Adelina Ciumac y Olena Starovoitova son dos de nuestras sanitarias que, al principio de la guerra, daban la bienvenida a los refugiados ucranianos, recién llegados a Moldavia, en tiendas de campaña montadas para que se refugiasen del viento y el frío.

Dentro de esas tiendas, ofrecían apoyo emocional a los niños y niñas a través de diversas actividades. Una era invitarles a pintar, cosa que les ayudaba a mostrar sus sentimientos en un momento tan complicado de sus vidas. 

 

En las dos primeras semanas de la guerra, más de 230.000 refugiados ucranianos cruzaron la frontera de Moldavia huyendo de los intensos bombardeos. Familias enteras, principalmente mujeres, niños y ancianos, tuvieron que esperar varias horas para llegar al cruce fronterizo de Palanca, aguantando temperaturas bajo cero y fuertes vientos. Durante los dos primeros meses de la guerra, estuvimos dando asistencia médica y psicosocial.