RDC: allí donde los votos no han conseguido que reine la paz

“Si no tienes nada que darles, a sus ojos tu vida no tiene ningún valor y te matan”

MSF
18/07/2007

Hoy la República Democrática del Congo (RDC) está saliendo de un brutal conflicto y una cruenta guerra que son la causa del sufrimiento indecible de millones de personas durante años. En el país ahora gobernado por autoridades democráticamente elegidas hay grandes áreas en las que se respira una relativa tranquilidad. No obstante, bolsas recalcitrantes de violencia continúan afectando a aquellas personas que viven en el este del país.

En Kivu Norte, varios enfrentamientos entre contingentes armados de las Fuerzas Democráticas de Liberación de Ruanda (FDLR, por sus siglas en francés) y las tropas leales a Laurent Nkunda, ahora parte del ejército nacional, han provocado el desplazamiento de miles de civiles. La gente atrapada en medio de una situación imposible y teniendo que hacer frente a diario a amenazas, saqueos, palizas, asesinatos y violaciones en varias aldeas en los territorios de Masisi y de Rutshuru ha huido a refugiarse en míseros campos. “Después de que grupos armados viniesen en repetidas ocasiones a nuestra aldea y nos lo robaran todo, no nos quedó otra opción más que irnos”, explica un anciano desplazado. “Si no tienes nada que darles, a sus ojos tu vida no tiene ningún valor y te matan”. Muchos desplazados contaron a MSF los meses de sufrimiento y angustia cuando tuvieron que pasar noches escondidos en el bosque cada vez que sentían que su aldea iba a ser objeto de ataques por parte de alguno de los grupos armados. Continuaron soportando esta situación hasta que llegó el día cuando la presión se hizo tan insostenible que decidieron abandonar su aldea y sus tierras de cultivo.

En el territorio de Masisi, MSF proporcionó asistencia médica a aquellas personas afectadas por el conflicto. Los civiles desplazados han creado dos campos entorno a las aldeas de Mweso y de Kashuga, donde más de 7.000 personas viven ahora en refugios provisionales que apenas les protegen de la lluvia y el frío tan frecuentes en esta región. A pesar de la asistencia proporcionada por otras organizaciones, necesidades básicas como alimentos, agua potable, saneamiento e higiene no están del todo cubiertas. “La distribución de alimentos tardó mucho en hacerse y fueron muchas las personas que se vieron obligadas a vender las lonas de plástico donadas que les protegían de la lluvia a fin de poder comprar alimentos”, declara la enfermera de MSF que trabaja en los campos. Debido a la continua inestabilidad, los habitantes de los campos no tienen acceso a sus tierras de cultivo o medios de subsistencia. Aunque algunos de ellos han encontrado trabajos mal pagados en la aldea, la mayoría dependen de la ayuda humanitaria. A pesar de que los desplazados pueden sentirse más seguros en los campos, no están a salvo de la amenaza que suponen los soldados o la policía que acaban por robarles las pocas pertenencias que todavía les quedan. Trabajadores de MSF han sido testigos de situaciones en las que los soldados se llevan los alimentos durante las distribuciones cuyo objetivo es asistir a los desplazados.

Además de su lucha diaria por sobrevivir, las familias desplazadas tienen que hacer frente a atroces recuerdos plagados de violencia. Las mujeres y los hombres han visto como sus familiares y vecinos eran apaleados y asesinados delante de sus propios ojos. Durante los últimos meses, docenas de mujeres han sido violadas en la región. Todas cuentan historias parecidas. “Me dirigía a mis tierras cuando un grupo de hombres armados en uniforme me cogieron y me obligaron a adentrarme en el bosque. Tras golpearme, amenazaron con matarme y por turnos abusaron de mí. Ahora tengo miedo de los hombres armados”, relata una superviviente de una violación de 20 años y madre de dos niños. MSF proporciona tratamiento médico a estas mujeres a fin de prevenir enfermedades de transmisión sexual. También presta asesoramiento psicológico. No obstante, el trauma psicológico y el estigma social continuarán afectándoles durante mucho tiempo.

La estabilidad todavía está por llegar para los habitantes del este de RDC. A pesar de las elecciones nacionales que se celebraron hace siete meses, sus vidas diarias continúan estando marcadas por amenazas, violencia, privaciones y sufrimiento. Hoy, miles de civiles continúan padeciendo en manos de las partes beligerantes en esta zona de la República Democrática del Congo.