No a otra crisis migratoria: los líderes de la Unión Europea siguen impulsando políticas mortales. En la actualidad, más personas que nunca se han visto obligadas a abandonar sus hogares por conflictos, violaciones de derechos humanos, el cambio climático y las consecuencias económicas resultantes de la pandemia de COVID-19.
En toda Europa, Médicos Sin Fronteras seguimos siendo testigos de cómo las personas que huyen de crisis son abandonadas para ahogarse en el mar, interceptadas y rechazadas en las fronteras. Vemos cómo se les niega la asistencia humanitaria y se les criminaliza por buscar seguridad.
En lugar de asumir sus responsabilidades internacionales con las personas que buscan seguridad en sus puertas, los Estados miembros de la Unión Europea (UE) continúan aprobando políticas violentas que se cobran vidas. En su respuesta al desplazamiento masivo fruto de la guerra en Ucrania, la UE nos ha demostrado que es capaz de crear e implementar una política migratoria humana: lo único que falta es voluntad política.
Desde los Planes de Acción para el Mediterráneo Central y los Balcanes Occidentales, hasta el Pacto de Migración y la financiación y subcontratación de prácticas fronterizas nocivas a otros países como Libia, la UE está erosionando activamente el sistema de asilo y no proporciona una protección significativa a las personas que buscan seguridad. Los países de la UE, entre ellos Italia, están haciendo todo lo posible para reforzar el control en las fronteras y evitar las salidas, criminalizando al mismo tiempo las operaciones civiles de búsqueda y rescate.
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Nuestra respuesta médica de emergencia ha demostrado las grandes necesidades médicas y humanitarias de las personas recién llegadas. © MSF/Alice Gotheron
“Pedimos a los líderes de la UE que antepongan la protección de las vidas humanas y brinden un trato digno y humano a las personas que buscan seguridad en Europa”, pide Julien Buha Collette, responsable de nuestro equipo de Operaciones en Europa. “Las necesidades médicas de las personas y sus derechos a un proceso de asilo justo deben respetarse y priorizarse por encima de todo”.
Cada día, nuestros equipos brindan atención médica y psicológica a personas, incluyendo niñas y niños, que buscaban seguridad en Europa, pero en su lugar encontraron violencia, condiciones de vida inadecuadas y acceso insuficiente a las necesidades básicas, como alimentos, agua y saneamiento. La mortífera política migratoria de la UE afecta a las personas migrantes en toda Europa.
Violencia a lo largo de la ruta de los Balcanes
“Me quitaron los zapatos y la chamarra, me pusieron un cordón de plástico en las muñecas, me empujaron de cara al suelo y me golpearon con palos en la pierna”, relató un hombre de Marruecos a nuestros equipos tras ser atacado por las autoridades fronterizas en Bulgaria. “Me quitaron los zapatos, la chamarra, el teléfono y el dinero. No dijeron nada, pero siguieron golpeándome y riéndose”.
Nuestros equipos que trabajan en la ruta migratoria de los Balcanes Occidentales, que va de Albania a Serbia, y a lo largo de las fronteras de Bielorrusia con Letonia, Lituania y Polonia; tratan con frecuencia a más personas con lesiones causadas al intentar cruzar los muros y las vallas fronterizas de la UE, mismas que son cada vez más amplias. En la frontera entre Polonia y Bielorrusia, y en la frontera entre Serbia y Hungría, brindamos atención a pacientes con fracturas, cortes y heridas causadas por cercas de alambre de púas de cinco metros de altura.
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© Candida Lobes/MSF
Las personas informan constantemente que los guardias fronterizos y la policía las agreden físicamente y les roban sus pertenencias. También reportan que les atacan perros bajo su dirección, antes de empujarles de regreso al país del que huyen. En Grecia, Italia y Francia, hemos escuchado historias de personas que sufrieron expulsiones por mar o tierra.
Caso omiso del derecho internacional
En lugar de investigar y detener esta violencia, los líderes de la UE manipulan las narrativas públicas, como situaciones de crisis, para criminalizar a las personas migrantes y justificar acciones que descuidan sus obligaciones hacia las personas que buscan seguridad.
En los últimos años, hemos visto un terreno plagado de devoluciones violentas y negación de acceso al territorio a través de estas narrativas de crisis y medidas extraordinarias, adoptadas por varios Estados europeos, como Grecia, Polonia, Hungría y Lituania.
En lugar de invertir en el aumento de las instalaciones de recepción y mejorar la recepción con condiciones de vida dignas en toda la UE, los Estados miembros se enfocan en restringir la cantidad de personas a las que permiten entrar y externalizan sus responsabilidades internacionales a otros países, a menudo menos seguros, como Libia.
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Nuestros equipos encontraron a tres solicitantes de asilo recién llegados esposados durante una intervención médica de emergencia en la isla griega de Lesbos, 20 de octubre de 2022. © MSF
“Hoy, las personas que sobreviven al mortal cruce del mar Mediterráneo o las montañas y los bosques de Europa solo lo hacen para ser objetos de un trato indigno cuando pisan la UE”, afirma Buha Collette. “En toda Europa hemos visto la normalización de la violencia en sus fronteras. Además de las muertes en el mar y las devoluciones violentas, hemos escuchado informes de niños y niñas encerradas en contenedores de transporte que son rociados con gases lacrimógenos en Hungría antes de ser devueltas a Serbia. Es inhumano”.
A través de las historias que escuchamos de nuestros pacientes, seguimos atestiguando el total desprecio del derecho internacional por parte de la UE; incluyendo el derecho a solicitar asilo, la obligación de brindar asistencia en el mar a las personas en peligro y la prohibición del trato inhumano, cruel y degradante y la tortura.
“Antes de mi primera llegada a Grecia, experimenté seis devoluciones”, dijo un hombre de Somalia a nuestros equipos en Grecia. “La última vez, llegamos a Lesbos por la mañana en barco. Cuando llegamos a la orilla, nos separamos y corrimos hacia los arbustos. Después de muchas horas escondido, unos hombres con pasamontañas me encontraron. Tiraron mi chamarra y mis zapatos. Nos golpearon, nos subieron en un bote de plástico y nos empujaron de vuelta al mar, de vuelta a Turquía”.
Los Centros de Acceso Cerrado y Controlado (CCAC, por sus siglas en inglés) financiados por la UE en Grecia se comercializan como una mejora en las condiciones de vida de las personas migrantes que llegan a las islas. Sin embargo, en realidad, restringen severamente el movimiento de las personas y las mantienen contenidas en instalaciones similares a una prisión.
En Samos, el CCAC está rodeado por cercas de alambre de púas y está bajo vigilancia las 24 horas del día, los siete días de la semana. Las personas deben ingresar a través de una máquina de rayos X y son identificadas mediante datos biométricos como huellas dactilares.
En lugar de aprender de los errores del pasado, la UE continúa redoblando su apuesta por el modelo de hotspot (centros de detención, que se centra en la deportación y la detención en lugar de la asistencia y la protección).
Si se aprueban, las propuestas legislativas que actualmente se están impulsando a través de la UE replicarán este modelo en todos los países miembros, incluyendo los procedimientos de asilo de vía rápida que reducen drásticamente el tiempo otorgado para procesar las solicitudes de asilo. Esto conduce a la deportación de muchas personas que no han tenido la oportunidad de que sus casos sean escuchados de manera justa. Además de esto, el límite de edad de detención se reducirá a 12 años.
Nuestros equipos de salud mental en Grecia continúan tratando a pacientes que experimentan angustia y trauma, muchos de los ellos corren el riesgo de traumatizarse aún más debido a estas duras restricciones y al apresurado procedimiento de asilo, que infunde temor a la deportación de regreso al peligro.
Mientras tanto, en Francia, Bélgica y los Países Bajos, brindamos atención a solicitantes de asilo, incluyendo a menores no acompañados, que duermen en las calles porque no han tenido acceso a un refugio seguro.
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Una de nuestras compañeras sostiene a un niño tras un reciente rescate en el mar Mediterráneo, durante el desembarco en Taranto. Italia, agosto de 2022. © Michela Rizzotti/MSF
Una externalización de la violencia a otros países
En 2022, aproximadamente 23.600 personas fueron interceptadas por la guardia costera libia financiada por la UE y devueltas a la fuerza a Libia. En Libia, las personas migrantes corren el riesgo constante de ser detenidas arbitrariamente y sometidas a crímenes contra la humanidad según el último informe de la Organización de las Naciones Unida (ONU).
Este 2023, más de 4.200 personas ya han sido devueltas por la fuerza a Libia y 938 han perdido la vida o están desaparecidas después de arriesgarse a cruzar la mortal ruta a través del Mediterráneo central desde Libia hasta Europa. Este es el periodo de cuatro meses más letal desde 2017.
“Después de entrar en Libia nos llevaron a una prisión”, dijo un joven de Camerún a nuestros equipos en Libia. “Pasé ocho meses allí. Nos golpearon muy fuerte hasta que les pagamos. Si no teníamos dinero, llamaban a nuestras familias y les exigían dinero para liberarnos. Hacían que nuestras familias escucharan por teléfono mientras nos golpeaban. A veces incluso tomaban videos de nosotros siendo abusados y se los enviaban a nuestras familias. No tenía dinero ni familia; pasé ocho meses encerrado y siendo golpeado. Perdí la vista de un ojo después de que me golpearan con un palo de metal. El palo me lastimó tanto el ojo que ahora no puedo ver con él. Ni siquiera me llevaron al hospital cuando esto sucedió”.
“Las políticas de disuasión de la UE no evitarán tragedias como los recientes naufragios, ni impedirán que las personas intenten buscar seguridad, solo expondrán a las personas a viajes por mar aún más peligrosos”, concluye Buha Collette.