Conflicto en Burkina Faso: "Mucha gente tiene miedo de dormir por la noche"

La grave crisis humanitaria que atraviesa el país, con una violencia intensa y continua, es la de más rápido crecimiento en el mundo, con un millón de personas desplazadas de sus hogares en un país de 20 millones. La pérdida de vidas humanas es enorme, como refleja el ataque del 4 de junio, en la aldea Solhan, con 130 muertos.

MSF
15/06/2021

Tras el ataque a la aldea de Solhan a principios de junio, el más mortífero en la historia reciente del país, nuestro coordinador general en Burkina Faso, el Dr. Youssouf Dembélé, describe el impacto de la violencia continua sobre una población atrapada en una de las crisis humanitarias de más rápido crecimiento en el mundo en los últimos años.

 

¿Qué está pasando en Burkina Faso?

En los últimos años, gran parte de Burkina Faso se ha visto envuelta en una violencia intensa y continua entre varios grupos armados no estatales y el ejército y las fuerzas aliadas de Burkina Faso. En ocasiones, también ha habido luchas internas entre los grupos armados no estatales.

Es un conflicto transfronterizo regional que afecta a muchos países del Sahel africano, incluidos Malí, Níger y Chad, y otros como Benín y Costa de Marfil que también comparten fronteras con ellos. Los primeros incidentes violentos en Burkina Faso ocurrieron en 2015 y el conflicto se intensificó en 2018. El año pasado, se convirtió en la crisis humanitaria de más rápido crecimiento en el mundo, con un millón de personas desplazadas de sus hogares en un país de 20 millones.

En los últimos meses hemos visto un aumento gradual de la violencia contra la población civil en las regiones de Este, Sahel y Centro-Norte, lo que ha provocado una gran pérdida de vidas humanas, incluido el ataque de la noche del 4 de junio en la aldea de Solhan, que causó más de 130 muertos y decenas de heridos. Si bien este ataque, el más mortífero en la historia reciente de Burkina Faso, ha suscitado la atención mundial, la inseguridad es crónica en muchas partes del país: combates, ataques en aldeas, ejecuciones y otros incidentes violentos se han convertido en rutina.

En las áreas donde trabajamos, vemos que cada vez más personas se vuelven extremadamente vulnerables, incluidas mujeres, niños y niñas, y ancianos. Sufren abusos de diverso tipo y, a menudo, huyen de sus hogares con las manos vacías debido a la intimidación y el miedo.

 

La carretera está cortada en dos por un bajío que es imposible de atravesar cuando llueve.

¿Cómo se ve afectada la gente por la violencia?

El principal impacto es la pérdida de vidas humanas: hay gente que muere cada semana. A los centros de salud que apoyamos llegan a menudo pacientes con heridas de bala. A menudo se encuentran en una condición muy crítica. También estamos viendo un aumento de la violencia sexual contra mujeres y adolescentes en áreas de conflicto.

La violencia también está golpeando duramente a la gente a nivel psicológico. Muchos tienen miedo de dormir por la noche. Algunos abandonan sus camas y se esconden en el bosque por miedo a ser atacados. El conflicto y el desplazamiento forzoso tienen un impacto directo en los medios de vida de la gente: muchos eran agricultores o pastores, pero ahora lo han perdido todo y dependen casi por completo de la ayuda humanitaria. Su perspectiva para el futuro más inmediato es muy incierta.

Muchos centros de salud están cerrados debido a la ausencia del personal del Ministerio de Salud que teme por su seguridad. Otras veces, los trabajadores ya no pueden llegar a los centros de salud aunque permanezcan abiertos porque no hay transporte disponible. Algunos trabajadores de salud comunitarios, formados por MSF para diagnosticar y tratar a niños y mujeres embarazadas en áreas de difícil acceso por afecciones médicas comunes y para derivar a pacientes graves al hospital, también son víctimas de esta violencia cuando golpea a sus comunidades, por lo que estos servicios básicos se ven a menudo interrumpidos. Otra dificultad es la reducida capacidad del personal sanitario y de las ambulancias para desplegarse en determinadas zonas. Estamos viendo un número significativo de niños desnutridos, una señal del frágil estado nutricional de las personas desplazadas y de la inseguridad alimentaria.

El conflicto está incluso obstaculizando el acceso a algo tan esencial como el agua. La llegada de personas desplazadas en gran número a zonas urbanas y semiurbanas ejerce presión sobre el sistema de agua y la red de distribución. El resultado es que todos, tanto las comunidades de acogida como las personas desplazadas, se encuentran sin acceso a agua potable en un entorno que ya sufre sobremanera las consecuencias del cambio climático. Muchas familias luchan a diario por conseguir suficiente agua para actividades cotidianas básicas, como cocinar y lavar.

 

La bajada del nivel del agua ha permitido a los desplazados cruzar con los kits que han recibido.

¿Qué está haciendo MSF para responder a esta situación?

Como organización médica enfocada en la respuesta a emergencias, tratamos de adaptarnos a la volatilidad de la situación y ofrecer la respuesta más completa y adecuada posible donde sea necesario.

Tenemos varios proyectos médicos regulares en ciudades y zonas rurales de las regiones de Sahel, Norte, Centro-Norte, Este y Boucle du Mouhoum, donde ofrecemos asistencia. También tenemos equipos móviles que trabajan en algunas de las áreas más inaccesibles para que la gente pueda recibir atención médica.

En la medida de lo posible, respondemos a las necesidades inmediatas de las personas recién desplazadas a medida que van surgiendo, ya sea en materia de atención médica, refugio, higiene o agua y saneamiento, para que tengan al menos servicios mínimos en los destinos a los que han huido. Zonas como Markoye, Gorom Gorom y Sebba, en la región de Sahel, han absorbido un gran número de recién llegados en las últimas semanas.

Durante los picos de violencia y las emergencias, apoyamos a las estructuras de salud que reciben un alto número de heridos garantizando que haya personal, suministros médicos, medicamentos o asesoramiento técnico. Eso hicimos por ejemplo después del ataque a Solhan, cuando apoyamos a los servicios de salud de Dori y Ouagadougou para facilitar el tratamiento médico y quirúrgico de más de 20 pacientes gravemente heridos.

El suministro de agua potable también es un componente clave de nuestro trabajo en Burkina Faso.

 

Dr. Youssouf Dembélé, coordinador general de MSF en Burkina Faso

¿Cuáles son las principales preocupaciones para los próximos meses?

Con un conflicto que se mantiene incesante a lo largo de los años, la región ha entrado en un estado de crisis cronificada y es probable que, con el paso del tiempo, caiga cada vez más en el olvido y la desatención. Esto se debe a problemas logísticos y de seguridad, que dificultan la prestación de asistencia, pero también a las múltiples otras emergencias que ocurren en todo el mundo.

Aunque otras organizaciones humanitarias ya están respondiendo en la región, se necesita mucho más, incluida la adaptación de la respuesta a los continuos picos de violencia. También es necesario que haya un suministro constante de alimentos para las poblaciones desplazadas, para evitar que los niños, las mujeres embarazadas y las mujeres en edad fértil sufran desnutrición, ya que el conflicto aumenta el riesgo de que la gente padezca esta enfermedad.

El nivel de necesidades médicas y humanitarias es extremadamente alto. Nuestros equipos trabajan en un contexto de seguridad muy exigente y volátil y es fundamental que tengan acceso sin obstáculos para llegar a las personas necesitadas a tiempo y dondequiera que se encuentren.