RDC: un conflicto olvidado al lado de enormes reservas minerales

"Puede que Congo sea una guerra olvidada hasta que se agoten sus enormes reservas minerales, que acaparan toda la atención de quienes podrían marcar las diferencias", afirma Diego Cameno, coordinador de MSF España en la República Democrática del Congo (RDC).

MSF
01/02/2006

Katanga, una enorme región del sureste de RDC pide a gritos una solución urgente a la violencia y la mortalidad que sufre. A continuación, Diego Cameno nos cuenta de primera mano cómo se está viviendo esta situación, así como las acciones que MSF realiza.

Un año más, RDC aparece en el informe de MSF sobre las 10 crisis más olvidadas del mundo. Ya no hay guerra abierta, pero sí unos índices de mortalidad por encima del umbral de la emergencia.
Son índices altísimos y, lo que es peor, ignorados. Las encuestas realizadas por MSF el año pasado lo muestran con claridad, así como el día a día en cualquier centro de salud, pero las autoridades y las organizaciones internacionales se niegan a verlo. A veces parece que la crisis del Congo está olvidada incluso en el Congo y por sus propios dirigentes. De lo que no se olvida nadie es de todo el cobre, el estaño y el coltan que aquí se extraen casi en estado puro. Puede que Congo sea una guerra olvidada hasta que se agoten sus enormes reservas minerales, que acaparan toda la atención de quienes podrían marcar la diferencia.

En los últimos meses se produjo un operativo militar del ejército congoleño en Katanga, donde se encuentra MSF España. Se habla de miles de desplazados y de víctimas de la violencia. ¿Ha sido testigo MSF de todo ello?
Yendo a trabajar a los pueblos, nos ha tocado detenernos ante columnas de gente huyendo de la violencia. Tratamos a los heridos más urgentes o los trasladamos al hospital, volvemos regularmente para proporcionar la atención médica posible a pie de coche, intentamos distribuir lo mas rápido posible lo imprescindible para que aguanten hasta que la situación se calme.
Hace dos meses, primero los mai-mai y luego el ejército saquearon y ocuparon el centro de salud de Kizabi. No quedan ni siquiera las estanterías, pero ya estamos de nuevo pasando consulta y en pocos días esperamos recuperar la normalidad de los servicios. Bueno, esto de normalidad me ha sonado raro incluso a mí. El pueblo está aún semivacío pues sólo unos pocos han vuelto para verificar la seguridad del lugar. Pero volviendo a tu pregunta, sí somos testigos y no queremos ser mudos. Aparte de las víctimas y nosotros no hay muchos más que estén viendo lo que pasa o que lo quieran ver.

¿Cuáles son las acciones que realiza MSF en Katanga en medio de esta situación?
Seguimos proporcionando a la gente la posibilidad (excepcional en toda la zona) de acudir a los tres hospitales y nueve centros de salud que mantenemos funcionando en Kabalo, Pweto y Nyunzu. Esto también nos permite un seguimiento cercano de la situación de la zona para responder a otras eventualidades y emergencias, como la epidemia de cólera de Kabalo, donde esperamos cerrar el CTC (centro de tratamiento de cólera) dentro de pocas semanas, después de comprobar que el alcance de la epidemia por fin está bajando. Además, recientemente, MSF distribuyó kits familiares para los desplazados que contenía material humanitario. Finalmente, seguimos realizando el seguimiento de la situación nutricional, refiriendo los niños que lo necesitan al centro nutricional y realizando la actividad clínica para el resto de la poblacion.

¿Qué respuesta se espera por parte de las autoridades y de la comunidad internacional?
Ha pasado por varias fases. Primero fue la indiferencia ante los problemas en Katanga. Luego, la negación del conflicto mediante un discurso de total normalidad, de transición al desarrollo. Ahora, algunos donantes internacionales, como ECHO o DFID, reconocen al fin la crisis humanitaria que ha provocado unos 100.000 desplazados internos (aunque es muy difícil fijar una cifra) en todo el norte y centro de Katanga. De cualquier modo, hay muy poca presencia de ONG internacionales en Katanga y echamos de menos a los actores que solemos encontrar en otros sitios, como Oxfam, ACF, Save the Children. El CICR tiene un pequeño equipo en la zona.
En cuanto a las autoridades, siguen dando exclusivamente una respuesta militar, pero a menudo provocan en la población sensación de pánico y no de seguridad, con lo que promueven nuevos desplazamientos. Y en cuando te alejas de tu casa y tu campo, te vuelves muy vulnerable.

El cobro por servicios en las unidades de salud, o user fees, parece ser una barrera muy importante para el acceso de la población a la salud, según el informe que los equipos de MSF realizaron el pasado año ¿Nuestros equipos se ven obligados a aplicar el user fees en las zonas en las que estamos trabajando?
Es una barrera importantísima especialmente para los más frágiles, los más vulnerables. Así que este año, tras dos meses de discusiones prolongadas con el Ministerio de Salud, hemos conseguido contravenir la política nacional (que sigue el mensaje oficial de transmitir normalidad y transición al desarrollo). Actualmente proporcionamos asistencia totalmente gratuita para todo el mundo en las estructuras en las que trabajamos. Nos ha costado mucho para que se nos permita hacerlo así. Evidentemente, en el resto de hospitales y centros de salud donde no trabaja MSF, la gente tiene que pagar por la atención médica, aunque no hayan visto un billete en su vida. Muchas familias se enfrentan a la decisión de endeudarse o dejar de ir a un hospital.

La violencia continúa, según declaró MSF en el discurso pronunciado en la reunión previa del Consejo de Seguridad de la ONU el 21 de Enero. En medio de ello, sigue habiendo muchísima violencia sexual (se dice que en ocasiones se ha llegado a utilizar como táctica de guerra). ¿Cómo abordan los equipos esta situación?
Siendo ésta una de las zonas donde se producen más abusos sexuales, ejecutados por todas las partes del conflicto, intentamos llegar a esas víctimas con un empeño especial. Damos atención médica, especialmente para evitar a tiempo la infección de alguna enfermedad de transmisión sexual, además de facilitar apoyo psicológico inicial, trabajando paralelamente en la sensibilización del personal de estructuras de salud locales. Es difícil, porque nos enfrentamos a todo el estigma y los tabúes que rodean los actos de violación, y al miedo a las represalias que sufre la población. También es difícil conocer el impacto del SIDA, aunque tenemos indicios alarmantes. Por esta zona, a los soldados ruandeses y ugandeses que practicaban de manera sistemática la violación los llaman "armas biológicas", porque la gente cree que están transmitiendo el virus. Ya estamos comenzando a implementar una serie mínima de acciones para VIH, fundamentalmente para tratar de detener la transmisión de madre a hijo, proporcionar transfusiones seguras y tratar las demás ETS (enfermedades de transmisión sexual) que favorecen la propagación del SIDA. No es sencillo trabajar con antirretrovirales en RDC. Pero también es parte de nuestra tarea intentar abrir líneas de trabajo contra la enfermedad.

Difícil, pero ¿hay perspectivas de una mejora de la situación sanitaria en Katanga?
No creo, al menos, no en los próximos años. Y no me parece que esto sea pesimista. No se puede pretender que una zona tan castigada e ignorada durante tanto tiempo mejore de golpe. Mientras la única manera de ir de un pueblo a otro sea a pie, la gente se morirá de una simple fractura, una gripe, sarampión, un parto complicado, de cualquier cosa que se solucionaría con un rápido transporte a un centro de salud que funcione como debe. Carreteras, transporte público aunque sea poco, algún teléfono, algún puente, programas de vacunación regulares para empezar pueden salvar mas vidas que el más sofisticado de los hospitales. Y cuestan mucho menos.