Decenas de miles de personas atrapadas en Grecia pagan con su salud las políticas migratorias europeas

Más de un mes después de la firma del tratado entre la Unión Europea y Turquía, la situación que afrontan decenas de miles de personas en Grecia es completamente inhumana y caótica.

MSF
13/05/2016

En los campos improvisados y centros de detención a lo largo del país, unas 50.000 personas permanecen varadas en terribles condiciones. Bajo un calor que se está convirtiendo ya en insoportable, muchos no tienen la posibilidad de acceder al sistema de asilo y están perdiendo rápidamente las esperanzas de poder reunirse con sus familiares o de encontrar un lugar donde vivir en paz.

 

Las 10.000 personas atrapadas en Idomeni están pagando con su salud las mediocres políticas europeas

Después del cierre de la ruta de los Balcanes hacia Europa, miles de migrantes y refugiados quedaron atrapados en el campo improvisado de Idomeni, donde están expuestos a las violentas actuaciones de la policía fronteriza y a la falta de escrúpulos de los traficantes de personas. Los equipos de Médicos Sin Fronteras (MSF) han tratado a bebés de apenas seis semanas de edad que han sido rociados por gases lacrimógenos y a niños de diez años con heridas provocadas por balas de goma.

El hecho de permanecer tanto tiempo en un campo que no ofrece un refugio adecuado y que no cuenta con las instalaciones médicas ni sanitarias necesarias, está teniendo consecuencias directas en la salud de las personas. Los equipos médicos de MSF tratan de minimizar estas consecuencias y han comenzado el pasado día 11 de mayo, junto a las autoridades de salud locales, una campaña de vacunación con la que protegerán a alrededor de 5.000 niños de contraer enfermedades prevenibles.

“Algunos de estos niños nacieron en suelo europeo, otros llevan meses fuera de sus hogares, muchos llevan huyendo de la violencia desde hace varios años, y la mayoría de ellos no han recibido las vacunas de rutina que necesitan”, explica Emmanuel Massart, coordinador de terreno de MSF en Idomeni. “Europa decidió poner las medidas para que miles de personas no pudieran desplazarse de un lugar a otro de Grecia, pero no planeó cómo satisfacer sus necesidades más básicas. Esta es una crisis completamente predecible, causada por la negligencia deliberada de los Gobiernos e instituciones europeas”

 

Impotencia y frustración se suman a la tensión en Atenas

La situación no es mejor en Atenas donde, a pesar del alivio que proporcionan voluntarios y asociaciones locales, no existen unas condiciones básicas de vida para los refugiados. Impotencia y frustración se suman a creciente tensión entre los refugiados, que sienten que sus casos son estudiados arbitrariamente de acuerdo a sus nacionalidades.  

“Todas las noches estallan discusiones entre sirios y afganos”, explica Mohammad, un refugiado sirio de Latakia que llegó a Grecia a mediados de marzo. “La decisión de aceptar a sirios e iraquíes como refugiados, pero no a los afganos, no es para nada justa, porque el sufrimiento por el que han pasado muchos afganos es aún peor que el de algunos sirios”, dice Mohammad. En el campo de Elliniko hay alrededor de 4.000 refugiados, la mayoría de ellos procedentes de Afganistán. Muchos de ellos empezaron una huelga de hambre hace tres días en protesta por las nefastas condiciones de vida del campo.

Oficiales de policía llegan al campo de Pireaus varias veces al día para persuadir a las familias de que suban a los autobuses que los llevarían a los campos gestionados por el Gobierno hasta que se tramiten sus solicitudes. Pero muchos lo rechazan, a pesar de saber que corren el riesgo de ser expulsados.

 

Los servicios en los campos dirigidos por el Gobierno están lejos de lo prometido

Una vez dentro de los campos dirigidos por el Gobierno no es difícil entender por qué la gente no quiere ir allí. Los servicios que ofrecen están lejos de lo que prometen los policías en Pireaus. Cerca de la frontera albanesa, en la ciudad de Ioannina, el campo dirigido por los militares hospeda a 15.000 solicitantes de asilo que pasan sus días bajo un sol sofocante y que están expuestos, sin apenas protección, a las aún muy frías noches. Duermen en tiendas de campaña que no cuentan con colchones y no tienen más que unas simples sábanas para separar sus cuerpos del frío, duro y pedregoso suelo. Un camión del ejército griego distribuye comida y agua dos veces al día, pero eso es todo. Los refugiados se pasan las horas tratando de evitar la mordedura de serpientes y escorpiones y hacen hogueras para entrar en calor y esterilizar el agua, pues no quieren que sus hijos sufran nuevos episodios de diarrea.

“Quizás debamos considerarnos afortunados, porque al menos nosotros no estamos atrapados en las islas. Pero lo cierto es que tampoco estamos mucho mejor que allí. Estamos atrapados en este lugar terrible sin tener ni idea de cuánto tiempo vamos a permanecer aquí y de cómo vamos a sobrevivir”, explica Khaled, un hombre yazidi de las montañas de Jebel Sinjar, en el Kurdistán iraquí. “No esperábamos que nos trataran así en Europa. Vinimos buscando seguridad después que Estado Islámico matara a nuestros familiares y amigos, de que secuestraran y violaran a nuestras mujeres. Tuvimos que huir de nuestras casas. ¡El mundo entero mira nuestra tragedia desde sus casas, pero nadie hace nada para ayudar a mi gente!”

 

Las “islas-prisión” griegas

En las costas de las islas griegas, miles de personas están detenidas tras las altas vallas reforzadas con alambre de espino. Tras la apresurada implementación del acuerdo entre la UE y Turquía, hombres, mujeres y niños están encerrados sin cargos, muchos más allá del período legal máximo de 25 días, en espacios putrefactos que no cuentan con unas condiciones de vida mínimamente dignas.

“El número de personas retenidas en el centro de recepción de Samos supera en cuatro veces su capacidad, las condiciones son lamentables y la tensión está a punto de estallar”, afirma Julien Delozanne, coordinador de terreno de MSF en Samos. “Todas estas personas están en condiciones de absoluto encarcelamiento y apenas se les provee de información sobre lo que les deparará el futuro. Hasta donde entendemos nosotros, los menores sin compañía y otras personas vulnerables quedan excluidas del tratado UE-Turquía y no van a ser devueltas a Turquía, pero igualmente son detenidos y traídos aquí. La mala gestión y la nula planificación que está demostrando Europa con su actuación en Samos va mucho más allá de lo creíble”.

Mientras tanto en Lesbos, a aquellos que llevan detenidos más de 25 días se les permite moverse por la isla, pero se les deja virtualmente sin asistencia de ningún tipo. Familias y menores no acompañados son separados de los hombres adultos solteros, pero muchos casos vulnerables son pasados por alto y las condiciones en los campos permanecen muy por debajo de lo mínimamente aceptable.

“En nuestros proyectos en Grecia estamos presenciando las consecuencias de unas políticas inhumanas que han dejado a miles de personas atrapadas y sin acceso a servicios básicos o información”, exclama Stefano Argenziano, coordinador de operaciones para los proyectos de migración y refugiados de MSF. “Los Estados y autoridades europeas decidieron hacer de la disuasión su única prioridad, y desistieron de proveer protección y asistencia a estas personas, a pesar de la responsabilidad moral y legal de hacerlo”.   

"La bienvenida oficial brindada por Europa a las personas atrapadas en Grecia es vergonzosa. En los campos de las islas griegas apenas hay garantías. Las mujeres tienen miedo de ir al baño cuando cae la noche, las madres suplican leche de fórmula para alimentar a sus bebés, y hombres de todas las edades pierden su dignidad luchando por restos de comida o por quién es el siguiente en la fila". "Llevamos años tratando a las víctimas de un enfoque migratorio de Europa basado en la disuasión, en lo que se ha convertido en una grave crisis humanitaria en suelo europeo. Hemos tenido que atender fracturas de huesos causadas por agentes de policía, tratar a niños con heridas en la cabeza por disparos de balas de goma y enjuagar los ojos a bebés rociados con gases lacrimógenos. En lugar de centrarse en mitigar la crisis, la UE y sus Estados miembros han decidido, simplemente, desentenderse y endosársela a otros", concluye Joanne Liu, Presidenta internacional de MSF.