Caminante, no hay camino… en Kalonge (por Jana Brandt coord. MSF en RDC)

MSF
05/12/2013

Caminan, caminan y caminan. En Kalonge, aparte de algunos moto-taxis que no todos se pueden permitir, los medios de transporte no existen, ni siquiera los burros, las mulas o los caballos. Todo, realmente todo, desde muebles de madera hasta sacos de plátanos, se transporta a pie. La mayoría de las veces se lleva la carga sobre la cabeza. Y normalmente sobre la cabeza de la mujer.

La fuerza física de las mujeres congoleñas es impresionante. ¿Sacos de carbón de 30 o 40 kilos? Ningún problema, incluso estando embarazada. “Y aún así, andan más rápido que nosotras”, pienso avergonzada. Los habitantes de Kalonge caminan desde muy pequeños y la costumbre hace el hábito. Las niñas aprenden desde chiquititas a cargar agua en una botella pequeña o a transportar palitos de madera para hacer fuego en la casa.

Con los pies como únicos medios de transporte, la medición de las distancias en Kalonge es muy relativa. Cuando preguntas si fulano de tal vive lejos, la respuesta suele ser negativa: siempre dirán que vive “cerca”, aunque para nosotros sea lejos. Caminar durante una hora seguida hasta llegar a algún lugar es considerado “aquí al lado”. Caminar durante tres o cuatro horas para llegar a la oficina y entregar algún informe, o simplemente para saludarte, es absolutamente normal. “Caminante, no hay camino, se hace camino al andar”, decía Machado, y no puede haber mejor descripción para la vida diaria de Kalonge.

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