Sur Sudán: la historia de Tambohe

Tiene 38 años y es de Napopo, en Congo. Esta refugiada llegó a Sur Sudán escapando de la violencia. Atacaron su pueblo. Este es su testimonio:

MSF
24/12/2008

"Estoy aquí escapando de los tongo-tongo (nombre que se da al LRA en Congo), ellos mataron a la gente de mi pueblo y les quemaron vivos.

El LRA había estado en el pueblo unas semanas antes. Vinieron y saquearon el centro de salud, nos dejaron sin medicamentos, pero no nos hicieron nada.
Pero después del ataque de la población de Bangade, vinieron a nuestro pueblo. Mi cuñado fue la primera persona que vieron y la dispararon. Lo vimos todo. Le dispararon seis veces. Después de dispararle continuaron hacia el pueblo dejando el cadáver en el suelo. Entraron en el pueblo y mataron a dos personas más. Después quemaron las casas con cuatro personas dentro.

Cuando vimos cómo mataban a mi yerno huimos corriendo al bosque. Yo me llevé a mi padre, que es ciego. Tenía que sacar rápido a mis hermanos pequeños, ellos siempre se llevan a los niños. Al final conseguimos escondernos en el bosque. En nuestra familia éramos cinco adultos y 10 niños. Mi hermana, la esposa del asesinado, estaba embarazada de gemelos.

Cuando estábamos escondidos en el bosque nos llegó el humo y empezamos a toser. Después nos llegó el olor de los cuerpos ardiendo. Es un olor horrible y no podíamos respirar, el olor se quedó mucho tiempo. Era un olor muy fuerte, estaban quemando los cuerpos. Nos sentíamos muy mal. No nos podíamos ir dejando los cadáveres allí, así que esperamos en el bosque unas horas hasta que los soldados se marcharon. Mi marido cubrió los cuerpos con hojas y con los restos de las casas. Pero teníamos miedo y no pudimos enterrarlos.

Solo después de cinco días nos atrevimos a volver para enterrar los cadáveres. Ahora por fin los hemos enterrado. Entonces decidimos escapar lejos de ellos. Ya no nos quedaba nada, habían quemado nuestras casas y todo lo que teníamos.

Tardamos tres días en hacer el camino. Los niños pequeños se cansaban mucho y no se podía hacer más rápido. No teníamos comida, salimos sin nada, sólo la ropa que llevamos puesta.

No vamos a volver más allí, nunca más, aunque los del LRA se marchen, ya no nos queda nada y no queremos recordar. Hemos hablado con una persona que llegó ayer desde allí pero dice que no queda nadie, ninguna persona ha vuelto.

Aquí sobrevivimos trabajando para la gente y con eso podemos comer. Hemos construido una cabaña y vivimos allí. Los niños duermen mal por los mosquitos y porque dormimos sobre el suelo. Yo duermo mal porque sueño con el olor de la carne quemada. Sueño que vienen y no tenemos nada que darles y entonces nos ponen una piedra en la cabeza y nos llevan a su campamento. No, no quiero volver".