Tabitha (por Catee Lalonde)

MSF
27/05/2010

Soy boba. La semana pasada, había salido a correr con Elektra, la psicóloga del proyecto, y sentimos que alguien nos seguía. Al darnos la vuelta, vimos a una pandilla de niños y niñas siguiéndonos. Una de ellas destacaba sobre los demás. Llevaba unos desgastadísimos pantalones cortos e iba sin camiseta. Su pelo estaba medio trenzado, medio revuelto. Sin embargo, lo que más nos llamó la atención fue su cojera. Tenía una quemadura del tamaño de la palma de la mano en una rodilla, recubierta por lo que parecía ceniza.

Intentamos preguntarle dónde vivía y nos lo mostró. Una vez allí, Elektra se comunicó como pudo con su madre para decirle que la niña tenía que ir al hospital. Al escuchar a Elektra hablando en árabe, la mujer ladeó la cabeza y se echó a reír. No entendía ni una palabra.

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