Así luchamos al mismo tiempo contra la COVID-19 y el conflicto en Afganistán

Auror Taconet, nuestra coordinadora médica en Afganistán, describe cómo nuestros equipos se han ido enfrentado a las sucesivas olas de la COVID-19, en pleno conflicto, y durante los recientes enfrentamientos en el país.

MSF
23/02/2022

Auror Taconet, nuestra coordinadora médica en Afganistán, describe cómo nuestros equipos se enfrentan simultáneamente a la COVID-19 y al conflicto en Afganistán.

“Recientemente visité el centro de tratamiento de COVID-19 de MSF en Herat, Afganistán. Fui a ver a un paciente que recibía terapia de presión positiva continua en las vías respiratorias (CPAP, por sus siglas en inglés). Esta es una herramienta que habíamos intentado conseguir por meses, pero la producción local de oxígeno y las cadenas de suministros internacionales han tenido problemas para cubrir la demanda en medio de la inestabilidad de este año en Afganistán. Fue satisfactorio ver la máquina en acción, en uso.

Caminando por el centro de tratamiento usando mi equipo de protección personal (EPP), me sorprendió el silencio. De tres alas de camas, solo una está actualmente abierta (mientas escribo estas líneas) pues la esperada cuarta ola de COVID-19 aún no golpea a Afganistán. Esta ala tiene una capacidad de 22 camas, pero por el momento solo 10 de ellas están ocupadas. 

 

Una paciente toma el sol en el centro de tratamiento de Covid-19 de MSF en Herat.

El primer pico de COVID-19

Llegué a Afganistán en junio de 2020, cuando el país se enfrentaba a su primer pico de casos de COVID-19. Mis colegas del equipo de emergencias de MSF difícilmente llegaron unas semanas antes para abrir el centro de tratamiento COVID-19 en Herat, para ayudar a aliviar al saturado Hospital del Ministerio de Salud Pública. 

MSF inicialmente creó una unidad de triaje con el Hospital del Ministerio de Salud Pública para ayudar a detectar los casos de COVID-19. Eventualmente, abrimos nuestro propio centro de tratamiento en un lugar separado -el mismo que yo visité-, pero se abrió cuando el número de pacientes disminuyó y la primera ola amainó.

Nos frustró nuestra lenta respuesta y, al observar cómo otros países ya estaban enfrentando segundas olas, sabíamos que teníamos que ser más rápidos la siguiente vez

Monitoreamos las cifras de COVID-19 alrededor del mundo, para observar qué pasaba en los países y ciudades vecinas que están estrechamente relacionadas con Herat, como Irán en el oeste o la capital de Afganistán, Kabul al este. Nuestro sistema de triaje en el Hospital del Ministerio de Salud Pública actuó como un mini sistema de alerta, advirtiéndonos que las cifras de COVID-19 empezaban a escalar nuevamente en Herat en el invierno de 2020. 

 

Lecciones aprendidas

Cuando la segunda ola golpeó Herat en noviembre de 2020, solo nos tomó una semana abrir el centro. Estábamos listos para aplicar las lecciones aprendidas durante la primera ola. Sin fisioterapeutas en nuestro equipo, capacitamos a nuestros promotores y promotoras de la salud para que apoyaran la colocación en decúbito prono de las y los pacientes, después de ver la innegable evidencia detrás de esta simple intervención. 

También aprendimos de nuestros equipos en otros lugares. Nuestras y nuestros compañeros en Yemen proporcionaban atención de tercer nivel de unidad de cuidados intensivos a pacientes en estado crítico, con advertencias de que este tratamiento requiere un intenso conocimiento y recursos que nosotros simplemente no teníamos en Herat, así que sabíamos que teníamos que priorizar a pacientes graves, a quienes podríamos ayudar mejor. La segunda ola pasó con un número de pacientes que nuestro centro fue capaz de manejar en conjunto con el Hospital del Ministerio Público de Salud.

 

Una paciente en el centro de tratamiento de COVID-19 en Herat, Afganistán.

 

Escalando rápidamente las actividades

A principios de mayo de 2021 teníamos un ojo en la India, donde la variante delta arrasaba el país con consecuencias devastadoras. Nuestro triaje nuevamente nos alertó de un incremento en el número de casos en Herat; en solo un día, abrimos el centro de tratamiento, que tuvo la capacidad de suministrar 600 litros de oxígeno por minuto. Para el final de la tercera ola, habíamos doblado a 1,245 litros por minuto. Sabíamos que teníamos que priorizar la flexibilidad y rápida ampliación, fue impresionante ver a nuestro equipo multidisciplinario de personal médico, farmacéutico, logística, limpieza y coordinación de suministros reunirse y reaccionar tan rápido. 

La tercera ola fue enorme. En ese pico, escalamos la capacidad del centro a 74 camas. Durante las 12 semanas de la tercera ola, admitimos a un total de 437 pacientes, 51 de ellos en una sola semana a mitad de julio. 

La ola llegó al mismo tiempo que un aumento en los enfrentamientos alrededor de Afganistán, comprometiendo nuestra provisión de suministros y al personal cuando el conflicto llegó a las afueras de la ciudad de Herat. La tercera ola también coincidió con el pico de desnutrición estacional en Herat. 

Desde 2019, hemos gestionado un centro de alimentación terapéutica para pacientes hospitalizados en el Hospital Regional de Herat. Con fuertes enfrentamientos a lo largo de Afganistán, se necesitó mucha dedicación y compromiso por parte del personal de MSF para gestionar estas crisis simultáneas mientras la situación se deterioraba. 

Nuestro centro de tratamiento de COVID-19 permanece abierto actualmente en previsión de una cuarta ola de la enfermedad.
 

Este artículo fue publicado originalmente en BMJ.