Sri Lanka: Miles de civiles siguen atrapados en el norte, mientras algunos han conseguido escapar

Aquellos pacientes que han podido salir de la zona afectada por el conflicto que enfrenta al gobierno y a los rebeldes se recuperan en el hospital de Vavuniya.

MSF
23/02/2009

Unas 200,000 personas siguen atrapadas en la región del Vanni, en el norte del país, donde el gobierno de Sri Lanka y al grupo rebelde LTTE siguen enfrentándose. Aunque en la últimas dos semanas había habido un incremento en el número de civiles que consiguieron escaparse de la zona de conflicto, el número ha bajado considerablemente en los últimos días. MSF continua buscando acceso a estas personas atrapadas.

MSF se está preparando para trabajar en los 15 campos en la ciudad de Vavuniya y sus alrededores. En ellos viven unas 30,000 personas que han huido de la violencia. MSF ya está distribuyendo comida y otros materiales de primera necesidad en 10 campos. En el hospital de Vavuniya, el hospital principal para emergencias en la zona, el cirujano de MSF ha operado a 144 pacientes, asistiendo a un equipo de cirujanos locales.

Estos son algunos de los testimonios de quienes han conseguido huir.

Una escapada arriesgada
R. tiene 5 años y duerme en la cama del hospital. Su hermana, de ocho años, apoya su cabeza en la cama y mira al infinito. El niño sufre de una herida de bala en la pierna. Lleva una venda bien atada.

La familia llegó al hospital el pasado 8 de febrero tras huir de la zona de conflicto. El padre y el hijo habían recibido disparos de los soldados en el caos y el pánico de cruzar líneas de frente para llegar a zonas controladas por el gobierno.

La familia estuvo atrapada durante semanas en la zona controlada por los rebeldes. Se vieron forzados a huir por los constantes bombardeos, y tuvieron que desplazarse varias veces. Desde Mankulam, huyeron a Udayarkaddu, donde permancieron 10 días bajo bombardeos diarios escondidos en bunkers que cavaron ellos mismos en el suelo.

“Era horrible. Había gente muriendo cada día. No teníamos agua, ni comida, ni medicinas”, cuenta su madre. Tampoco tenían dinero. No había cobrado su salario de profesora en las últimas dos semanas. “Cuando mi hija se puso enferma nos dimos cuenta de que teníamos que salir del bunker para conseguir medicinas. Era muy peligroso. Cada día le preguntábamos a mi marido que iba a ser de nosotros. ¿Íbamos a morir aquí?”.

Sabiendo que el ejército quería que la población llegara a un campo de tránsito en Visuvamadhu, la familia cruzó la línea de frente con un amplio grupo de personas. Para huir más rápido, decidieron irse en motos. “La gente huía con una bandera blanca hacia la zona controlada opr el gobierno. Estábamos en motos separadas. Yo iba detrás de mi hija y mi marido iba delante nuestro con mi hijo. Los soldados estaban sorprendidos y dispararon a mi marido y a mi hijo antes de dares cuenta que éramos civiles huyendo de la zona de conflicto”.

Cuando los soldados se dieron cuenta, enviaron a la familia a un hospital military y de ahí fueron transferidos a Vavuniya para recibir tratamiento de emergencia. Su marido recibe tratamiento en la sala de al lado.


Bombardeados una y otra vez
C. tiene 15 años y fue herida en la zona de conflicto cuando un proyectil cayó cerca del bunker donde se escondía con su familia. Los cuatro hijos de la familia están heridos, pero ella tiene las heridas más graves.

El impacto la lanzó al arcén de la carretera y la niña pidió auxilio. Todo el mundo corría presa del pánico a su alrededor mientras los bombardeos continuaban. Tras un tercer ataque, alguien oyó sus gritos de socorro. “Hubo tres ataques seguidos y hasta tres horas después mi hija no pudo ser rescatada por unos jóvenes”, explica su madre.

C. fue llevada a un hospital local pero ya había perdido mucha sangre. Tenía que ser transferida al hospital PTK , la única estructura de salud en la zona de conflicto con capacidad para ofrecer asistencia de emergencia. “El hospital también fue bombardeado, la explosión fue aterradora. Ahora que hemos llegado al hospital de Vavuniya y estamos seguros, no dejo de saltar cada vez que oigo algo que se cae al suelo”, admite su madre.

En la cama, su hija adolescente hora. Su pierna está inmovilizada con una venda gorda y trata, en vano, encontrar una posición que le alivie el dolor. Su madre le acaricia el pelo tratando de consolarla mientras rehace sus trenzas suavemente. Después de todo, hace poco, C. era solo una colegiala ordinaria.

Herida el 11 de enero, consiguió llegar al hospital de Vavuniya dos semanas después, cuando el IRCR pudo evacuar a los pacientes gravemente heridos después de que el hospital fuera bombardeado repetidamente. Su pierna izquierda tiene heridas cutáneas y su pierna derecha tiene serias fracturas. La estructura ósea de la pelvis y su muslo también están heridas. Parte de su piernas ha sido colocada de nuevo en su sitio. La cirugía fue muy dolorosa y su pierna izquierda ha quedado más corta, dejándola con cojera para el resto de su vida.

“No lloro por el dolor, si no porque mis hermanos siguen en la zona de conflicto”, explica llorosa. Su madre, al igual que la mayoría de personas que han llegado a las zones del gobierno, viven en campos de tránsito. Está buscando desesperadamente a su familia y tratando de conseguir información de los hijos que tuvo que dejar.


Ningún lugar seguro a donde ir
D., una mujer extremadamente delgada, está inmóvil con varios vendajes en su estómago. Sufre una herida abdominal tras ser herida con metralla por la explosión de un proyectil. Mira ansiosamente por debajo de su brazo, que cruza sobre su cara para protegerse.

A su lado, su madre, de 53 años, nos cuenta cómo se les pidió qeu fueran a la zona segura de Vavipunam el 19 de enero. Un par de días después, los bombardeos de artillería empezaron. “No había comida ni agua. Dejamos nuestros bunkers pr la mañana para ir los arrozales para tratar de conseguir algo de comida, pero los ataques empezaron. De los 15 miembros de la familia, tres murieron allí y, en total, 25 sufrieron heridas”.

“Llevamos a mi hija al hospital pero también fue bombardeado. De ahí nos movimos al hospital PTK, donde nos volvieron a atacar”. D. fue evacuado por la Cruz Roja el 29 de enero. Su hermano, también herido, fue enviado a Vavuniya y de ahí al hospital de Mannar. Para dejar camas libres en el hospital de Vavuniya, los pacientes con heridas leves son referidos a otras estructuras de salud.

Además de sufrir mucho dolor, la angustia de no tener noticias de la familia es insoportable. “El resto de la familia está atrapado en la region de Vanni. Sufrimos ataques diarios y éstos siguen. Su hijo, de tres años, sigue en la zona de conflicto. Ahora su abuelo cuida de él, o eso creemos. No sabemos si están vivos, heridos o si han conseguido salir. Imagínate como me siento".