Tsunami: los programas de salud mental siguen siendo una prioridad en Aceh

Dewi Agreni, traductora para el programa de salud mental de MSF en Aceh, Indonesia, explica las consecuencias psicológicas del <em>tsunami</em> y la larga guerra civil sobre la población.

MSF
22/12/2005

“Nací en Sigli en 1973, cuando todavía reinaba la paz en Aceh. La guerra empezó cuando tenía tres años, cuando Hassan Tiro fundó el Movimiento de Liberación de Aceh (GAM). El GAM quería la independencia y el Gobierno indonesio respondió con el envío del Ejército a la región para capturar a los rebeldes.

Mis primeros recuerdos de los combates se remontan a los principios de los ochenta. Mataron a mucha gente en ambos bandos. A veces, cuando nos despertábamos por la mañana, encontrábamos cadáveres en los campos o cerca del río. Pero nunca sabíamos quiénes eran. No tenían ninguna señal de identidad y se les dejaba intencionadamente lejos de sus pueblos. A veces estaban desnudos, a veces mutilados.

Cuando se produjo el tsunami, yo estaba estudiando en Malasia; lo escuché en la radio. En un primer momento, pensé que quizás toda mi familia habría muerto. Me fui al Consulado de Indonesia para informarme, pero no sabían nada. Entonces me fui al aeropuerto y cogí un vuelo para irme a casa.

Primero llegué a Sigli. Sólo se veían cadáveres, inmensos árboles caídos, casas destruidas. Todo el mundo estaba en estado de stock. Caminábamos como robots entre los escombros en busca de nuestros seres queridos. Afortunadamente, mi familia cercana en Sigli se encontraba bien. Pero en Banda Aceh perdí a 16 familiares. Mi tía, mi tío, sus hijos, todos habían muerto.

Durante la primera semana, todo el mundo, desde los militares hasta la población, se unieron para prestar ayuda a los que más habían perdido. Luego empecé a trabajar con MSF. Me convertí en traductora para una de las clínicas móviles que ofrecían asistencia médica en los campos de desplazados. Luego supe más sobre el programa de salud mental y cuando se presentó la oportunidad de ser traductora de uno de los equipos no dudé un instante.

En Aceh no existe el concepto de salud mental. Es difícil explicar a la gente lo que hacemos. Si usas una palabra como “estrés” creen que hablamos de locura. Intentamos explicar que el hecho de estar traumatizado o estresado es una reacción normal a una situación anormal y no quiere decir que uno esté loco. Explicamos cuales son los síntomas –no tener apetito, no poder dormir, sentir tristeza todo el tiempo– y cómo MSF puede ayudar.

MSF ofrece consultas individuales y de grupo. Es increíble ver cómo funcionan. Por ejemplo, encontramos una mujer que no paraba de llorar. No podía dormir; no podía comer. Su hija había muerto, pero como no había encontrado el cuerpo, no podía aceptar su muerte. Tenía pesadillas en las que la niña la iba a ver, diciendo que estaba viva y pidiéndole que la encontrara. La mujer sufría dolores de cabeza, de estómago y ataques de terror durante las réplicas del tsunami y las tormentas.

Le aconsejamos que acudiera a una consulta individual. Trabajamos con ella para encontrar formas de hacer el duelo de su hija y, después de varias sesiones con un psicólogo, fue capaz de controlar sus lágrimas. Ahora reconoce que su hija ha muerto. Todavía sufre, pero por los menos ahora puede reír y es capaz de trabajar. Es increíble ver el cambio.

Uno de los principales retos de la asistencia psicológica en Aceh es que la gente está afectada tanto por el desastre como por el conflicto. Al principio nuestros programas se centraban en el tsunami, pero ahora encontramos cada vez a más gente que habla del conflicto, lo que nos ha hecho ver que hay necesidades no cubiertas, donde los combates fueron los intensos. Por ello, enviamos clínicas móviles, que incluyen un médico, una enfermera y dos psicólogos, hacia nuevas zonas.

Es increíble ver cómo la gente de estas zonas quiere hablar con nosotros. Quieren que el mundo sepa lo que les pasó y que su historia se transmita. Los civiles hablan de intimidaciones, torturas, incendios y asesinados. Esta violencia ha tenido un impacto muy grave sobre su salud mental. La gente habla de la violencia como de una cosa que les persigue, como una sombra, especialmente durante la noche. Dicen que viven atemorizados y siguen oyendo disparos a pesar de que los combates han cesado. También sufren de dolores psicosomáticos, como dolores de cabeza o de estómago. Creo que queda mucho por hacer.

He aprendido mucho sobre salud mental desde que empecé a trabajar con MSF y creo profundamente en la pertinencia del programa. En Aceh vi que aunque la gente no entiende realmente qué es la salud mental, es muy receptiva a lo que les podemos ofrecer y me aseguran que esto les ayuda. MSF no puede ofrecerles una vivienda, pero he visto que a través de la educación, las actividades psicosociales y las consultas, se ha podido ayudar a la gente a superar lo que le había pasado”

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