“En Somalia, las balas matan, pero mata más la falta de acceso a la salud”
Marcos Ferreiro y Miriam Alía, expatriados de MSF recién llegados de terreno, debaten con los internautas la crisis en el país africano en un chat organizado con IRC Hispano
“Somalia: anarquía, abandono y olvido. Una Edad Media Hi-Tech sin gobierno, en donde los teléfonos móviles se mezclan con camellos, niños con Kaláshnikov, hambrunas y epidemias periódicas...”. Así resumió la situación en este país africano el coordinador de terreno Marcos Ferreiro, recién regresado del proyecto de Médicos Sin Fronteras (MSF) en Jowhar, durante el chat en directo organizado por la organización médico-humanitaria en cooperación con IRC Hispano, la mayor red ‘online’ de habla hispana.
Desde la caída del régimen de Siad Barre en 1991, Somalia ha sido el único país del mundo sin Estado ni Gobierno, y por tanto sin servicios públicos de ningún tipo, quedando en manos de clanes y señores de la guerra, una crisis olvidada de tremendas dimensiones para la población, acosada por la miseria extrema y la violencia, y que sin embargo sigue al margen de las agendas políticas y mediáticas. Hoy, los indicadores de salud del país se encuentran entre los peores del mundo y el país vive en una emergencia crónica.
En este mismo sentido se expresó la enfermera de terreno Miriam Alía, también recién llegada de la maternidad de MSF en Jowhar (capital de la región de Middle Shabelle), quien insistió en que “la falta de acceso a los servicios de salud, y los continuos movimientos de población, debido a la inseguridad, hacen de la población somalí una de las más vulnerables de todo el continente”: uno de cada cuatro niños muere antes de cumplir los cuatro años (más de 80.000 al año), 16 de cada 1.000 partos terminan con la muerte de la madre (más de 7.000 mujeres al año), un 80% de la población no tiene acceso a los escasos servicios de salud existentes, existen cuatro médicos para cada millón de habitantes...
Según explicó Alía, 15 años de conflicto han provocado el éxodo del personal médico y demás trabajadores cualificados. De hecho, en la región de Middle Shabelle, con medio millón de habitantes, MSF ofrece el único servicio de salud gratuito que existe, y debido a la violencia, las distancias y la falta de transporte e infraestructuras, apenas un 10% de la población tiene acceso al mismo. “Las difíciles condiciones de seguridad hacen que prácticamente seamos la única agencia humanitaria con presencia continuada de expatriados”, apuntó Ferreiro.
En Jowhar, MSF cuenta con cuatro centros de atención primaria y un centro nutricional, así como un equipo móvil de vacunación y atención a emergencias. Los programas, todos ellos completamente gratuitos, se centran en salud materno-infantil, nutrición ambulatoria, vacunación de niños y mujeres embarazadas, consulta curativa y atención a emergencias. Además, el pasado febrero se abrió una nueva maternidad con 20 camas, a la que se derivan los partos con complicaciones, atención obstétrica, cirugía, y atención al recién nacido.
“Mientras el cambio no llegue –explicó el coordinador del proyecto–, nos conformamos con dar una gota de atención médica en medio del océano. La población que atendemos tiene un beneficio evidente. Tal vez mañana mueran de otra cosa, pero hoy no morirán de diarrea, o desangradas durante el parto. Mientras podamos, atenderemos las emergencias que surjan en nuestro entorno”.
Durante la charla, que por primera vez se celebró de forma simultánea desde Gijón y Madrid y contó con una media de 60 participantes, los dos trabajadores de MSF abordaron con los internautas otras cuestiones relacionadas con el trabajo en Somalia, como la financiación de los proyectos en este país (100% privada para no comprometer la imagen de independencia y neutralidad de la organización), el complicado suministro de medicamentos, o la formación del personal nacional.
En este sentido, ambos insistieron en la importancia de los trabajadores somalíes, 129 personas de las 135 que integran el proyecto de Jowhar, y que en palabras de Miriam Alía constituyen“la base y la garantía de nuestra continuidad” cuando la violencia obliga a la evacuación del personal internacional a la vecina Kenia. En esos momentos, según Marcos Ferreiro, “es el personal nacional el que saca adelante los proyectos”.
En todo caso, aunque ambos expresaron su pesimismo respecto al futuro de Somalia, también señalaron que los somalíes “son optimistas y luchadores, más que nosotros, y consiguen vivir en medio del caos, consiguen reírse de su propia desgracia y encontrar una sonrisa entre la adversidad”. “Los cambios vendrán más del carácter de la población que de lo que pueda hacer una sola organización”.