Allí donde la atención médica llega en burros

Nuestro enfermero y coordinador en Sudán cuenta cómo se las apañan para trabajar en zonas remotas de la cordillera Jebel Marra controladas por grupos rebeldes y escenario de guerra desde hace más de 16 años. Allí, 50.000 personas carecen de asistencia en salud desde 2008.

MSF
29/12/2020

Por Nasteh Shukri Mahamud, enfermero y coordinador del equipo médico de Médicos Sin Fronteras (MSF) en Sudán.

Umo es una zona remota situada entre dos montañas en la cordillera de Jebel Marra, en el suroeste de Sudán. Está controlada por un grupo rebelde que sigue luchando contra las fuerzas gubernamentales y otros grupos armados por el poder y el control de los recursos. Alrededor de 50.000 personas viven en docenas de aldeas dispersas en el vasto terreno rocoso. Apenas han recibido asistencia desde 2008.

El único medio de transporte para entrar y salir de Umo es el burro o el camello, ya que no hay carreteras, ni acceso para coches o autobuses. Hasta Rokero, la ciudad más cercana, es un trayecto de cuatro horas. Un trayecto cansado, difícil y peligroso por el terreno rocoso y resbaladizo, especialmente ahora con la temporada de lluvias. Es difícil imaginar cómo deber ser este viaje para una mujer que sufra complicaciones durante el parto.

La situación tanto en Rokero como en Umo sigue siendo inestable. Muchas familias desplazadas por conflictos anteriores encontraron refugio en los alrededores de la primera y todavía viven aquí. A esto se suma la llegada de los nuevos desplazados que siguen huyendo de la violencia en sus aldeas a zonas más seguras cercanas a grandes ciudades. Los enfrentamientos siguen estallando y seguimos tratando a heridos por los combates. Por la noche, a menudo oímos disparos.

Muchas comunidades en ambas localidades dependen en gran medida de la ayuda humanitaria. Aproximadamente el 60% de la población no tiene acceso a los servicios básicos de salud. De los 20 centros de salud de la zona, solo ocho están en funcionamiento.



Más de una década sin centro de salud
A principios de septiembre pudimos abrir un pequeño centro de salud en Umo. Muchos pacientes vienen por lesiones causadas por accidentes y, dado que sigue siendo una zona de conflicto, también son bastante comunes las heridas de bala. Ahora, al final de la temporada de lluvias, estamos tratando más infecciones respiratorias de las vías altas y enfermedades de la piel causadas por las precarias condiciones de vida. Hemos llegado a tratar hasta 70 pacientes en un día.

En mi primer viaje a Umo, nos reunimos con los ancianos de la comunidad para entender mejor su día a día, sus necesidades médicas y sus expectativas. Las aldeas han trabajado duro para mejorar sus condiciones de vida. Han construido algunas infraestructuras, como caminos de piedra, pero no han tenido un centro de salud en funcionamiento en más de una década.

El número de muertes de mujeres encinta y madres primerizas en Darfur es alto. Los ancianos de la comunidad nos dijeron que algunas pierden a sus bebés en el primer trimestre de su embarazo porque trabajan demasiado. El número de las que dan a luz en el centro de salud sigue siendo bajo, aunque hemos empezado a realizar más actividades de difusión comunitaria, hablando con las aldeas y trabajando con las parteras tradicionales. Sin embargo, los controles prenatales ya son muy frecuentados por las embarazadas.

La desnutrición infantil también es un serio problema. Durante nuestro primer mes en Umo, tratamos a 60 niños gravemente desnutridos en nuestro programa nutricional ambulatorio. En Rokero, siempre tenemos cinco o seis niños en una situación similar ingresados por complicaciones como diarrea o infecciones respiratorias.



Las distancias te pueden costar la vida
Las distancias en esta región aislada son abrumadoras y te pueden costar la vida. Hacen casi imposible el acceso a una atención de emergencia oportuna. Las personas mueren de camino a nuestro centro de salud o llegan a Rokero demasiado tarde para ser tratados. En nuestro primer mes en Umo, dos pacientes fallecieron sin llegar al destino. Como profesional médico esto es difícil de encajar. También nos dicen que hay enfermos en zonas controladas por los rebeldes que tienen demasiado miedo de buscar atención médica en las instalaciones del Ministerio de Salud.

La mayoría de las personas aquí son agricultores que cultivan sorgo y mijo, pero los años de conflicto han interrumpido con frecuencia las cosechas, dejando a las familias con pocos o ningún cultivo. Además, la crisis económica en Sudán hace que muchas de ellas no puedan permitirse el aumento de los precios de los productos básicos. La mayoría apenas puede permitirse dos comidas básicas al día. Las mujeres tienen que trabajar especialmente duro, cuidando tanto los campos como a sus hijos.

La mayoría de mis 52 compañeros en Rokero y Umo son de Darfur y conocen por experiencia propia las esperanzas y preocupaciones de la gente aquí. Saben muy bien que muchas comunidades del Jebel Marra luchan por acceder a lo básico, como atención médica, agua potable, educación y protección. Algunos son cautelosamente optimistas sobre un acuerdo de paz recientemente firmado entre el Gobierno de transición sudanés y algunos grupos rebeldes. Hay esperanza de que pueda ser un primer paso hacia la paz, la reconciliación y la estabilidad en la región, y una oportunidad para que cientos de miles de desplazados regresen a sus hogares.

Artículo originalmente publicado en El País.