Familia y huelga de hambre

Adel, marido de Rania e hijo de Yousra, estuvo en huelga de hambre durante 105 días, como protesta por haber sido hecho preso sin sentencia firma y sin saber entonces cuándo acabaría su pena, cuando podría regresar con su familia. Después de seis meses de prisión, lo sometieron a otros seis. Adel, en los últimos diez años, ya había estado entrando y saliendo de las prisiones israelíes. Acumula achaques y problemas médicos por esta causa. Su familia también estaba acusando el peaje a pagar.
Cuando Adel inició la huelga, MSF se puso en contacto con la familia. Tanto su esposa, Rania (32 años), como su madre Yousra, (62) estaban muy deprimidas, tristes y hurañas y tenían problemas para conciliar el sueño. Adel y Rania tienen cuatro niños, de entre seis meses y 13 años. Todos excepto uno han nacido cuando su padre ha estado preso. Uno de los chicos tiene problemas de salud graves que causan mayor preocupación a la familia. El último embarazo de Rania se ha utilizado para presionar a su marido, “vinieron y me detuvieron, me preguntaron muchas cosas, estaba embarazada y por eso traté de mostrarme fuerte, por mor de mis hijos”, dice Rania, “y mi suegra, Yousra, que es una mujer muy valiente, comenzó a tener espasmos por todo el cuerpo, no paraba de llorar, no salía de la casa, ya no hablaba con nadie. Ninguna de las dos dormíamos”.
Los equipos de MSF comenzaron a trabajar con las mujeres, tratando de que hicieran aflorar sus sentimientos y pudieran racionalizarlos. También intentaban asegurarse de la veracidad o no de los rumores que sobre la salud de Adel llegaban ininterrumpidamente a la casa. Los psicólogos también enseñaron a las dos mujeres técnicas para hablar con los niños y ayudarlos a lidiar con la situación de su padre.La mejoría de la familia se notó enseguida, con mejoras en el sueño y en la gestión del estrés. Pero las mejoras se veían frustradas de diferente manera debido a las noticias alarmantes sobre el estado de Adel, cuya salud se deterioraba con rapidez. Otros factores externos como nuevas incursiones y detenciones en el área, afectaban la evolución del tratamiento. La familia tuvo una regresión con una nueva incursión de soldados en la casa de un hermano de Adel. Los soldados tomaron fotografías de los niños de la casa durmiendo, lo que afectó en gran manera a los hijos de Adel, que de nuevo registraron episodios de ansiedad y volvieron a sentirse amenazados.
Fue solo cuando Adel decidió poner fin a la huelga de hambre (tras llegar a un acuerdo y ser condenado administrativamente) que la mejora se hizo evidente en cada uno de los miembros de la familia. Empezaron a mostrarse más esperanzados, retomaron las relaciones con los vecinos y se dispusieron a iniciar los preparativos para festejar la liberación de Adel.