Costa de Marfil: otro ataque contra la población civil

La agresión se produjo en la ‘zona de seguridad’ que se ha convertido en una de las áreas más inseguras del país.

MSF
10/07/2006

La ‘zona de seguridad’ en Costa de Marfil no hace para nada honor a su nombre. Creada como zona de separación entre las partes beligerantes, se ha convertido en una de las áreas más inseguras del país. El 28 de junio, el equipo que trabaja para Médicos Sin Fronteras (MSF) en la zona dio fe de ello nuevamente al recibir 12 heridos en el hospital de Bangolo. Once de ellos tuvieron que ser referidos al hospital de Man, mejor equipado para tratar el tipo de heridas que presentaban y que se halla fuera de esta zona. Hace sólo dos meses, cinco personas perdieron la vida y 10 resultaron heridas en ataques de características similares.

La violencia empezó con un ataque a primera hora de la mañana contra una pequeña aldea cerca de Diéouzon, durante el cual murieron nueve personas. Ante la visión de los heridos a las puertas del hospital, cientos de personas echaron a correr en busca de un lugar seguro por temor a más ataques. Esta población ha sufrido una violencia física continuada y desplazamientos de corta duración pero constantes. Los repetidos ataques les han hecho vulnerables a la enfermedad y la situación de inseguridad les hace temer incluso desplazarse hasta las estructuras de salud.

Una joven describe los hechos del 28 de junio: “Mi familia se encontraba dentro de la casa. Eran las cuatro de la madrugada cuando escuchamos los disparos. Hombres armados echaron la puerta abajo y entraron. Nos escapamos por la ventana e intentamos escondernos en el bosque. Entonces mi bebé empezó a llorar y los hombres armados comenzaron a disparar en nuestra dirección. Mi bebé fue alcanzado por una bala y murió. Yo resulté herida en la cara y el pecho. Nos quedamos en el bosque hasta que los hombres armados se fueron”.

La ‘zona de seguridad’ es una franja de tierra de 1.200 kilómetros de largo y 15 de ancho, establecida por la ONU para evitar enfrentamientos entre los grupos rebeldes del norte y las fuerzas progubernamentales del sur. La zona divide efectivamente el país en dos y está patrullada por fuerzas de paz compuestas por unos 7.000 soldados de Naciones Unidas que trabajan junto a 4.000 militares franceses.

Además del conflicto que afecta a todo el país, cuestiones étnicas y disputas territoriales continúan creando un ambiente de tensión constante y de violencia impredecible en esta zona, una región clave para el cultivo del cacao que acoge a muchos campesinos venidos de otras partes de Costa de Marfil o del extranjero.

Los efectos de la violencia no perdonan a nadie. Una anciana recuerda ese último miércoles de junio: “Me encontraba en casa. Estaba oscuro, debían ser alrededor de las cuatro de la madrugada. Oí disparos y decidí esconderme debajo de la cama. Echaron la puerta abajo y 13 hombres armados irrumpieron en la casa. Me encontraron escondida debajo de la cama y empezaron a disparar. Resulté herida. Cuando se marcharon y cesaron los disparos, decidí salir de debajo de la cama. Cuando salí de casa, vi tres hombres muertos y muchos heridos”.

MSF empezó a trabajar en Bangolo, en la ‘zona de seguridad’, en enero de 2004 porque la población que vivía en esta tierra de nadie carecía de acceso a las estructuras de salud y a la atención médica. Ya durante los tres primeros meses de 2006, MSF trató a más de 310 pacientes con traumatismos causados por la violencia, de los que 14 eran niños menores de cinco años. Cuando finalizó la guerra en Costa de Marfil en 2003, los hospitales habían sido abandonados por el personal y saqueados por los grupos armados.

“Irónicamente, la ‘zona de seguridad’ es la parte de Costa de Marfil donde vemos el nivel más alto de inseguridad para la población”, explica Stephan Goetghebuer, coordinador de proyectos de MSF para África occidental en Bruselas. “Desde que terminó la guerra, prácticamente no ha habido autoridades civiles en esta zona. En medio de este vacío, la violencia diaria puede que no alcance enormes proporciones, pero las aldeas no son seguras y los frecuentes ataques quedan impunes”.

Además de gestionar el hospital de Bangolo, donde realiza 400 consultas diarias, MSF presta servicios de salud en las aldeas remotas de la zona con equipos sanitarios móviles.