Aceh: una emergencia de salud mental

Laetitia de Schoutheete es coordinadora de los proyectos de salud mental de MSF en Aceh. Estos se desarrollan en las poblaciones de Banda Aceh, Sigli, Meulaboh y Lamno; todas ellas zonas devastadas por el tsunami.

MSF
24/02/2005

¿Cómo describirías el estado de ánimo de los supervivientes del tsunami en Aceh?

Las personas se encuentran en un estado de estrés agudo. Teniendo en cuenta lo que han pasado, esto es algo natural. En realidad, sería mucho más preocupante que no fuera así. La mayoría de las personas están experimentando un proceso de duelo, un dolor muy intenso pero muy normal en estos momentos. Durante las consultas que realizamos en Banda Aceh – así como en otras partes – vemos que las personas reaccionan de forma muy distinta, algunas lloran y otras incluso se ríen como si nada hubiese pasado.

Me preguntan si se trata de un rasgo cultural – si la población de Aceh tiene una manera especial de hacer frente a estos acontecimientos. Mi interpretación ante aquellos que ríen es que todavía no están preparados para llorar. En términos psicológicos a esto se le denomina disociación – como si el proceso de duelo estuviese congelado.

El tsunami ha dejado miles de muertos, literalmente ha arrasado la vida de las personas. Tanto dolor acaba con la energía física y mental de los afectados, a menudo en detrimento de todo lo demás. Los habitantes de Banda Aceh se han quedado sin nada, sin casa, sin pertenencias, lo han perdido absolutamente todo. Por eso las personas que han quedado con vida consiguen seguir adelante gracias a una especie de mecanismo de supervivencia. Tienen que encontrar un lugar donde vivir y algo que comer. Una vez han logrado por lo menos algo de estabilidad entonces es cuando pueden dar rienda suelta a ese proceso de duelo.

Pero por el momento, Aceh es una emergencia de salud mental y sus habitantes necesitan apoyo de forma acuciante.

¿Cómo se recuperan las personas de un acontecimiento de tal magnitud?

En el caso de la población de Aceh, la religión resulta de gran ayuda. Si algo ha hecho el tsunami es fortalecer la fe de las personas. La mayoría de ellas rezan tres veces al día con la comunidad y dos de forma individual. Esto no constituye únicamente una forma de apoyo psicológico, sino que es también un ritual que les ayuda a volver a poner orden en sus vidas. Tener rituales es de gran importancia porque les devuelven el control de las vidas que el tsunami les arrebató. En las consultas, intentamos averiguar qué es lo que puede darles fuerza y mantenerles con vida, y para muchos aquí esa fuerza viene de Dios.

La comunidad aquí es también muy solidaria. En los campos de desplazados, cuando hay alguien que se ha quedado sin nada y sin nadie, los demás le dedican tiempo, le hablan, le escuchan y le reconfortan. Se sientan juntos y hablan de lo ocurrido. Incluso los desplazados, siguiendo la forma de ser de los indonesios, han creado una especie de estructura social en los campos. Por eso siempre a los pocos días ya hay un responsable del campo, por ejemplo el líder, el imán o el maestro de una comunidad.

¿Cómo reacciona la gente cuando les dices que eres psicóloga?

En primer lugar, no decimos de bote pronto que somos psicólogos pues eso podría asustarles y alejarles de nosotros. Decimos que hemos venido a escucharles y que somos médicos que nos ocupamos de los sentimientos y no tanto de las afecciones físicas. Generalmente la gente se muestra muy abierta y quiere hablar. Trabajé durante un año en Ambón, pero allí la situación era muy distinta. La gente venía a nosotros con problemas psicosomáticos como dolores de cabeza y dificultad para respirar. Por eso trabajábamos en pareja con un médico para poder tener acceso a estas personas. Aquí, son conscientes de que ha ocurrido algo anormal y sienten la necesidad de hablar. También saben reconocer cuando alguien está traumatizado y eso significa que vienen a nosotros en busca de ayuda. No tienen miedo de los psicólogos.

¿Cómo trabajan en la práctica los equipos de MSF?

Por ejemplo, en Banda Aceh llegamos a un lugar donde hay desplazados, tendemos una manta y sobre ella ponemos té y café, información sobre nosotros y sobre lo que hacemos y les invitamos a que vengan. Actualmente sobre todo nos estamos centrando en aquellas personas que vuelven al lugar donde vivían para ver lo que queda de sus casas, las que intentan recuperar algunas de sus pertenencias y las que en esa búsqueda también desentierran cuerpos. Después proporcionamos información acerca del tsunami – lo que contribuye a calmarles la ansiedad – y respondemos a sus preguntas.

No tardan mucho en empezar a relatar su experiencia. Y si quieren hablar en un lugar más confidencial, se lo ofrecemos. Las consultas individuales a menudo duran entre 40 minutos y una hora. Nuestro próximo objetivo es identificar una casa cerca de los campos que nos permita realizar estas consultas de una forma más privada. Es importante para nosotros tener un lugar donde la gente nos conozca y donde pueda venir a vernos.

¿Os encontráis con otro tipo de trauma en Aceh?

Cuando la gente habla del conflicto en Aceh, el grado de ansiedad es muy elevado. Vienen a nosotros diciendo que les duele aquí o allá pero en realidad lo que tienen son problemas psicosomáticos. Cuando les preguntamos cuanto tiempo llevan así, suelen decir algo así como, “hace más o menos un año, sabes, aquí la vida es muy dura”. Y entonces nos lo cuentan.

Debido al conflicto ya no saben quién es quién, se ven atrapados en medio. Puede percibirse el trauma, puesto que incluso parece que les cueste respirar cuando hablan de ello. Y ahora el tsunami ha sido la gota que ha colmado el vaso, y puede llagar el momento cuando ya no puedan más y se desmoronen.

¿En qué consiste el apoyo de MSF a estas personas?

Les escuchamos. Esto es lo más importante. Aunque la comunidad es solidaria, existe una diferencia entre compartir la experiencia y el dolor con otros y contar con una persona que realmente les escuche con empatía. Eso es lo que podemos hacer.

Como no han hablado, tiene muchas emociones dentro y mucha confusión. Cuando consiguen hablar sobre los que ha ocurrido, en su cabeza hacen asociaciones entre los diferentes acontecimientos, pueden entonces llorar y dejar ir toda la tensión que llevan dentro. Les explicamos que estos sentimiento tan fuertes son totalmente normales en estas circunstancias.

Me resulta difícil cuando hablo con gente que se siente culpable sobre lo que ha ocurrido, como una muchacha de 15 años que no consiguió coger a su madre en medio de la fuerza de las olas cuando su madre no era más grande que ella. O las madres a quienes el agua arrebató as sus bebés de sus brazos. Pero repito, el sentimiento de culpa es una reacción normal y hacemos todo lo que está en nuestras manos para demostrarles que hicieron todo lo que humanamente pudieron. Esto supone también un alivio.

Además, nunca juzgamos, sino que nos limitados a dar información técnica sobre el tsunami. La gente justifica los acontecimientos de muchas formas. Por ejemplo, algunos dicen que Alá decidió que el tsunami se cerniera sobre Aceh porque no eran lo bastante piadosos. Cuando les decimos que el tsunami afectó también a otros lugares, y que se trata de un fenómeno conocido que ya ha ocurrido antes en otras partes del mundo, inmediatamente el alivio se refleja en sus rostros. Ante tantas interpretaciones distintas, la información práctica puede resultar de gran ayuda.

Sobre todo, lo que encuentro más sorprendente en la población de Aceh es su poder de recuperación, su resistencia tras haber sufrido un incidente de tal magnitud. Es esto lo que te hace dar cuenta de los recursos y la capacidad que tienen estas personas.