“Nuestras vidas se entrelazaron con las bombas y los misiles que caían del cielo, destruyéndolo todo”

Nuestro compañero Olexander tuvo que abandonar su hogar en Ucrania para salvar la vida. “No podíamos pensar ni sentir nada más. Los días de la semana dejaron de tener sentido, todo era una larga pesadilla. Mi hermana intentaba llevar la cuenta de los días, pero, para mí, todo estaba borroso”, recuerda.

MSF
10/06/2022

Nuestro compañero Olexander es una de tantas y tantas personas que abandonaron Mariúpol, en Ucrania, para salvar la vida. Días después de sumarse a un convoy de vehículos y dejar atrás su hogar, escribía: «¿Cómo se puede describir el hecho de que el hogar de una persona se convierta en un lugar de terror? Nuevos cementerios se levantaban por toda la ciudad, en casi todos los barrios, incluso en el pequeño patio de una guardería cerca de mi casa, donde deberían estar jugando los niños. ¿Cómo puede este pasado ofrecer un futuro para nuestros hijos? ¿Cómo podemos soportar más dolor y tristeza? Cada día que pasa, sientes como si perdieras toda tu vida».

Como él, casi 11 millones de personas se han visto obligadas a huir de sus hogares en Ucrania; de ellas, cuatro millones han buscado refugio en los países vecinos. Nuestros equipos en la frontera eslovaca, por ejemplo, han visto llegar a la frontera a personas solas y con las pocas pertenencias que pueden caber en una simple mochila.

La atención a quienes dejan sus casas es esencial; para empezar, es necesario atender los efectos en la salud mental que pueden tener experiencias como el haber vivido bajo el asedio a Mariúpol. No hay mejor descripción que las palabras de Olexander: «Empezaron los bombardeos y nuestro mundo, tal y como lo conocíamos, dejó de existir. Nuestras vidas se entrelazaron con las bombas y los misiles que caían del cielo, destruyéndolo todo. No podíamos pensar en nada más y no podíamos sentir nada más. Los días de la semana dejaron de tener sentido, no podía saber si era viernes o sábado, todo era una larga pesadilla. Mi hermana intentaba llevar la cuenta de los días, pero, para mí, todo estaba borroso».