RDC: emergencia permanente en el Kivu Norte

En Nyanzale y Rutshuru, en el Kivu Norte, al este de la República Democrática del Congo, los equipos de MSF hacen frente a emergencias recurrentes, como desnutrición, cirugía de urgencia y epidemias. La inseguridad persiste y la población sujeta a violentos ataques continúa huyendo. Romain Gitenet, coordinador general de MSF en RDC, explica el trabajo actual en la zona

MSF
17/03/2008

Las operaciones de MSF en el Kivu Norte se han incrementado considerablemente desde que empezamos a trabajar en la región. ¿Cuáles han sido los cambios?
Reforzamos a nuestros equipos en Rutshuru y Nyanzale para poder proporcionar asistencia médica de mayor alcance en zonas geográficas más amplias. Por ejemplo, el hospital de Rutshuru tenía 115 camas cuando llegamos en 2005. Hoy, hay más de 200. Todavía cubrimos pediatría, medicina interna, cirugía y urgencias y también hemos abierto un banco de sangre.

Empezamos a trabajar en la maternidad en 2007. Nos repartimos la responsabilidad con las autoridades sanitarias y nos ocupamos exclusivamente de las cesáreas y los cuidados postoperatorios. Dado el elevado número de mujeres a quienes se practicaban cesáreas, tuvimos que abrir un segundo quirófano en 2007.

La cirugía representa una de las actividades principales. En 2005, practicábamos dos operaciones al día mientras que ahora en 2008 la media es de 12 al día. No tenemos tiempo de realizar cirugía selectiva y casi todo son urgencias.

Con respecto a nuestro trabajo fuera de la ciudad, nos desplazamos fuera de Rutshuru en función de donde hay población desplazada. Nos adentramos al máximo hacia el interior del territorio a fin de llegar a las poblaciones que viven en entornos donde reina la inseguridad.

Durante dos o tres meses, los equipos móviles ven a pacientes en los centros de salud situados al sur y al norte de Rutshuru. Este programa flexible y adaptable nos permite responder a los movimientos de población provocados por los enfrentamientos, a picos estacionales de malaria e incluso a epidemias.

¿Cómo es la situación en Nyanzale, una ciudad situada en una zona donde se producen muchos movimientos de población?
Hemos estabilizado y ampliado nuestro programa en Nyanzale asignando allí a más personal. Tratamos la desnutrición en un centro de nutrición terapéutica. También realizamos consultas a niños menores de cinco años y tratamos la malaria, prevalente en la zona a pesar de su elevada altitud.

El equipo cubre una gran zona, llegando hasta Katsiru y Bambu. Cuando los pacientes requieren ser intervenidos quirúrgicamente, les referimos a un hospital apoyado por una sección de MSF. El otro gran componente de atención es nuestro trabajo con las víctimas de la violencia sexual. En enero, tratamos a 300 víctimas de violaciones.

¿Cómo proporcionáis asistencia a este grupo de población?
Realizamos consultas en nuestros dos centros de salud en Nyanzale y en Rutshuru. Allí, también, estamos presentes en zonas vecinas gracias a un sistema de ambulancias. MSF paga el transporte de las víctimas de violaciones para que puedan ser tratadas de inmediato. Deben recibir atención médica dentro de las primeras 72 horas después de la agresión para que el tratamiento profiláctico contra el VIH/sida sea efectivo.

¿Ha mejorado la situación de seguridad después de la firma del alto el fuego del 21 de enero?
La situación no se ha normalizado. El acuerdo de alto el fuego no se ha implementado plenamente porque grupos armados siguen siendo activos en la provincia. Algunos grupos rebeldes siguen luchando por sus reivindicaciones políticas o para mantener el control sobre territorios generadores de ingresos. Los grupos armados atacan a la población, desposeyéndola de sus recursos y alimentos.

Nada ha mejorado para la población, que sigue huyendo de la violencia. Los desplazados a menudo se quedan cerca de la zona donde viven porque siguen esperando poder regresar a sus hogares. Pueden encontrarse a dos horas a pie de sus hogares, pero son agredidos en los caminos y en sus tierras de cultivo. Las víctimas de violaciones suelen ser atacadas mientras trabajan en sus tierras o regresan de ellas.

¿Qué enfermedades tratan los equipos de MSF?
Tratamos la malaria de forma cíclica, dos o tres veces al año, en función de los picos epidémicos. En el departamento de pediatría en el hospital de Rutshuru, tratamos a muchos niños que padecen malaria y anemia severa. Sin embargo, también proporcionamos apoyo directo a los centros de salud en las zonas más expuestas a la malaria. De esta forma, podemos tratar a la población de forma gratuita y los pacientes no llegan al hospital en un estado grave.

¿Os ocupáis también de epidemias?
A finales de 2007, tuvimos que hacer frente a una epidemia de cólera de proporciones inusuales y registramos más de 2.000 casos en un mes y medio. La explicación radica en las precarias condiciones de vida de los desplazados. Las aldeas en las que se concentran crecen y se convierten en ciudades, pero carecen de la infraestructura necesaria. Para hacer frente a la epidemia, MSF abrió un centro de tratamiento de cólera en el hospital de Rutshuru y unidades de tratamiento a las afueras de la ciudad. Otras organizaciones trabajaron en la mejora del acceso al agua porque el vibrio cholerae se trasmite a través de ésta. El número de casos ha bajado en picado desde enero, pero están volviendo a reportarse nuevos casos, entre 4 y 20 casos al día, por lo que hemos reanudado nuestras actividades de sensibilización.

Además, también se están reportando casos de sarampión desde principios de enero. Los continuos desplazamientos de población incrementan el riesgo de propagación de esta contagiosa enfermedad, que puede ser mortal especialmente para los niños. Pretendemos lanzar una campaña de vacunación en la zona de Nyanzale y después en la de Rutshuru, donde también se han reportado casos de sarampión.