Libia: miles de personas que huyen de la guerra, entre la espada y la pared

Mientras los combates siguen forzando la huida de civiles de Libia, la organización médico-humanitaria Médicos Sin Fronteras (MSF) reclama a los países implicados en este conflicto el refuerzo de la respuesta humanitaria y una protección más efectiva para las personas que escapan de la guerra.

MSF
04/07/2011

En su informe ‘Entre la espada y la pared: las víctimas olvidadas del conflicto en Libia’, MSF expone las consecuencias que en estos civiles están teniendo las deficientes condiciones de recepción y acogida, y la insuficiente protección que les proporcionan los países en los cuales han buscado refugio.

Más de 600.000 personas han cruzado las fronteras libias desde que comenzó la guerra. Muchos ya han sido repatriados a sus países de origen, pero miles siguen atrapados en centros de tránsito en Túnez, Egipto, Italia o Níger.

En el campo de Shousha, en Túnez, unas 4.000 personas (procedentes sobre todo de África subsahariana) no pueden ser repatriadas, principalmente debido a las peligrosas condiciones en sus países de origen. Otras 18.000 personas han llegado a las costas de Italia desde el inicio del conflicto, arriesgando la vida en pateras abarrotadas e inseguras.

Atrapados en tránsito
Desde el pasado febrero, los equipos de MSF han realizado más de 3.400 consultas de salud mental a personas llegadas desde Libia tanto a Italia como a Túnez, y han podido escuchar numerosos testimonios sobre las condiciones en que huyeron de la guerra. Muchos ya habían sufrido la violencia en sus países de origen, otros afrontaron situaciones extremadamente peligrosas en su camino hacia Libia, y otros padecieron experiencias muy traumáticas en este país: tuvieron que huir de los bombardeos de la OTAN, o fueron arrestados en cárceles y centros de detención libios por no tener documentación en regla o por haber sido devueltos al país tras intentar llegar a Europa.

El confinamiento en los centros transitorios y de recepción recuerda mucho las condiciones de un arresto. “El proceso de identificación de quien recibe asilo en Italia es extremadamente largo, y  muchas personas expresan una gran desesperación ante la idea de pasar meses e incluso años en estos centros”, explica Francesca Zuccaro, coordinadora de MSF en Italia.

En Shousha, las condiciones de vida son inadecuadas para estancias largas, y la seguridad se ha convertido en un problema preocupante, tal y como demostraron los violentos incidentes del pasado mayo. La violencia agudizó un sentimiento de desesperación que muchos ya tenían en el campo. Algunos lo han abandonado para intentar cruzar el Mediterráneo arriesgando sus vidas, con la esperanza de que en Europa las condiciones de recepción serán mejores.

“Sin ninguna perspectiva a la vista, docenas de ellos han regresado a Libia en los últimos días, dispuestos a jugarse la vida de nuevo en una desesperada búsqueda de un futuro mejor. Es una situación extremadamente preocupante”, apunta Mike Bates, coordinador de MSF en Túnez.

No son bienvenidos
Bajo el argumento de luchar contra la inmigración ilegal, los Estados miembros de la Unión Europea podrían acabar denegando a estas personas la protección y el trato humano al que tienen derecho, condenándolas a una incertidumbre que agrava su sufrimiento. La llegada de civiles en pateras a las costas italianas no constituye una “inmigración ilegal”, sino una huida por la supervivencia, la seguridad y la protección.

MSF recuerda a las partes beligerantes y a los países vecinos de Libia que las leyes internacionales les hacen responsables de la apertura de las fronteras a quienes huyen de esta guerra y de su protección, así como de garantizar que las condiciones de recepción y protección no perjudican a los refugiados y solicitantes de asilo en su búsqueda de seguridad.