“No debería gastarse dinero en vacunas contra el cólera, a costa de lo que debería invertirse en sistemas de agua y saneamiento para los haitianos”

Entrevista al Dr. David Olson, asesor de Médicos Sin Fronteras (MSF) para enfermedades diarreicas, que ha participado desde el principio en la respuesta a la epidemia de cólera en Haití.

MSF
28/10/2011

En octubre de 2010, tras más de 100 años sin que hubiera cólera en el país, una gran epidemia terminó de asolar un Haití que todavía estaba inmerso en los devastadores efectos del terremoto de principios de año. Hoy, un año después de que se detectaran los primeros casos, tras 464.000 enfermos y 6.500 muertes reportadas, la epidemia sigue activa en la isla caribeña.

La cifra de personas infectadas en todo el país alcanzó su pico durante la última semana de 2010, momento en el que se estaban dando más de 4.000 casos de cólera cada día. Poco a poco el número de casos fue disminuyendo, y a finales de abril de este año el número de casos reportados ya había descendido a unos 500 al día. Sin embargo, las buenas noticias duraron poco y solo algunas semanas después se produjo un rebrote de la epidemia que alcanzó su pico a mediados de junio, contabilizándose otros 2.000 casos diarios.

A día de hoy, muchas comunidades siguen afectadas y todo el mundo parece estar de acuerdo en que el cólera ha llegado al país para quedarse, quizás no de forma permanente, pero sí durante mucho tiempo. Y por ello es de vital importancia reforzar y ampliar las medidas preventivas.

El Dr. David Olson, asesor médico de MSF para enfermedades diarreicas, ha participado desde el principio en la respuesta de la organización médico- humanitaria a la epidemia. Le preguntamos sobre la posibilidad de utilizar vacunas contra el cólera en Haití para atajar a tiempo futuros brotes y estas fueron sus respuestas:

En materia de vacunación, ¿qué opciones hay para combatir el cólera?

Las vacunas contra el cólera existen desde hace décadas. La primera de ellas es por vía inyectable y es sobre todo utilizada por viajeros y militares, pero debido a sus efectos secundarios y su limitada eficacia, ha resultado ser inadecuada para vacunaciones masivas, así que apenas se utiliza en terreno.

Más recientemente, también se han desarrollado vacunas orales que se han probado en entornos endémicos. Y estas han demostrando su eficacia y la ausencia casi total de efectos secundarios graves. Aunque la inmunidad que proporciona esta vacuna desparece tras dos o tres años de haberla administrado, la Organización Mundial de la Salud (OMS) lleva más de 10 años recomendando las vacunas orales, además, obviamente, de otras medidas de prevención en materia de agua y saneamiento.

Actualmente hay dos vacunas orales disponibles: una es Dukoral, que lleva más de 20 años en el mercado y que es fabricada por la compañía bíofarmacéutica Crucell, y la otra es Shanchol, fabricada por Shantha Biotech, y que ha sido recientemente precualificada por la OMS. Ambos fármacos requieren dos dosis, administradas con un intervalo de dos semanas entre ellas, confiriendo inmunidad a los siete días de haber recibido la segunda dosis. Clínicamente hablando, una no es mejor que la otra en lo que a protección y eficacia se refiere (aproximadamente el 70% durante dos años, tal y como demuestran los ensayos clínicos). Sin embargo, Dukoral tiene que mezclarse con una solución reguladora antes de tomarla, mientras que Shanchol consiste solo en un par de mililitros de solución que pueden ponerse directamente en la boca en forma de gotas, como la vacuna contra la polio. Logísticamente, esta última es más fácil y más asequible, ya que tiene un coste de unos dos dólares americanos por dosis.

¿Podría una campaña masiva de vacunación detener la epidemia en Haití?

Sin mejorar el acceso al agua limpia y sin unas condiciones de saneamiento adecuadas, el cólera volverá una y otra vez. A día de hoy, casi la mitad de la población carece de acceso a agua y más del 80% no dispone de servicios de saneamiento, lo que significa que casi todo el mundo corre el riesgo de contraer el cólera en Haití. Y vacunar a toda la población, tal y como pidió inicialmente el Gobierno, supone varios problemas.

El primero es la capacidad de producción de los fabricantes de vacunas. Estaríamos hablando de casi 20 millones de dosis, una cantidad de la que actualmente no disponemos, ni siquiera combinando la capacidad de producción de los dos fabricantes.

El segundo problema es el dinero. Si hubiera que vacunar a todo el mundo, solo el precio de las vacunas ya sería de unos 40 millones de dólares. Y a ese precio deben sumársele los recursos humanos y logísticos. Además, no hay que olvidar que la protección inmunitaria parece empezar a desaparecer a los dos o tres años de haber recibido la vacuna y que esta solo es eficiente en dos terceras partes de las personas vacunadas.

Lo que en cualquier caso es obvio es que no debería gastarse dinero en vacunas contra el cólera a costa de lo que debería invertirse en medidas permanentes que mejoren los sistemas de agua y saneamiento.

¿Cómo podría utilizarse la vacuna del cólera en Haití?

Para tener un impacto significativo habría que analizar qué personas obtendrían un mayor beneficio en el caso de poder facilitarles el acceso a estos servicios médicos o de que se pusieran en marcha nuevas medidas preventivas.

En el entorno urbano resulta probablemente más fácil dispensar tratamiento y proporcionar agua, jabón e información, pero esto es mucho más difícil en las zonas montañosas o rurales que están aisladas. No es fácil vacunar en zonas rurales que tienen un acceso limitado, pero si se produjese un brote sería todavía más difícil intervenir, así que habría que hacer un análisis riguroso de los beneficios y los riesgos.

De todas formas, lógicamente no es responsabilidad de MSF tomar esta decisión. Siempre hay mucha presión cuando se trata de decidir a quién hay que vacunar y por eso se hace necesaria la participación del Gobierno. Vacunar tiene tantas implicaciones políticas como médicas.

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