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Rania Samour es una de nuestras consejeras en Gaza (Territorios Palestinos Ocupados). Forma parte de un equipo que brinda apoyo psicosocial a los pacientes y sus familias mientras reciben tratamiento. “Muchos de nuestros pacientes tienen traumas”, relata, “así que intento ayudarles a evitar que ese trauma se convierta en un problema a largo plazo”. En esta image, Rania repasa las consultas del día con su compañera. © Loay Ayyoub -
Su primer paciente del día es Ahmed, de 21 años. Forma parte de las más de 7.600 personas que recibieron disparos del ejército israelí durante las protestas de marzo de 2018. Un año y medio después, Ahmed sigue en proceso de recuperación. “Vengo aquí a aligerar mi carga”, explica tras añadir que “solía practicar muchos deportes, y es muy aburrido estar sentado sin hacer nada”. © Loay Ayyoub -
Una de las técnicas que Rania enseña a Ahmed es a practicar ejercicios de respiración: le ayudan a calmarse y a mantenerse centrado. Sobre todo cuando le apetece un cigarrillo, lo que limita gravemente la habilidad de su cuerpo de regenerar los huesos. Rania explica que los heridos que tratamos sufren importantes problemas de salud mental. “Casi todos los que han recibido disparos sufren depresión o ansiedad”, comenta. © Loay Ayyoub -
Tratamos también a personas con quemaduras, como Mariam, de 5 años, que se electrocutó en su casa al tocar un generador. Muchas personas que viven en Gaza cuentan con generadores, porque no hay suficiente combustible disponible. En la primera sesión, Mariam vino a la consulta de Rania con su padre y su madre. Ellos necesitan hablar de sus preocupaciones sobre algunos de los comportamientos de la niña tras hacerse la quemadura © Loay Ayyoub -
Rania primero jugó con Mariam para que se sintiera cómoda. Más tarde, pudo discutir sus problemas con sus padres y aconsejarles. “La primera sesión con un nuevo paciente y su familia es muy importante”, explica Rania. “Hablan de sus vidas y les doy claves, indicios que pueden conducirme al problema real". Si bien algunas personas solo necesitan un par de sesiones, otras regresan por largos períodos de terapia con Rania. © Loay Ayyoub -
Rania también ayuda al personal médico a explicar el tratamiento a los pacientes y sus familias. Aquí muestra a Mohamed, de 5 años, y a su padre, a ponerse una prenda de presión que ayudará a evitar que las heridas del pequeño cicatricen. "Utilizamos técnicas psicoeducativas para asegurarnos de que la familia participe en la atención", indica. © Loay Ayyoub -
Rania aconseja a Um Bilal, de 54 años, una mujer que resultó herida durante las protestas y ahora sufre una infección en su brazo roto. "Protestamos porque queríamos presionar a los israelíes para que levantaran el asedio bajo el que vivimos", recuerda. Ahora está luchando para lidiar con las consecuencias de la lesión: "No puedo hacer nada en casa, solo tomo analgésicos", lamenta. © Loay Ayyoub -
“Tengo miedo por el futuro”, confiesa Um Bilal. “Miedo de que mi brazo no vuelva a ser como era. No puedo vestirme, mi esposo me ayuda, pero también es difícil para él. Solo quiero poder vestirme, lavarme”. El dolor que sufren las personas que han recibido un disparo, sumado a un largo y difícil período de incertidumbre durante su proceso de recuperación, crea muchos problemas de salud mental. © Loay Ayyoub -
Al final del día, Rania escribe anotaciones sobre las sesiones con sus pacientes. "Hace 10 años, las personas rechazaban el tratamiento de salud mental", explica. “Ahora, en cambio, lo aceptan porque ven cómo mejoran. Han dejado de decir que las personas con problemas de salud mental están ‘locos’. Las personas que acuden a nosotros para hablar tienen menos probabilidades de desarrollar enfermedades mentales". © Loay Ayyoub