el statu quo del modelo farmacéutico actual: es necesario unir las condiciones a la financiación pública, se deben promover las licencias no exclusivas y la transferencia de tecnología para garantizar un verdadero intercambio de los frutos de la innovación médica, y debe haber transparencia en torno a los costes y precios: todos los contratos deben ser públicos".