Chechenia: "Para la gente significa mucho que hayamos venido sólo para cuidar de ella"

En los lúgubres asentamientos para desplazados internos en Ingusetia, en los centros temporales de Grozny y en las áreas rurales de Chechenia, médicos nacionales de MSF dan atención médica a las poblaciones más vulnerables.

MSF
24/01/2006

En la mayoría de proyectos que tiene MSF alrededor del mundo, trabajan conjuntamente personal internacional y nacional. Sin embargo, en Ingusetia y Chechenia, debido a las restricciones de seguridad, a diario trabaja prácticamente sólo personal nacional. En total, son 170 trabajadores nacionales de MSF en la región.

Aiza Masaeva*, una ginecóloga que trabaja en Chechenia, viaja cada día con un pediatra, un médico de cabecera, un psicólogo y varios enfermeros. Cada semana, visitan cinco localidades rurales de Chechenia. Los años de conflicto han devastado las infraestructuras locales de salud y no sólo han sido un daños físicos. Mucho personal sanitario ha huido de la república en busca de una vida mejor. Como consecuencia, el sistema soviético de puestos rurales de salud, que fue un sistema de referencia, está en una situación desesperada, sin personal. En las áreas donde MSF trabaja, normalmente sólo hay algún feldsher (enfermera practicante) que hace todo lo que puede con los pocos recursos con los que cuenta. MSF trabaja en los poblaciones rurales de Chechenia desde julio de 2005 y pronto trabajará también con una unidad móvil para cubrir otros asentamientos. A continuación, Aiza describe su trabajo en Chechenia, sus retos, los problemas con los pacientes y su opinión sobre trabajo de MSF.

“Antes de empezar a colaborar con MSF, trabajé un año en una clínica del estado en Grozny. Pero no estaba satisfecha con la calidad del trabajo que hacíamos y las condiciones en las que teníamos que trabajar. Ahora con MSF, una de las mejores cosas que hay son las relaciones y la cooperación que tenemos en nuestro equipo. Cuanto más trabajamos juntos, más nos parecemos a una familias y más disfruto con mi trabajo.

Cada día tenemos que viajar durante una hora desde Grozny hacia el campo. El viaje es duro. Muchos de los lugares que visitamos son muy hermosos –están entre montañas y rodeados de bosque– pero la mayoría de las casas están destruidas o dañadas por años de guerra. Algunas casas fueron bombardeadas y, aunque las familias utilizan todo el dinero que pueden para intentar reconstruir su hogar, todavía se ven los agujeros de bala en las puertas. Alguna gente se ha quedado sin dinero, así que la reconstrucción está a medias.

En cada lugar que trabajamos, MSF ha rehabilitado un par de habitaciones en los puestos locales de salud o dispensarios. Son pequeñas (de tres o cuatro metros), muy sencillas y tenemos algunos problemas con la calefacción y el agua. Normalmente, cuando llegamos ya hay gente haciendo cola y los feldshers están esperando por nosotros. Trabajamos conjuntamente con los feldshers, que a pesar de no tener estudios superiores, se han curtido con muchos años de práctica. Conocen todos los detalles de las historias de los pacientes (a veces los pacientes dicen que no necesitan su cartilla, sólo hace falta preguntar a los feldshers). Nos ayudan a priorizar quién está más enfermo y nos piden consejos y recetas. Entre todos visitamos aproximadamente 80 pacientes entre las nueve de la mañana y las tres del mediodía.

La anemia es muy frecuente. De hecho, creo que es una enfermedad social, ya que es muy común donde las condiciones de vida son malas, el desempleo alto y la nutrición inadecuada. Hemos vivido en un constante estado de alarma durante mucho tiempo en Chechenia y esto envejece, agota y deteriora la salud física. Visito a muchas mujeres embarazadas –Chechenia tiene uno de los índices de natalidad más altos de Rusia– les hacemos pruebas de hemoglobina y glucosa porque tenemos pruebas de laboratorio gratuitas para nuestros pacientes en uno de los hospitales de Grozny. Pero, a menudo, la calidad de los resultados no es buena, así que confío mucho en los síntomas para diagnosticar a mis pacientes.

Muchas cosas de las que hago no son estrictamente médicas, el tiempo me ha enseñado que también es importante educar a mis pacientes. Después de todo, es difícil tratar a alguien sino es responsable con su propia salud. Les recuerdo a las mujeres que deben cuidar su higiene básica y les digo que compren la ropa interior del algodón para evitar infecciones, aunque la materia sintética sea mucho más barata.

Trabajo intentado convencer a las mujeres embarazadas de que la salud de su hijo dependerá de cómo se cuide ella durante el embarazo, necesitan descansar y comer tan bien como sea posible.

Estamos demasiado lejos de la ciudad o de algún otro sitio como para salir a almorzar, así que llevamos algo de comida para el día. A veces los pacientes nos traen comida como agradecimiento, de hecho ayer mismo nos trajeron manti (comida tradicional, a base de bolas de masa hervida) y algo de té dulce. Compartimos todo lo que tenemos entre todos, siempre hay risas y bromas.

Nuestro trabajo sólo cubre una parte muy pequeña de las necesidades. Sabemos que muchos de los pacientes que vienen a vernos, necesitan pruebas caras y ser hospitalizados. Sin embargo, después de todo lo que han sufrido no tienen dinero y sé que si les digo de ir al hospital, simplemente no irán.

No sólo es el dinero, también hay otros motivos: la poca calidad de los medicamentos, las dificultades logísticas, el paciente tiene que marcharse y dejar a su familia aquí, etc. Así que intento hacer mi trabajo lo mejor posible y me aseguro de que por lo menos que si no puedo curar a alguien, puedo intentar que no empeore.

Nuestros pacientes expresan una gran gratitud. No creo que entiendan completamente qué es MSF, pero a menudo dicen: ‘Gracias a usted y los que la enviaron’. Para la gente significa mucho que hayamos venido sólo para cuidar de ella, cuidar no ha sido algo muy común aquí en los últimos años. Uno de mis pacientes regulares, un hombre que ha tenido una vida muy dura y ha estado en la prisión, incluso escribió una poesía para alabar nuestro trabajo. Personalmente, me siento muy satisfecha con lo que hago y puedo ver los resultados de mi trabajo. Aunque, al final del día estoy cansada, es un cansancio pleno.

La gente me pregunta porqué seguí en Chechenia y no me fui. Entonces recuerdo mi trabajo durante la guerra, atrapada durante meses por un bloqueo, sin electricidad, ni agua y pienso en el sufrimiento que todavía veo a mí alrededor. Contesto que las dificultades han hecho que mi amor por Chechenia sea más fuerte. Es mi hogar”.

* El nombre se ha cambiado.

La próxima semana, publicaremos una entrevista con Janeta Vagapova, ginecóloga de MSF que trabaja en Ingusetia.