Exigimos una regularización del mercado mundial de equipos de protección individual
Es necesario: todos los países deben poder proteger a su personal sanitario que trabaja en la respuesta a la pandemia de COVID-19. Los EPI deben distribuirse de forma equitativa y transparente.

Médicos Sin Fronteras hacemos un llamamiento para exigir una regulación que garantice que los equipos de protección individual (EPI) para dar respuesta a la pandemia de COVID-19 se distribuyan de manera equitativa y transparente.
Desde el principio de la pandemia, la competencia en el mercado de suministros médicos ha alcanzado niveles sin precedentes, y muchos países han implementado duras medidas proteccionistas. En particular, se han adoptado prohibiciones a las exportaciones, lo que ha provocado enormes subidas de precios y una escasez generalizada, especialmente en lo que se refiere a los EPI, herramientas de trabajo completamente necesarias para proteger a los trabajadores sanitarios.
“En este momento, el mercado de equipos de protección individual está dominado por la falta de transparencia sobre lo que se produce y dónde se produce, sobre su calidad, sobre la cantidad de existencias y sobre cómo se asignan”, afirma Thierry Allafort-Duverger, director general de MSF Francia.
“Hasta ahora, la solidaridad con los países que sufren escasez ha sido a través de iniciativas puntuales y aisladas. La opacidad de las cadenas de suministro crea una gran incertidumbre en un momento en el que los sistemas de salud de todo el mundo lo que de verdad necesitan es transparencia y estabilidad”.
En muchos países, los actores de salud pública y las organizaciones médicas tienen dificultades para garantizar un suministro regular y fiable de los artículos necesarios para garantizar la protección adecuada del personal médico: mascarillas quirúrgicas y FFP2, gafas de protección o batas, entre otros.
MSF también nos estamos enfrentando a muchas dificultades para suministrar EPI a nuestros trabajadores de sus proyectos en todo el mundo. Esta situación no solo obstaculiza los esfuerzos para contener la propagación de la COVID-19, sino también la capacidad de continuar proporcionando otros servicios médicos esenciales, como cirugía o tratamiento para pacientes de sarampión, tuberculosis y otras enfermedades infecciosas.
Es necesario que se regularice de manera urgente el mercado y que se garantice una distribución más equitativa de los suministros médicos.
“Debemos evitar que los hospitales se conviertan en amplificadores de la epidemia”, explica Christine Jamet, nuestra directora de Operaciones en Ginebra. “Necesitamos proteger adecuadamente a los trabajadores sanitarios, incluso en áreas donde el virus aún está en una etapa más temprana de propagación. En estos momentos, hay demasiados trabajadores sanitarios en todo el mundo que están desprotegidos frente a la COVID-19”.
Si los hospitales se convierten en centros de propagación de la enfermedad, se producirá una combinación de miedo, personal sanitario enfermo y colapso de las estructuras que interrumpirá la prestación de la asistencia médica.
Esta situación ya se está dando en algunos de los países donde trabajamos, como Yemen, donde el hospital de traumatología en Adén está admitiendo a más pacientes después el cierre de otros hospitales; o Kenia, donde las actividades esenciales que llevamos a cabo en las zonas más desfavorecidas de Nairobi podrían tener que cerrar en unas pocas semanas si no se garantiza un suministro fiable de EPI.
Desde el comienzo de la pandemia, la ONU, el G20 y la OMS, entre otros actores, han lanzado una serie de iniciativas con el objetivo de mejorar el acceso a EPI en todos los lugares donde son necesarios. Estas iniciativas son pasos positivos sobre el papel, pero no serán efectivas a menos que tengan un poder regulatorio que se imponga a países y fabricantes.
Además de una asignación más eficiente de EPI, también será necesaria una mayor producción para satisfacer las crecientes necesidades. De nuevo, será esencial un mecanismo regulador para garantizar que lo producido respete los estándares de calidad necesarios.
“MSF, al igual que muchos otros actores con los que estamos trabajando en todo el mundo, estamos luchando contra viento y marea para continuar prestando atención médica, seguir salvando vidas y responder a la COVID-19 en las circunstancias más difíciles”, afirma Thierry Allafort-Duverger.
“Pero para esto, necesitamos que la transparencia y la equidad vuelvan a un mercado de EPI que actualmente está fuera de control. No podemos contar con que los Estados o el mercado lo hagan por sí solos de manera voluntaria”.
Actualmente, respondemos a la pandemia de COVID-19 en docenas de países, ya sea adaptando nuestras actividades previas a la pandemia o abriendo nuevos programas. Nuestra respuesta incluye, entre otras actividades, apoyar a las autoridades de salud en proporcionar asistencia a los pacientes con COVID-19; mantener en funcionamiento los servicios médicos esenciales; y abordar las necesidades médicas y sociales de las poblaciones más vulnerables.