Porqué es tan importante tener una vacuna (y poder acceder a ella)
En plena pandemia de la COVID-19, subrayamos la necesidad de vacunas disponibles y a precios justos para enfermedades prevenibles como el sarampión, la hepatitis, la tuberculosis.

Cuando una enfermedad no existe o no es visible en nuestra comunidad, es fácil olvidar lo importante y vital que es que exista esa vacuna concreta.
Pero, cuando la amenaza está más cerca, a la orden de nuestro día a día, como sucede ahora a causa de la pandemia de COVID-19, todo el mundo ansía con esperanza la llegada de una vacuna capaz de protegernos contra el coronavirus.
Cada año, casi 20 millones de niños y niñas se quedan sin el paquete básico de vacunas que podría protegerles, y en total cerca de dos millones de personas mueren a consecuencia de enfermedades que podrían haberse prevenido con las vacunas recomendadas por la Organización Mundial de la Salud (OMS): DTP (difteria, tétanos y tosferina), hepatitis B, Hib (haemophilus influenzae tipo B ), BCG (tuberculosis), virus del papiloma humano, sarampión, neumococo, poliomielitis, rotavirus y fiebre amarilla.
Es una realidad que vemos a diario en los más de 70 países en los que trabajamos. Durante las campañas de inmunización en respuesta a epidemias, es habitual que muchas personas caminen durante días para vacunarse tanto a sí mismas como a sus hijos.
Con motivo de la Semana Mundial de la Inmunización que se celebra hasta el 30 de abril y en medio de una pandemia mundial, con más de 200 países y territorios con casos de COVID-19, queremos subrayar, una vez más, que las vacunas asequibles son un derecho.
En ningún caso los medicamentos y tratamientos deberían ser un lujo.
Y es que durante más de 40 años, hemos estado a la vanguardia de la inmunización en contextos de crisis y en brotes epidémicos, y hemos sido testigos directos de los obstáculos que la vacunación plantea.
En la actualidad, uno de los problemas que más nos preocupan es el de los precios. Desde 2001, el coste de vacunar completamente a un niño se ha multiplicado por 68, por culpa del elevado precio de las nuevas vacunas (sobre todo las del neumococo, el rotavirus y el virus del papiloma humano).
Por eso, no dejaremos de reclamar a las farmacéuticas precios más reducidos para las vacunas para todos los países, y no solo para las vacunaciones rutinarias, sino también para las que las organizaciones humanitarias desarrollamos en respuesta a emergencias.
CURIOSIDAD
Sabías qué… en 2018, en Kidal, en el norte de Mali, para vacunar a 10.000 niños, tuvimos que recorrer un total de 60.000 kilómetros por caminos en pleno desierto, a menudo a 40 grados de temperatura: en estas condiciones, nuestros equipos recorrieron el equivalente a 1,5 veces la circunferencia de la Tierra.
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Una mujer recibe una vacuna contra la fiebre amarilla en Kinshasa, República Democrática del Congo. © Dieter Telemans
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Dos ciclistas ayudan a preparar una piragua en el puerto de Bolengela para derivar a un niño enfermo acompañado por su madre del puesto de salud de Ilombe al hospital de Boende, en República Democrática del Congo (RDC). Nuestros equipos están haciendo un esfuerzo adicional para vacunar a los niños, incluso en las áreas más remotas. Nos trasladaos en bote en moto y a pie para vacunar a 18.000 niños contra el sarampión. © MSF/
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Campaña de vacunación masiva para menores de 16 años en la isla de Lesbos, en Grecia. Las personas refugiadas son especialmente vulnerables a enfermedades prevenibles. © Anna Pantelia/MSF
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Un niño es vacunado en Elliniko, en Grecia, en el marco de una campaña de vacunación contra varias enfermedades: sarampión, tétanos, tos ferina, gripe, polio, hepatitis B y algunas formas de neumonía. © Pierre-Yves Bernard/MSF
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Nuestro compañero prepara una vacuna durante una campaña de vacunación contra la #neumonía en el campo de Yida, en Sudán del Sur. © Yann Libessart/MSF
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Una de nuestras compañeras administra una vacuna oral contra el cólera a un niño en el campo de refugiados de Nyaragusu, en Tanzania. © Erwan Rogard/MSF
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Camille, la comadrona de nuestro hospital en Old Fangak, en Sudán del Sur, muestra a una asistente de parto tradicional cómo vacunar a una paciente embarazada. © Frederic Noy
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Scholastique Odjako Bhayo y su bebé, Avaga Roma, están listos para abandonar la unidad de sarampión que dirigimos en el Hospital Biringi, provincia de Ituri, en el noreste de la República Democrática del Congo. Avaga Roma se curó aquí y ahora puede regresar casa. Desde enero de 2018 hasta octubre de 2019, tratamos a 46.870 pacientes con sarampión y vacunamos a 1.461.550 niños en 54 zonas de salud. © Alexis Huguet