Asifa y Samira: dos mujeres en Yemen, un mismo dolor por la guerra

Marib era antes considerado uno de los lugares más seguros de Yemen. Ahora, la guerra, el desplazamiento y la pobreza están haciendo mella en la salud mental de los habitantes de la región. Las necesidades son "abrumadoras", dice Hasina Nouroj, nuestra directora de actividades de salud mental en la zona.

MSF
11/02/2022

Por Hasina Nouroj, especialista en salud mental en Yemen

Hasina Nouroj, especialista en salud mental MSF en Yemen


“Te voy a contar las historias de dos mujeres: Asifa y Samira. Ambas son pacientes de nuestras clínicas móviles en ocho lugares en Marib, en el oeste de Yemen.

Asifa* tiene 29 años. Vive con su esposo y sus cinco hijos en un campo para personas forzadas a huir de los combates en la guerra civil de Yemen.

En nuestro primer encuentro, lloró mucho. Estaba profundamente triste y frustrada. Las cosas habían llegado al punto en que no podía cuidar a sus hijos.

Asifa dijo que comenzó a sentirse así después de que la familia tuvo que abandonar su hogar y mudarse al campo. Ahora viven en una tienda de campaña abarrotada sin las necesidades más básicas, como comida regular, ropa de abrigo y una vivienda digna.

El desplazamiento también ejerce presión sobre las relaciones y los sistemas familiares. Más de la mitad de las mujeres que acuden a consultas individuales con nuestro equipo afirman que los problemas familiares están empeorando su salud mental, y Asifa no es una excepción.

“Después del desplazamiento, se enfadó mucho, siempre descargando su ira sobre mí y los niños. También empezó a sospechar mucho de todo. Perdió el control sobre la familia; él no provee para nosotros. Cree que ya no lo escuchamos”, dijo.

Sin lugar para vivir, sin esperanza para el futuro, sin comida para sus hijos y con un esposo que la golpea, Asifa nos dijo que siente que estaría mejor muerta.

 

El impacto de la guerra

Asifa y su marido no son la única historia así en Marib. Alguna vez se pensó que era uno de los lugares más seguros de Yemen, y ahora personas de todo el país viven en alrededor de 150 campos formales e informales. Miles de personas vulnerables no tienen alimentos para comer, fuentes de sustento o lugares seguros para vivir con sus hijos. Separados del apoyo tradicional de la comunidad, su salud física y mental se ven gravemente afectadas.

Los yemeníes han estado viviendo esta guerra civil desde 2014. Muchos han perdido a familiares y seres queridos durante el conflicto y viven con el temor de que la violencia pueda estallar de nuevo en cualquier momento. Muchos de los pacientes atendidos por nuestro equipo de salud mental se encuentran en un estado constante de hipervigilancia, anticipando un desastre.
 

Una mujer echa las últimas gotas de agua de una garrafa para preparar la comida junto a su tienda en el campo para personas desplazadas de Al-Juseif, en Marib, Yemen.


Los síntomas de estrés postraumático son frecuentes. Muchos vienen a nosotros con imágenes insoportables sobre lo que sucedió en el conflicto, pesadillas y palpitaciones cuando alguien menciona la línea del frente. Estos síntomas son exagerados en mujeres que tienen a sus seres queridos aún en el campo de batalla.

Porque la guerra no ha terminado. Nuestros pacientes nos dicen que trabajar en primera línea es la única forma de ganar dinero y sobrevivir en estos días. Muchas de las mujeres que acuden a nosotros tienen seres queridos allí y viven con la preocupación constante de perderlos en cualquier momento. Esta incertidumbre y miedo contribuyen a problemas que incluyen depresión, trastornos del sueño y trastornos de ansiedad.

 

Samira

Los yemeníes no son las únicas personas que viven en condiciones extremadamente difíciles en Marib. Samira*, de 17 años, es una migrante de Etiopía que vive en un campamento. Hace seis meses, dejó a su familia en Etiopía y comenzó su viaje, principalmente por tierra, para encontrar trabajo en Arabia Saudí. Como muchas otras mujeres migrantes que transitan por Yemen, sufrió violencia sexual y física.

Ahora Samira está atrapada en Marib, en una pequeña tienda de campaña con más de 20 mujeres. No tiene dinero para comprar comida ni ropa de abrigo y no tiene forma de comunicarse con su familia.

Samira dice que se siente “inútil ahora y no ve esperanza” en su vida. Está triste y ansiosa la mayor parte del tiempo, aislándose de otras personas.

Entre noviembre de 2020 y noviembre de 2021, nuestros consejeros de salud mental brindaron 265 consultas individuales para migrantes. El 76% tenía síntomas de ansiedad, incluidos problemas para dormir, pesadillas y escenas retrospectivas. El 32% padecía síntomas depresivos junto con pensamientos suicidas.

Sin embargo, apoyar a nuestras pacientes migrantes siempre es un desafío, ya que sus contrabandistas, que gestionan el viaje desde África a Arabia Saudita, a menudo viven con ellas y las acompañan a todas partes. No se les permite hablar con la gente si no hay una emergencia médica.

En cuanto a los hombres migrantes, vienen solo por problemas de salud física, el resto del tiempo trabajan en condiciones infrahumanas durante largas horas para sobrevivir.

 

Un tema olvidado

Hay alrededor de dos millones de personas en Marib, residentes, desplazados e inmigrantes combinados.

Nuestro personal brinda atención médica general y ayuda a las personas a acceder a los servicios básicos para su supervivencia y seguridad. Nuestros equipos trabajan con la comunidad para compartir información y generar conciencia sobre los síntomas de los problemas de salud mental, el manejo del estrés y dónde las personas pueden buscar ayuda.

La necesidad de atención médica mental de las personas es visiblemente alta.

Pero MSF somos la única organización que brinda asesoramiento y atención psiquiátrica. La salud mental es una de las áreas más descuidadas de la atención médica en general en Yemen. La falta de conciencia, las normas culturales y sociales y el estigma que rodea a los problemas de salud mental a menudo impiden que las personas busquen apoyo.

MSF por sí sola no podemos satisfacer las abrumadoras necesidades de salud mental de las personas en Marib. Hay muchos otras como Asifa y Samira que necesitan apoyo.

 

* Los nombres han sido cambiados