Chechenia: MSF abre una clínica de atención primaria de salud en Karagalinskaya

Durante el primer mes de intervención, el equipo de MSF realizó una media de 70 consultas diarias.

MSF
31/08/2006

Durante varios años, el conflicto en la República de Chechenia, al sur de la Federación Rusa, ha constado en la lista de MSF de las 10 crisis humanas más olvidadas. A pesar de que este amargo conflicto sigue permaneciendo oculto a los ojos del mundo, el impacto de casi 12 años de aislamiento y abandono es claramente visible en la dificultad que la gente tiene de obtener una atención sanitaria adecuada en su generalmente pobre estado de salud.

El 30 de mayo de 2006, MSF abrió una primera clínica de salud en el remoto asentamiento de Karagalinskaya al noreste del país. En esta pequeña ciudad y sus alrededores residen cerca de 17.000 personas y tiene el aire de ser un lugar descuidado y apartado. “Esta región ha sido abandonada a su suerte y no se le han asignado recursos. En Grozny, ciudad que padeció mucho a causa de los bombardeos en tiempos de conflicto abierto, por lo menos se está llevando a cabo algo de reconstrucción, pero aquí nadie se molesta ni tan siquiera en arreglar las carreteras. Y varias estructuras de salud no han sido renovadas desde los tiempos soviéticos”, explica el médico checheno, Abubakar Voskaev, supervisor sanitario de la clínica.

Karagalinskaya escapó de la destrucción generalizada que padecieron otras ciudades en Chechenia, muchas de las cuales sufrieron intensos bombardeos, pero 10 edificios de su único hospital fueron totalmente destruidos. A pesar de la reconstrucción y las promesas de que este hospital iba a ser rehabilitado en 2006, nada parece indicar que se hayan iniciado las obras. Todo lo que queda es una policlínica local, sin apenas personal.

Situada en una llanura y sólo a 20 kilómetros de la frontera con la volátil región de Daguestán, la única carretera asfaltada de Karagalinskaya es la calle central. La población consigue sobrevivir vendiendo fruta y verduras –sobre todo tomates y sandías– o pescando en el cercano río Terek. Hay pocas fuentes de empleo, por lo que sólo cerca de un 20% de la población tiene trabajo remunerado y por todas partes pueden verse grupos de jóvenes sentados sin hacer nada.

La clínica de salud primaria de MSF, que sirve a la población en un radio de 30 kilómetros, está ubicada en las cuatro habitaciones de una modesta casa de ladrillos rojizos, tal como corresponde a las construcciones tradicionales en la zona, con un patio exterior. La destartalada puerta azul de la clínica está flanqueada por bancos de madera donde se sientan los pacientes mientras esperan ser visitados. El primer día que la clínica abrió se formó una cola inesperadamente larga, con muchos pacientes temerosos de que MSF desapareciese. El agua se bombea desde un pozo situado dentro del recinto. El gas procede del sistema de suministro general y la electricidad es esporádica. El equipo ha subdividido el espacio en salas de consulta y las habitaciones en las que sus miembros viven y duermen.

El personal de la clínica compuesto por un ginecólogo, una pediatra, un médico generalista y dos enfermeras vio a una media de 70 pacientes cada día el primer mes de intervención. Los miembros del equipo son originarios de distintas partes de Chechenia, pero viajan a Karagalinskaya cada lunes por la mañana y se quedan allí hasta el viernes, cuando regresan a su casa con sus familias. La clínica está abierta ocho horas y media cada día, y en ella pueden realizarse análisis para medir el nivel de azúcar en la sangre.

MSF ha construido una pequeña farmacia en el patio de la casa desde la que dispensa medicamentos gratuitos, ofreciendo a la población una alternativa segura a las siempre caras medicinas y a veces imitaciones que pueden encontrarse en las farmacias locales y mercados. Hasta ahora el instrumental ha sido esterilizado en la clínica de MSF en Grozny, pero la demanda de los servicios de un ginecólogo significa que pronto se instalará in situ una autoclave (aparato que sirve para esterilizar objetos y sustancias situados en su interior, por medio de vapor y altas temperaturas).

La presencia de médicos de MSF en Karagalinskaya ha multiplicado por dos o incluso más la presencia médica en la localidad. La única policlínica local del Ministerio de Salud cuenta sólo con dos pediatras (uno de ellos a tiempo parcial), un médico generalista a tiempo parcial y no hay ginecólogo. Efectivamente en materia de atención sanitaria, una de las consecuencias más desastrosas de la guerra en Chechenia ha sido la fuga de personal médico de la República mayoritariamente hacia Rusia o al extranjero.

A este problema viene a sumársele que el personal del Ministerio de Salud recibe un salario de cerca de 100 euros al mes, lo que apenas basta para sustentar a una persona, y mucho menos a una familia. Por este motivo, no es de sorprender que intenten complementar sus ingresos pidiendo a sus pacientes “aportaciones” por la asistencia dispensada, insistiendo incluso en que los pacientes paguen por la gasolina que se necesita para transportar un paciente enfermo a una estructura de salud. Recompensar al médico está tan implantado en la cultura que, como Abubakar dice, “quienes no tienen dinero simplemente sienten que no pueden ir al médico, sienten vergüenza”.

Una revisión del volumen de casos que atendió el equipo durante el primer mes revela que las enfermedades que padece la población son propias de la situación de abandono en la que se encuentra. “Si comparo lo que MSF ve en Karagalinskaya con lo que nuestros médicos ven en Grozny e Ingushetia, diría que la situación aquí es peor. Muchas de las personas simplemente no han ido al médico en años”, explica el médico Voskaev.

El nivel de las enfermedades cardiovasculares es inusualmente elevado: cerca de un 25% de pacientes tienen esto como primer diagnóstico, lo que es sintomático de un cúmulo de problemas no tratados. De la misma forma, el número de pacientes que padece infecciones de transmisión sexual (que corresponde al 70% del total de volumen de casos que ve el ginecólogo de MSF en un mes) indica que la población no ha tenido acceso a tratamiento médico durante bastante tiempo.

La pobreza de la zona se refleja en el perfil de las enfermedades pediátricas. “Nuestra pediatra ha visto una cantidad impactante de problemas de válvulas cardiacas en sus pacientes. Esto, pensamos, está directamente relacionado con los elevados niveles de anemia en los niños (casi el 50% de ellos la padecen como diagnóstico primario o secundario). Y la anemia naturalmente es una enfermedad causada por una nutrición pobre, falta de hierro y el hecho de no tratar los gusanos intestinales, todo ellos problemas que afectan a las poblaciones pobres con poco acceso a la atención médica”, explica Matthew Reid, coordinador médico de MSF en Rusia.

Y aunque la ciudad no padece los frecuentes disturbios y operaciones de seguridad habituales en otros lugares de Chechenia, la situación no es totalmente estable. Recientemente ha habido incidentes con armas de fuego y el equipo a veces ha tenido que ser evacuado por su propia seguridad. Reid cree que la inestabilidad de la situación puede tener un efecto en la salud de la población, “estamos viendo un número significativo de úlceras de estómago en nuestros pacientes, que pienso indica una conexión con los efectos de vivir bajo un estrés constante debido al conflicto, junto con el que provoca tener que luchar por la supervivencia diaria”.