Tenemos que cubrir las heridas con tiritas usadas (por Sarah Maynard, coord. MSF en Leer, Sudán del Sur)

MSF
04/03/2014

En cuanto el avión tomó tierra, caminamos desde la pista de aterrizaje hasta el hospital, tal y como hemos hecho tantas y tantas veces. Normalmente hay decenas de niños jugando al fútbol bajo los árboles, mujeres recogiendo agua de la fuente y personas que van y vienen del mercado. Sin embargo, esta vez no había nadie en los alrededores. Toda la ciudad parecía desierta.

Fuimos hacia lo que antes era la puerta de entrada. Durante unos minutos me quedé paralizada mirando la devastación que me rodeaba, en estado de shock total.

El grado de destrucción causado por el fuego era indescriptible. El almacén donde guardábamos las medicinas estaba calcinado. Hasta tal punto, que ya no era posible reconocerlo. Todo había sido arrasado y el tejado se había caído. Los congeladores y las neveras para guardar vacunas estaban totalmente destruidas.

El otro almacén, en el que guardábamos comida para los pacientes ingresados y para los niños desnutridos, también estaba quemado. Las estructuras prefabricadas en las que teníamos las oficinas también se encontraban carbonizadas. Los bloques que eran de ladrillos y de cemento estaban aún en pie, pero habían sido saqueados y estaban vacíos. En todo el hospital, ya no quedaba ni una sola cama.

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