MSF decide no participar en la Cumbre Mundial Humanitaria

Con mucho pesar, hemos tomado la decisión de no participar de la Cumbre Mundial Humanitaria. Y la razón principal es que no tenemos ninguna esperanza de que vaya a abordar las debilidades de la acción humanitaria y del sistema de respuesta a las emergencias, en particular a las que se producen en las zonas de conflicto o en situaciones de crisis epidémicas.

MSF
23/05/2016

El año pasado, 75 hospitales gestionados o apoyados por la organización médico-humanitaria internacional Médicos Sin Fronteras (MSF) fueron bombardeados, en lo que supone una flagrante violación de las reglas más fundamentales de la guerra, que en teoría garantizan un status de protección a los centros médicos y a sus pacientes, independientemente de si se trata de civiles o de combatientes heridos. Además de los hospitales, los civiles están resultando heridos y están siendo asesinados en guerras indiscriminadas como las de Siria, Yemen, Sudán del Sur o Afganistán, por citar tan sólo algunos ejemplos. Al mismo tiempo, el trato que se está dando a los refugiados y a los migrantes en Europa y en otros lugares del planeta, pone de relieve la indignante falta de humanidad de los Gobiernos y líderes mundiales. Nunca antes había sido tan necesario que se llevara a cabo una cumbre humanitaria ni había resultado tan importante que las agencias de Naciones Unidas y las organizaciones no gubernamentales se reunieran para discutir asuntos tan urgentes como estos. La Cumbre Mundial Humanitaria que hoy empieza habría sido la oportunidad perfecta para poner de relieve todo ello.

MSF ha estado involucrada de manera significativa en el proceso de la Cumbre durante los últimos 18 meses, incluyendo la preparación de notas informativas sobre diversos temas, lo cual es una muestra clara de nuestra voluntad de estar implicados en ella. La Cumbre ha hecho un trabajo admirable al abrir un sector humanitario a un grupo mucho más amplio de actores y tiene el mérito de haber liderado un proceso altamente inclusivo.

Sin embargo, con mucho pesar por nuestra parte, en MSF hemos tomado la decisión de no participar en ella. No tenemos ninguna esperanza de que se vayan a abordar las debilidades en la acción humanitaria y en la respuesta a emergencias, en particular en las zonas de conflicto o en situaciones de crisis epidémicas. En su lugar, la Cumbre parece más enfocada en incorporar la asistencia humanitaria en una agenda más amplia de desarrollo y resiliencia. Además, la Cumbre se niega a reforzar las obligaciones de los Estados de mantener e implementar las leyes humanitarias y no servirá para que éstos asuman verdaderamente los tratados y convenios para la protección y acogida de los refugiados que han firmado.

Si estas indignantes violaciones de las leyes humanitarias internacionales y de los derechos de refugiados continúan de forma diaria, los participantes de la Cumbre serán presionados para llegar a un consenso indeterminado, una declaración de buenas intenciones para “mantener las normas” y para explicar una vez más las necesidades. De este modo, la Cumbre estará ignorando otra vez estas violaciones sistemáticas de las normas y los compromisos, predominantemente por parte de los estados.

A los participantes de la Cumbre, ya sea a los estados, a las agencias de Naciones Unidas o a las organizaciones no gubernamentales, se les pedirá declarar nuevos y ambiciosos "compromisos". Sin embargo, al ubicar a los estados en el mismo nivel que las organizaciones no gubernamentales y agencias de Naciones Unidas, que no tienen tales poderes u obligaciones, la Cumbre minimizará la responsabilidad de los estados. Además, el carácter no obligatorio de los compromisos, conllevará que sean muy pocos los actores dispuestos a firmar cualquier tipo de compromiso que no hayan firmado antes.

Esperábamos que la Cumbre Mundial Humanitaria avanzase en estas cuestiones vitales de acceso y protección, reforzando el rol de la ayuda humanitaria independiente e imparcial, y poniendo una atención especial en la necesidad de mejorar la respuesta a emergencias. Desafortunadamente, la organización de la Cumbre ha fallado en esto, enfocándose en cambio en sus ambiciones de “practicar la ayuda de forma diferente”, y “poner fin a las necesidades”: palabras que suenan muy bien, pero que amenazan con diluir la atención humanitaria en favor de agendas más amplias de desarrollo, construcción de la paz y asuntos políticos.

Tal y como está planteada, no vemos cómo puede ayudar esta Cumbre a que el sector humanitario haga frente a las masivas necesidades causadas por la continua violencia contra pacientes y personal médico en Siria, Yemen y Sudán del Sur. No vemos tampoco cómo puede ayudar a que se haga frente a las enormes necesidades creadas por el cierre de fronteras de Jordania, Turquía y Macedonia a civiles que están huyendo de la guerra. No vemos cómo va a ayudar a que cambie el trato inhumano que reciben los refugiados y migrantes que buscan desesperadamente ser acogidos de manera segura en Grecia o Australia. No sabemos cómo pretende solucionar los graves vacíos a los que nos enfrentamos durante la respuesta a la epidemia de Ébola, repetidos nuevamente, aunque en una escala menor, en la actual epidemia de fiebre amarilla que hay en Angola. No entendemos cómo pretende paliar las consecuencias de las severas restricciones al acceso humanitario establecidas por ciertos estados, que niegan los servicios más básicos a aquellos que los necesitan.

No vemos tampoco qué propuestas van a hacer para solucionar la continuada falta de movilización efectiva para hacer frente a los recurrentes brotes de enfermedades en la República Democrática del Congo. En todas estas situaciones, las responsabilidades de los estados, y la capacidad cada vez menor del sistema humanitario para responder a las necesidades creadas por estos, están causando aún más sufrimiento y muertes. Y lo que es peor: estamos seguros de que todas estas necesidades y problemas permanecerán sin ser abordadas en la presente Cumbre.

Por todas estas razones, y con considerable decepción, hemos decidido no participar en la Cumbre Mundial Humanitaria.

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