Etiopía: MSF distribuye alimentos a 12.500 familias amenazadas por la desnutrición

Además de proporcionar atención médica a los casos de desnutrición más graves, los equipos de MSF han empezado a distribuir alimentos en algunas zonas de Etiopía para tratar de frenar la desnutrición de forma precoz.

MSF
21/08/2008

Después de una hora de pista accidentada en medio de los cultivos, los dos camiones de MSF llegan finalmente a Shasha Goyke, un pequeño pueblo de agricultores del distrito de Siraro, en la región etiope de Oromiya. Los habitantes llevan tiempo esperando el convoy. Saben que los camiones llegan llenos de alimentos: una mezcla de maíz y soja y aceite, que se distribuirán hoy.

Shasha Goyke es uno de los 12 pueblos del distrito de Siraro en los que MSF ha organizado una distribución de alimentos. En las últimas semanas, los equipos de MSF han llevado a cabo un rastreo de todos los niños de menos de cinco años. Se han identificado a cerca de 12.500 niños que padecían desnutrición aguda o que estaban en riesgo de desnutrición. Todos ellos deben recibir dos veces 25 kilos de alimentos con aceite, una vez a mediados de julio y otra a mediados de agosto.

“El principal objetivo de una distribución de alimentos de este tipo es tratar de evitar que los niños que están en riesgo de desnutrición o que ya sufren de desnutrición moderada caigan en la desnutrición grave”, explica Pablo Marco, el coordinador de emergencia de MSF en Siraro. “Pero también lo hacemos para dar un apoyo nutricional a muchas familias. Viene como complemento de nuestros programas de nutrición terapéutica, en los que ofrecemos atención médica a los casos más graves”.

Desde mediados de mayo, MSF ha atendido a más de 2.300 niños sufriendo de desnutrición grave en sus programas de Siraro. La mayoría han podido seguir el tratamiento de forma ambulatoria, recibiendo alimentos terapéuticos y pasando por un control médico una vez a la semana. Los que padecen alguna complicación médica son derivados hacia un centro de cuidados intensivos, en el que se quedan hasta que estén más estables.

“Gracias a esta estrategia integral, con un programa terapéutico por un lado y distribuciones de alimentos por otro, hemos conseguido bajar el número de casos de desnutrición grave en el distrito”, añade Sally Stevenson, la coordinadora general de MSF. “En las últimas cuatro semanas, el número de pacientes en nuestros programas a pasado de 1251 a 971”.

Rodeados de una multitud que va en aumento, los equipos de MSF están descargando los dos camiones en Shasha Goyke. De forma sorprendentemente tranquila, cerca de 1.000 niños con sus madres o padres reciben su saco de comida.

Bandire ha venido con Keneritu, su niño de año y medio que sufre de desnutrición moderada. Ya han pasado por todo el circuito: la zona de espera; luego la “clase” en la que se les enseña algunas reglas básicas de higiene y cómo preparar la comida que se les va a distribuir; el control médico; y finalmente –lo que habían venido a buscar- la distribución de alimentos propiamente dicha.

El marido de Bandire intenta llevar el saco de 25 kilos pero no consigue llegar hasta casa, tiene que pedirle ayuda a su hija. La familia tiene unos cultivos de maíz y otros cereales. “Está creciendo ahora, pero faltan dos meses para que nos de algo de comida”, se lamenta Bandire. “Antes solíamos comer dos veces al día, pero ahora tenemos que alimentarnos con hojas de col. Hemos tenido que vender una de las dos vacas para comprar comida. El gobierno nos ha dado cuatro kilos de trigo, pero no basta, ni para un día”.

Sin embargo, Bandire y su familia tienen por lo menos algunos cultivos. Dentro de un par de meses, a finales de septiembre, su situación mejorará con la cosecha. Al menos para un tiempo.

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